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Madagascar

Por: Rabino Eliahu Birnbaum

La visita a la isla africana de Madagascar, en el océano Índico frente a la costa oriental de África despertó en mi interior un sinfín de pensamientos respecto de la vida judía, tanto en el pasado como en el presente. Habitualmente el móvil de la visita a esta isla es disfrutar de las maravillas de la creación, de la vegetación, de las infinitas extensiones verdes de las selvas tropicales y de las reservas naturales que albergan en su interior especies animales únicas que solo habitan en esta región. Empero, como de costumbre, mi visita estaba motivada por el deseo de encontrar el aspecto judío del lugar. Si bien los libros de demografía señalan que no hay población judía en la isla, existen en ella tradiciones, historia y vida judía que se renuevan. Los turistas llegan a la búsqueda de lémures, en mi caso, vine a buscar una población aún más exótica, la de los judíos “malgaches”, y al final de cuentas los encontré.

Madagascar, naturaleza, población y religión

La república de Madagascar es la cuarta mayor isla del mundo y se encuentra entre el océano índico y el estrecho de Mozambique en el sureste de África. La isla se separó del continente negro y por miles de años se movió hacia el Este. Se trata de uno de los países del mundo con mayor biodiversidad, donde se pueden encontrar desde los famosos monos lémures pasando por una extensa variedad de tortugas, serpientes, salamandras y aves amén de los famosos árboles de baobab del “Principito”. Sin embargo, la gran riqueza ecológica se ve contrastada por una gran pobreza económica. A ojos del visitante resalta la paradójica contradicción entre la increíble exuberancia natural y la situación económica de sus habitantes.

La topografía, la flora y la fauna de esta isla son de las más esplendorosas del mundo. Se pueden encontrar desde selvas tropicales hasta zonas desérticas pasando por la meseta montañosa que alcanza una altura de unos 2800 metros. Según algunos estudios, en esta isla se encuentra un 5% de la biodiversidad del mundo, decenas de tipos de plantas y animales endémicos que son exclusivos de esta tierra.

Asimismo, también la población humana es diversa y está compuesta de unas dieciocho tribus que arribaron desde África oriental, la Polinesia, Indonesia y Malasia, africanos y árabes. Todos hablan un mismo lenguaje basado en el idioma de la tribu mayoritaria, el “marina”. El segundo idioma más hablado es el francés. El color de piel de los malgaches no es uniforme, empero, en términos generales son de piel más clara que el promedio africano. Actualmente en la isla viven unos veinte millones de habitantes de los cuales la mitad creen en diferentes formas de cristianismo mientras que los demás profesan una fe animista local la cual se basa en gran medida en el culto a los ancestros. Un 7% de la población aproximadamente profesa el islam. 

Los vínculos entre Europa y Madagascar comenzaron aproximadamente allá por el año 1500 cuando el explorador portugués Diogo Díaz arribó a la isla por vez primera. Posteriormente fueron los ingleses, franceses y holandeses quienes intentaron entablar relaciones comerciales con la isla. Madagascar se transformó oficialmente en colonia francesa en 1897 y esto duró hasta 1960. Hasta el día de hoy es dable encontrar allí arquitectura, baguettes, croissants y café franceses en cada rincón. En octubre de 1958 la república malgache se proclamó autónoma en el marco de la república francesa y en junio de 1960 Madagascar adquirió completa independencia y pasó a llamarse “República Malgache”.

Tradiciones locales sobre raíces judías

Según la tradición local Madagascar es la tierra de Ofir que figura en la Biblia y jugó un importante rol en el abastecimiento de materiales de construcción para el Templo de Salomón. Los isleños creen ser descendientes de judíos e israelitas y consideran que sus ancestros pertenecían a las diez tribus perdidas que llegaron por mar. Es de señalar que la mayoría de los isleños son circuncidados y se abstienen de ingerir puerco. Muchos también creen que el arca del pacto junto con las tablas quebradas, el bastón de Moshé y una copia del libro de Daniel se encuentran en la isla y son resguardados por descendientes de los levitas en la región de “Watamsina- Wahipanu”. Inclusive el príncipe Nadiriana Rabriolina, descendiente de la casa real de la tribu “Marina” sostiene con orgullo que desciende de raíces judías. En su opinión, un 80% de los isleños tienen ascendencia judía.

