Por: Rav Daniel Shmuels
La Parshá de Ki Teitzei es la que contiene la mayor cantidad de Mitzvot en nuestra sagrada Torá, un total de 74 de acuerdo al conteo que hace el Rambam en su Sefer HaMitzvot. Si bien, de todas y cada una de las Mitzvot presentadas en la Parshá se puede hacer un estudio específico aplicable a nuestra cotidianidad, hay dos Mitzvot que en la actualidad presentan un reto para la Halajá frente al devenir de la sociedad en nuestros días.
Sefer Devarim nos enseña: “El ropaje de un hombre no debe ser el de una mujer” (Deut 22:5). “El ropaje de una mujer no debe ser el de un hombre” (Deut 22:5). “Porque todo aquel que haga esto es una abominación para Dios” (Deut 22:5). Lo que la Torá nos está enseñando es que un hombre no se debe vestir con ropa de mujer y una mujer no se debe vestir con ropa de hombre. Dos Mitzvot separadas, no una complementaria de la otra y dos Mitzvot extremadamente controvertidas hoy en día.
En su comentario de la Masejta de Nazir 59a, Rashi nos enseña que la prohibición yace en que un hombre vestido de mujer puede llevar a que este se mezcle inapropiadamente con ellas y viceversa. El Rambam por su lado en Moré Nevujim, Tercera Sección capítulo 37, nos enseña que antiguamente muchos rituales paganos exigían este tipo de comportamiento y por consiguiente es nuestro deber alejarnos de semejante proceder. Paradójicamente, hoy en día los motivos por los cuales las personas, judías y no judías, usan ropa del género opuesto dista mucho de ambas opiniones; empero, la prohibición existe más allá de la interpretación y es prohibición MiDeOraita no MiDeRabanan.
Es importante agregar a ello que tanto el Talmud, en la Masejta de Nazir 59a, como el Shuljan Aruj, en Yora Deah 182, establecen que la prohibición no solo resta en utilizar ropa del género anatómico opuesto sino también en utilizar accesorios y llevar a cabo procedimientos cosméticos que sólo incumben a un género específico. Esto complica la cosa mucho más porque, nuevamente, la realidad cotidiana en su devenir nos presenta una constante fluctuación de códigos que no están linealmente establecidos.
En cuanto a la ropa como tal, la Halajá establece que una prenda utilizada solo por los hombres no puede ser utilizada por las mujeres y viceversa. La prohibición no sólo yace en vestirse por completo como una persona del género anatómico opuesto, la prohibición se extiende hasta el punto de una sola prenda. Así mismo, una prenda que sea usada por ambos géneros puede ser usada indiscriminadamente; empero, si el diseño y estilo es diferente para hombre que para mujer, cada género debe usar aquel que le corresponde. Este punto es sumamente importante porque muchos de nuestros Poskim actuales defienden el uso de prendas típicas de hombres en su versión femenina y vice versa si, y solo si, cumplen con los requisitos expuestos.
El Rama en Oraj Jaim 696:8 establece que es permitido que un actor se vista con ropa del género opuesto debido a que no hay una Kavaná de promiscuidad; de cualquier forma, el consenso general establece que ni siquiera bajo esas circunstancias está permitido. Esta legislación del Rama con su respectiva interpretación es la única que he podido encontrar para poder encontrar un resguardo Halájico para una minoría que cada vez más y más surge en el panorama judío y mundial.
Para anudar estas particularidades es importante anotar una base fundamental dentro de nuestra Halajá; a saber, estilos y diseños de ropa varían dependiendo del lugar geográfico y del momento histórico. AlPi Halajá, la prohibición es sólo para prendas que en dicho momento y lugar son exclusivas para un género anatómico específico. En el dado caso que un estilo de ropa o prenda sea utilizado indiscriminadamente por ambos géneros, entonces dicha prenda se convierte Halájicamente en una prenda permitida. Ahora bien, si esto lo establece la Halajá como un parámetro para determinar el tipo de ropa que se debe usar, ¿por qué sigue habiendo controversia sobre las mujeres usando pantalones? La respuesta yace en que literalmente ningún Posek ha establecido si la generalización del uso indiscriminado de una prenda hace referencia sólo a los judíos observantes (ultra ortodoxos), a los judíos laicos y observantes o a los no judíos y judíos juntos de una zona específica.
