Por: Rav Daniel Shmuels
Rosh Hashaná junto con Yom Kipur son días festivos dentro del calendario judío conocidos como las Altas Festividades y en hebreo se les designa el nombre de Yamim Nora’im. El periodo de tiempo entre ambos días es conocido en hebreo como Aseret Yemei Teshuva, los Diez Días de Arrepentimiento.
Entre estos Yamim Nora’im se puede llevar a cabo el ritual de Tashlij (echar –echar los pecados al mar) si por algún motivo no se pudo llevar a cabo en la tarde del primer día de Rosh Hashaná, tal como es nuestra costumbre. Así mismo, el día después de haber finalizado Rosh Hashaná, el 3 de Tishrei, llevamos a cabo el ayuno menor de Tzom Guedalia (ayuno de Guedalia), el cual se observa solo desde el amanecer hasta la caída del sol. Guedalia fue el último gobernante de Yehuda nombrado por Nabujatnetzar (Nabucodonosor) después de haber conquistado la ciudad sagrada de Yerushalaim, quien fue asesinado por Yishmael Ben Natania, un descendiente de la familia real de Yehuda.
De acuerdo a nuestra tradición, entre estos días de Yamim Nora’im es nuestro deber hacer un mayor esfuerzo en cumplir Mitzvot y en regresar al camino de Dios; es por ello que se les otorga el nombre de Aserei Yemei Teshuvá, pues la palabra Teshuvá se puede entender como arrepentimiento y como regresar, en este caso en particular, regresar al camino de Dios. De hecho, el Shabat que cae entre los Yamim Nora’im es denominado Shabat Teshuvá.
Estos días de Teshuvá fueron designados por nuestros sabios en orden de prepararnos apropiadamente para el día más sagrado de nuestro calendario, el día de Yom Kipur. Por tal motivo nuestro proceder debe ser el de corregir todas nuestras acciones inapropiadas con nuestro prójimo, judío y no judío, pues en Yom Kipur Dios sólo perdona nuestros pecados hacia Él; sin embargo, los pecados cometidos hacia nuestro prójimo sólo pueden ser perdonados por el agredido, bien sea que lo hicimos con intención o sin ella.
Cabe anotar en este punto que hacer una disculpa generalizada en un “post” de cualquier plataforma social o hacer un anuncio verbal generalizado en el Shul (sinagoga) no cumple con los requisitos que nuestra Halajá establece. La disculpa debe ser dirigida puntualmente a quienes se pudo haber transgredido e igualmente el agredido debe, de todo corazón, perdonar la infracción cometida hacia él para no guardar rencor hacia su prójimo, pues esta es una prohibición directa de la Torá que encontramos en Levítico 19:18.
La idea subyacente de personalizar una disculpa es poder subyugar el Yeshut, el ego, en pro de una armoniosa convivencia comunitaria en donde una introspección profunda y detallada, durante este periodo de tiempo, nos provee la fuerza de dejar a un lado nuestra dignidad para entonces poder llegar a Yom Kipur con nuestras almas limpias de todo error, esa es la base de afligir nuestras almas, ese es el pivote para entregarnos a un ayuno completo de más de 25 horas. Ayunar por ayunar sin haber tomado este primer paso, como lo establece el Shuljan Aruj, hace que el ayuno en sí mismo pierda sentido.
Aparte de lo anterior, son varias las costumbres que seguimos antes de Yom Kipur. La primera sucede el día antes del ayuno en donde es nuestro deber llevar a cabo el ritual de Kaparot (Ritual de expiación donde el pollo que se sacrifica se entrega a una familia necesitada o se puede hacer con dinero). Este ritual lo debe hacer cada individuo personalmente, hasta el momento no he encontrado en la Halajá, ni en ningún Poskim (eruditos que deciden sobre leyes judías o halajot), una legislación donde un líder comunitario lo haga en nombre de toda la Keilá (comunidad). Si bien, la manera más apropiada es hacerlo con un gallo por cada hombre y una gallina por cada mujer (en el caso de una mujer embarazada deben ser dos gallinas y un gallo), este también se puede llevar a cabo con el valor monetario equivalente a cada animal. Kaparot es un ritual que incumbe a todos los miembros de la familia sin importar la edad o el estado de salud.
Antes de entregarnos al ayuno llevamos a cabo una comida festiva que dará paso a Yom Kipur. Esta comida se llama en hebreo Seudat Hamafseket, comida de interrupción. Al contrario de la Seudat Hamafseket antes de Tisha BeAv, la de Yom Kipur es alegre y jovial. En esta comida hacemos Netilat Yadaim y Hamotzi sobre dos Jalot redondas que untamos en miel. La comida tiende a ser ligera para que no produzca sed o malestar durante el ayuno; empero, antes de finalizarla es nuestra costumbre tener como postre Lekaj. La tradición del Lekaj o torta de miel como postre de la Seudat Hamafseket tiene un subtexto que regresa al concepto de subyugar el ego. La idea es que cada miembro de la comida pida regalado a una persona, preferiblemente no el Baal HaBait (dueño de casa) ni su esposa, un pedazo de Lekaj y esta se lo regale para que tenga un año dulce y feliz. En algunas comunidades es nuestra tradición tener Lekaj en el Shul después de los servicios de Shajarit del día en el que inicia Yom Kipur para que todos los Baal HaBait le pidan al Rav que les regale Lekaj. Y sí, el Rav comunitario también le pide Lekaj a alguien de la comunidad, usualmente a la persona más joven que vaya al Shul en esa ocasión.
La Seudat Hamafseket debe terminar con suficiente tiempo para que los hombres asistentes a la comida puedan llegar al Shul a tiempo; es decir, antes de que inicie la caída del sol, para que se puedan poner el Talit Gadol (manto ceremonial que va encima de la ropa) y así iniciar los servicios de Kol Nidrei, servicios con los que inicia Yom Kipur.
Antes de la caída del sol las mujeres del hogar encienden las velas de Yom Kipur con sus Brajot respectivas; de cualquier forma, aquellos que tienen un padre y/o una madre fallecidos deben encender una vela de Yizkor (plegaria de recordación) en su nombre antes del encendido de las velas del día. A diferencia de Shabat o de Yom Tov, donde se puede bendecir a los hijos después del encendido de las velas o después del Kidush del día, en Yom Kipur es nuestro proceder general llevarlo a cabo justo después del encendido de las velas.
Esperando que este Yom Kipur sea un momento de introspección, perdón y regreso al camino que Dios le entregó a Klal Israel (todo el pueblo de Israel), Guemar Jatimá Tová.