La creencia respecto de la ascendencia judía de los locales recibe el nombre de “El secreto malgache”. Ellos creen que este secreto no es conocido por la mayoría del mundo empero en su opinión este es simple y claro, al punto de que a veces se consideran a sí mismos como la “Diáspora Jiosy Gasy” o Diáspora judeo-malgache”. 

Entre los diferentes grupos isleños que creen tener ascendencia judía se encuentra la tribu “Marina”, una de las más importantes y numerosas quienes originalmente se denominaban “Argón Yehudai”. La tribu “Marina” posee determinadas costumbres que son consideradas judías como por ejemplo la circuncisión, la separación de la pareja durante los días del período menstrual y la abstención de la ingestión de cerdo. Asimismo, en algunas fiestas acostumbran a degollar un cordero y el jefe de la familia unta con su sangre los cuatro costados de la casa. Existe también una similitud en otros detalles como por ejemplo la de los instrumentos musicales tradicionales tales como el órgano (nevel) el cual sostienen heredaron del Rey David amén de velas recordatorias similares a la “vela de Tamid” o “vela permanente” que según ellos son un recordatorio del altar del sahumerio de los días del primer Templo.

Es difícil describir la sensación especial que me embarga cuando llego a un confín del planeta, a los sitios más distantes física y espiritualmente del pueblo judío, de comunidades judías y de creencias judías y los lugareños sostienen poseer ascendencia judía. No hay rincón del planeta en el cual no sea dable toparse con este fenómeno y en mi opinión, sin entrar a opinar respecto del grado de veracidad histórica de cada versión, se trata de un fenómeno interesante y emocionante. Generalmente, grupos que procuran establecer un nexo con el pueblo judío histórico recurren a la similitud entre sus costumbres, sus creencias, sus leyendas populares y las nuestras; así como entre sus ciclos anuales y de vida y los nuestros.

Sin embargo, es necesario puntualizar que las evidencias históricas en cuanto a la presencia de judíos en la isla son escasas y probablemente esos pocos indicios se remontan al siglo VII cuando comerciantes árabes navegaron hasta la isla o al siglo XVI cuando entre los marineros portugueses que construyeron puertos comerciales en la isla se encontraban también cripto judíos o “marranos”.

El plan Madagascar

Es probable que el vínculo judío más sorprendente con la isla sea el “Plan Madagascar”. No se si este plan es conocido por el público general, pero antes de que los nazis decidieron asesinar a los judíos de Europa en cámaras de gas, concibieron el “Plan Madagascar”, que implicaba transportar hacia esa isla a millones de judíos oriundos de Europa. 

Al iniciarse la segunda guerra mundial no existía un plan operativo ordenado de exterminio de la judería europea. El gobierno nazi y diferentes países de Europa idearon diferentes propuestas de cómo solucionar definitivamente el problema judío en el viejo continente. Una de las propuestas que surgieron tras la conquista de Polonia y Francia fue expulsar a los judíos hacia una “reserva judía” en la reserva natural de Madagascar. El plan consistía en aislar a los judíos en un sitio remoto con el claro objeto de deshacerse de ellos y limpiar a Europa de sangre hebrea.

