Por: Rabino Eliahu Birnbaum
Mucha gente piensa que el papel del rabino es dentro de las paredes de la Sinagoga.
De las siguientes historias se puede aprender que el lugar del rabino también es dentro de las paredes de la cárcel, no como residente permanente sino como figura espiritual que viene a visitar y fortalecer a los judíos que ahí se encuentran.
Por desgracia, muchos judíos se encuentran en cárceles de todo el mundo. Desde Sudamérica a Rusia, de Australia, desde el este de Europa hasta el Lejano Oriente – no hay casi ningún rincón el mundo donde no haya judíos en las cárceles locales. En diferentes países que visito en mis viajes, intento visitar a los israelíes o a las personas de alguna comunidad que están presas por diferentes acusaciones.
El trabajo espiritual
Existe una gran diferencia entre el rol del rabino en cárceles de Israel y el del exterior.
En Israel el rol del rabino es fijo ya que se encuentra entre los presos constantemente. En el exterior el rabino visita la cárcel y a los presos judíos de tanto en tanto. Muchas veces cuando alguien va preso sus amigos deciden despegarse de él y no mantener más relaciones. Aquí entra en juego el rol del rabino.
Cuando un rabino ingresa a una cárcel a visitar a un judío que está preso, no lo hace en el rol de un guía religioso sino como un guía espiritual. Hay una necesidad de fortalecer a la persona y darle apoyo espiritual. El rabino ahí hace el papel de una asistente social y psicólogo, a pesar que también puede mantener su rol religioso y espiritual para fortalecer al preso.
Muchas veces me vi, estudiando junto al preso judío un capítulo de la Biblia o cantando una canción jasidica e incluso bailando con el preso en su celda. Lo principal aquí es fortalecer su espíritu y darle fuerza espiritual para continuar.
Por lo general los presos en el exterior se alegran de recibir la visita de un rabino en la cárcel. Pero a veces hay en esta visita, peligro, ya que existen casos en que el preso decide esconder su judaísmo de sus compañeros por motivos de seguridad personal o antisemitismo, y la visita de un rabino los expone públicamente. Además, justamente en países católicos me vi expuesto a un fenómeno interesante - los presos judíos ven la visita de un rabino, como la visita de un cura. Tal cual se observa en libros o películas, el cura visita y acompaña al preso antes de ser ejecutada la pena de muerte en la silla eléctrica, hay presos que ven la visita de un rabino, como una sentencia de que el final se acerca.
Hace unos años visite un país musulmán, en el cual hay hoy día una pequeña comunidad judía. Uno de los miembros de dicha comunidad me comenta en secreto que hay un judío en la cárcel local, y que desde hace más de siete años que no recibe la visita de un rabino y me pide que lo visite. Por supuesto que me alegre, como quien encuentra un gran tesoro, por el privilegio que me tocó, de visitar al judío y ablandar de cierta manera sus penas. Pero cuando llegué a la cárcel y pedí encontrarme con él, me entere de la triste realidad. Luego de que el judío me vio entrar en su celda, comenzó a llorar desconsoladamente, y me dijo: “Rav, gracias por la visita, pero Ud. ya no me puede ayudar. Durante siete años no vino ningún rabino a visitarme. Me sentía solo y necesitaba profesar una fe y por lo tanto me convertí al islam”. Por supuesto que me senté y hasta hice oídos sordos a su declaración y le puntualicé que somos hermanos – tú eres judío y yo también.
En las últimas semanas visité una comunidad judía en Africa. Generalmente, allí visito a un viejo amigo y ceno con él. Cuánto me sorprendió cuando le envió un email comunicando mi llegada y que me gustaría encontrarnos y recibí respuesta de su secretaria de que esta vez no podremos vernos. Le consulte sobre si mi amigo estaba fuera del país. Esta me respondió que mi amigo y su familia están pasando por una época difícil y no podrá verme. Al aterrizar en el país quise saber que pasaba. Su esposa me contó que desde hace varios meses se encuentra mi amigo en la cárcel por un delito que no cometió. Mi primer instinto fue que quería visitarlo en la cárcel. Ella me advirtió que se trata de un lugar duro, que se necesita un permiso especial, que ver a los presos no es nada fácil, y que hay que hacer colas muy largas y pasar por una revisión exhaustiva e invasiva para entrar. Por supuesto que no levanté las manos y a pesar de todo solicité verlo.
Cuando obtuve el permiso deseado de presentarme el martes a las diez de la mañana, me preparé para la visita. ¿Cómo podría ayudar? ¿Qué decirle a mi amigo? El tiempo de la visita asignado fue de media hora. ¿Cómo aprovechar cada minuto? Entendí que mi amigo estaba en una situación emocional muy difícil, triste y deprimido, y el motivo de mi visita era fortalecerlo y darle esperanzas.
Unos días antes de mi llegada a Africa, estuve visitando Umán, el lugar donde esta enterrado Rabi Najman de Breslav, y pensé en que justamente la Tora positiva y optimista de Rabi Najman puede ser un factor de apoyo fortalecedor. Traduje un par de sus frases y reflexiones al español y las imprimí para leerlas y pensar en ellas durante mi visita a la cárcel: “No existe desesperación alguna en el mundo – el mundo es un puente estrecho y lo principal es no tener miedo – Es sabido que el Todopoderoso pone a prueba todas las fuerzas del hombre – Si tú piensas que se puede estropear, entonces cree que se puede corregir – Una gran mitzva es estar siempre contento”.
Es difícil describir cuántas frases que conocemos y repetimos, adquieren una profundidad y significado en el tiempo y lugar correctos. Mi amigo se sintió identificado con cada palabra de Rabi Najman y al final de la visita tomo la hoja, la dobló y se la guardó en el bolsillo al lado del corazón de su camisa como amuleto.