En la actualidad, el uso de pantalones por las mujeres dentro del judaísmo es el tema más delicado y complejo que existe hasta el punto de llegar a la intransigencia extremista. La Halajá establece que el pantalón es una prenda masculina y por consiguiente ninguna mujer judía lo puede usar, punto final. No hay peros, excepciones, sencillamente es un no rotundo y toda mujer que lleve a cabo este proceder está activamente yendo contra la Torá.
De cualquier forma, la Halajá misma nos da dos herramientas fundamentales para dar una pequeña luz frente a esta legislación que se ha convertido en el pivote del judaísmo Haredi; a saber, el diseño junto al estilo (lo cual puede incluir telas, etcétera) y el hecho que una prenda sea indiscriminadamente usada por ambos géneros. En pocas palabras, la mayoría de mujeres en el mundo usan pantalones en su diario vivir y el diseño y estilo de los pantalones de mujeres es totalmente diferente al de los hombres. Debido a esto hay varios Poskim que han llegado a la conclusión que el pantalón no es una prenda exclusivamente del hombre y que es semejante a una camisa, que en el caso femenino el diseño y estilo es particular para una mujer así como un pantalón para mujer difiere al de un hombre. De hecho, Yabi’a Omer establece que es preferible que una mujer use pantalón a una mini falda que la lleva al registro de inmodestia, por más que en la actualidad el uso de pantalones por parte de una mujer vaya en contra de su Tzniut.
A pesar de todo esto el establecimiento Haredi no acepta estas legislaciones y cada vez ratifica más el crimen cometido por aquellas mujeres que usan pantalones así cumplan Shabat y Kashrut, esto hasta el punto que la fracción de la ortodoxia más liberal, la ortodoxia abierta, no se ha atrevido a incorporar los pantalones como prenda permitida para las mujeres por temor de ser excluidos completamente del judaísmo ortodoxo. Para el tan reverenciado Gran Rabinato de Israel, sólo aquellas mujeres que usan falda todos los días de su vida pueden ser consideradas judías, esto en referencia al linaje judío proveniente de una madre judía; en pocas palabras, una madre judía es aquella que usa sólo faldas toda su vida. Los Batei Din de América se están convirtiendo en una tropa de espías al acecho para reportar cualquier mujer en proceso de conversión que use pantalones para negar su conversión y vetar por medio de un reporte, que va directo al Gran Rabinato de Israel, un posible futuro intento de conversión. Afortunadamente para este nuevo tipo de extremismo existen todas las múltiples plataformas sociales y de comunicación actuales que hacen su trabajo mucho más fácil.
Para resguardarme del establecimiento Haredi y afirmar que sigo los lineamientos establecidos por la mayoría de nuestros Rabonim, los cuales son los de Klal Israel, no pretendo promover el uso de pantalones por parte de las mujeres dentro del judaísmo pero sí es mi intención enseñar el espectro completo de la Halajá y no sólo una parte; por consiguiente, es importante que todos sepamos que nuestra propia Halajá nos da las herramientas para actualizar la misma sin destruir su esencia ni ir en contra de la Torá. La Halajá nos da la posibilidad de presentar un caso, soportado por diferentes Poskim en donde todas las mujeres que usan pantalones no están yendo en contra de nuestra Halajá ni de nuestra sagrada Torá. El hecho que en la actualidad la mayoría de mujeres en el mundo use pantalones no puede destituir que una mujer judía sea excluida del cumplimiento de Torá y Mitzvot por el simple hecho de no querer hacer de la Halajá un Eitz Jaim, árbol de vida, que crece y se adapta a las necesidades ambientales actuales.