El primer ideador de este plan fue el escritor alemán antisemita Paul De Lagarde, quien en 1885 propuso concentrar a todos los judíos de Europa en Madagascar. En los años 20 del siglo XX el plan fue replanteado por parte de un grupo antisemita británico y luego por similares polacos entre las dos guerras mundiales. Los grupos de derecha adoptaron la idea llamándola “judíos a Madagascar”. En 1937 los gobiernos de Francia y Polonia comenzaron a planificar juntamente con los nazis el traspaso de los judíos a Madagascar. Al final de 1940 los nazis transportaron a parte de los judíos de Alemania Occidental a Francia como primera etapa de su expulsión a Madagascar. Tras un concienzudo análisis resultó que el plan no era viable ni desde el punto de vista logístico ni del presupuestario por lo que fue descartado y lamentablemente los nazis lo sustituyeron por “la solución final” que implicaba la destrucción física de los judíos europeos. 

Existen diferentes hipótesis respecto del objeto que perseguían los nazis exiliando a los judíos a Madagascar. Algunos sostienen que el objetivo era simplemente alejarlos geográfica, cultural y socialmente del viejo continente mientras que otros opinan que el objetivo era llevarlos al desierto africano para que allí mueran lenta y paulatinamente lejos de los ojos europeos. 

Heinrich Himmler quien fuera a la postre el ejecutor de la “solución final”, ejerció la comandancia de las SS, de la Gestapo y ocupara el cargo de ministro del interior del Reich, escribió respecto del plan Madagascar: “Espero borrar por completo el elemento judío permitiéndoles emigrar hacia una colonia africana o cualquier otro sitio”.

A los efectos de hacer esto más palpable, citemos conceptos publicados en el periódico “Der Stürmer” órgano oficial de prensa del régimen nazi: “Los judíos son problemáticos y diseminan enfermedades. En cada pueblo en cuyo seno se asientan activan sus influencias maléficas despertando el accionar de bacterias en el organismo humano, y tal como el cuerpo humano se protege de esos gérmenes y procura alejarlos, del mismo modo los pueblos no judíos se defienden ante el intento expansionista semita. Los judíos ya penetraron a todas las naciones por lo que para estas el problema judío resulta acuciante. En todas las naciones se alzan voces que demandan el alejamiento de los judíos de su seno.

En el pasado los pueblos saludables y sus líderes solucionaban este problema rápidamente, o por medio de expulsión o por medio de exterminio. En el presente, las mentes de los gentiles resultan débiles y su pensamiento confuso afectados por ideas “humanistas” y “filantrópicas” solo en apariencia. El judío es el que anegó al gentil con estos mareos humanistas. Si hoy hablamos de la necesidad de separar y alejar al judío por ser nocivo a la comunidad de las naciones por doquier se esgrimen argumentos del tipo “se trata de un atentado a la humanidad” o “no se debe actuar contra los judíos de modo inhumano” etc. A los efectos de acallar a esos asnos del humanismo y amigos encubiertos de los judíos es que el antisemita inteligente llegó a la conclusión de que es necesario enviar a los judíos a Madagascar. Se trata de una isla en el Océano Índico que está escasamente poblada y cuenta con suficiente espacio para alojar a todos los judíos del mundo”

Cuando se visita Madagascar y se ve el plan nazi que casi se transforma en realidad no se puede dejar de hacer la pregunta del millón de dólares: “¿qué habría ocurrido si los judíos de Europa no hubiesen sido enviados a las cámaras de gas y en su lugar hubiesen emigrado a las bellas extensiones de Madagascar?”

Aparentemente es una pena que este plan no alcanzó a concretarse pues la isla es muy tranquila y retirada, sin enemigos que la rodeen, cuenta con importantes recursos naturales tales como oro, diamantes, abundantes frutas y verduras que crecen en las reservas naturales. Es de suponer que si los judíos hubiesen llegado a este sitio podrían haberlo convertido en “la perla del mundo” y especialmente los judíos no habrían llegado a los crematorios. 

Por un momento procuré imaginarme a los judíos askenazíes viviendo en Madagascar, visualizar qué habría pasado si mi abuela que fue llevada a Auschwitz y asesinada santificando el Nombre Divino hubiese llegado a tierras malgaches ¿Cómo se habría visto entonces la historia judía?

La erección de hogares nacionales alternativos para el pueblo judío

A lo largo de la historia hubo diferentes intentos tanto por parte de judíos como por parte de gentiles de erigir un refugio seguro para el pueblo judío o un estado judío, pero fuera de los límites históricos de la tierra prometida. Herzl quiso fundar un estado judío en Uganda, El Baron Hirsch construyó colonias judías en el norte de la Argentina, la Unión Soviética estableció una provincia judía autónoma en Birobidjan junto a la frontera Este con la China y Stalin sopesó el establecimiento de una república judía en la península de Crimea. Hubo otros intentos, por ejemplo, en vísperas de la segunda guerra mundial hubo un intento de atraer judíos alemanes al Estado de Alaska empero el plan resultó trunco. El “Plan Kimberly” fue una iniciativa de poblar masivamente con judíos la región que lleva ese nombre en el Oeste de Australia en 1933. En la práctica, a lo largo de los años hubo más de treinta propuestas de colonización judía a lo largo y ancho del mundo. Como es sabido, ninguna de estas logró concretizarse. El “Plan Madagascar” solo fue uno de muchos.

Vida judía en Madagascar

Sorprendente y hasta milagrosamente la vida judía se está renovando en la isla de Madagascar. Setenta y cinco años después del mentado plan que no trajo ni un judío a este lugar, surge un grupo de buscadores de judaísmo que procuran conectarse al pueblo de Israel y su fe. El origen de este grupo se remonta a personas de fe cristiana de diferentes corrientes, evangélica, adventista, luterana, mesiánica y pentecostal que no encontraron sitio en las diferentes iglesias y buscaron una forma de acercarse al Dios de Israel y Su Torá, y tras un prolongado proceso de acercamiento finalmente se convirtieron.

Otros son personas que descubrieron raíces judías y me dijeron claramente: “Gracias a mi herencia paterna soy hebreo y por mis venas fluye sangre judía. Eso es lo importante para mí, como tengo una prueba irrebatible en mi alma de que pertenezco a la raza judía y dado que tengo sangre judía debo cumplir devotamente la fe de mis ancestros, la fe de Abraham, Itzjak y Yaakov”.

Estas personas formaron una comunidad judía que cuenta con mil quinientos adeptos distribuidos en tres sinagogas en la capital Antananarivo. Se reúnen para rezar en sábados y fiestas y algunos también los lunes y los jueves. Los líderes de la comunidad son llamados “morim” (maestros en hebreo) y son quienes enseñan Torá y rezos a la congregación. La comunidad se llama oficialmente “La Communaute Juive de Madagascar” y su objetivo es “enseñar la Biblia hebrea, brindar educación social de acuerdo con la Torá, promover las relaciones interpersonales y observar los preceptos de la Torá”. Los miembros de la comunidad no piden inmigrar a Israel sino mantener la vida judía en la isla.

En Shabat recé con los miembros de la congregación y tuve el privilegio de escuchar una plegaria ejemplar. Tuvia, uno de los “morim” de la comunidad, un muchacho con bucles (peot), rezó con gran devoción entonando las melodías de los judíos de países árabes u orientales con gran apego y emoción. Cuando le pregunté dónde aprendió a rezar tan bonito me respondió que en “Youtube”. En efecto, esta plataforma virtual se ha transformado en una importante fuente de difusión de judaísmo tanto para judíos como para grupos que procuran acercarse.

En el vuelo de regreso de Madagascar a Israel (vía Estambul) reflexioné sobre el pueblo judío, sobre la historia judía y sobre Dios…qué lástima que “la solución final” de los nazis no nos trajo a esta isla. Cuán irónico es que varias décadas después del holocausto que costó las vidas de seis millones de judíos mayormente europeos, surja vida judía en Madagascar. ¿Cuál es el mensaje que Dios procura transmitirnos? De todas maneras, hoy podemos decir con propiedad: hay judíos en Madagascar, hay judaísmo en Madagascar, ¡Am Israel Jai!