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Los méritos de la redención
Por: Rav Daniel Shmuels
Esta semana iniciamos la lectura del Sefer Shemot, el libro de Éxodo, cuya primera Parshá lleva el mismo nombre. Al final de esta, la Torá nos relata que Moisés y Aarón reunieron a los ancianos de Israel para informarles que el momento de la redención ha llegado. Los hijos de Israel creen firmemente en su inminente salida; empero, el faraón rehusa dejarlos ir y por el contrario, intensifica el sufrimiento de Israel en la tierra de Egipto. Dada esta situación, Moisés regresa donde Dios y le pregunta, “¿por qué le habéis hecho este mal a este pueblo?”. Dios le responde que la redención está muy cerca.
Si bien, Dios no le responde a Moisés el motivo por el cual los hijos de Israel tienen que sufrir aún más de lo que ya estaban sufriendo en tierra ajena, su respuesta le verifica a Moisés que ese sufrimiento no será por mucho tiempo más. Esta respuesta simplemente le ratifica a Moisés la promesa hecha por Dios a nuestros patriarcas. De cualquier forma, más allá de la promesa eterna de llevarnos a la tierra de nuestros padres, queda una pregunta que todavía en nuestros tiempos es aplicable; a saber, ¿cuáles fueron los méritos de los hijos de Israel en Egipto para merecer esa redención? Y más allá de esa respuesta, ¿cuáles deben ser entonces nuestros méritos para una redención en este momento?
El Midrash Devarim Rabah 32:5 nos enseña que fueron cuatro los méritos que los hijos de Israel tuvieron durante su estadía en Eretz Mitzraim, la tierra de Egipto. El primero fue que ninguno de ellos cambió su nombre por un nombre egipcio, los hijos de Israel mantuvieron sus nombres hebreos. Esto resulta significativo porque sus nombres aluden, en última instancia, a la redención final. Es más, de acuerdo a nuestra tradición oral el haber mantenido los nombres junto con el idioma hebreo hizo que Israel se separará de los egipcios, lo cual permitió que su envolvimiento con la idolatría fuese menor.
El segundo mérito yace precisamente en haber mantenido su idioma. En el libro de Éxodo se hace referencia a los hijos de Israel como hebreos, el Midrash entiende esto como que ellos sólo hablaban hebreo y por eso se los refiere de esta manera. El mantener su idioma entre ellos y no perderlo frente al imperio egipcio permitió una cohesión interna de identidad que a posteriori sería intrínseca a la redención y subsecuente distribución de las tierras repartidas entre las doce tribus.
El tercer mérito fue el que los hijos de Israel no se entregaron durante toda su estadía en Egipto a Lashón Hará; es más, Éxodo 3:21 nos relata que meses antes de su partida de Egipto se les informó a los hebreos que tomarían prestadas las riquezas de los egipcios para no ser devueltas y ninguno dijo una palabra a los egipcios acerca de ello. Para nuestros sabios, este mérito fue el más importante de todos porque permitió una unicidad entre los hijos de Israel sin precedente. Dicho mérito caería justo a la salida de Egipto y se mantendría caído entre pueblo durante su estadía en el desierto e infortunadamente se introduciría a la Tierra Prometida durante milenios a seguir. De hecho, nuestros sabios nos enseñan que la destrucción del Primer y Segundo Templo fueron debidos a este gran mal.
El cuarto y último mérito es que los hijos de Israel no se casaron ni tuvieron relaciones íntimas con egipcias. Hubo dos excepciones a este mérito; a saber, Yosef quien se casó con una egipcia. Sin embargo, el Midrash nos enseña que Osnat, la esposa de Yosef, a pesar de ser la hija de Potifera, el sacerdote de On, se “unió” a las costumbres y creencias de Yosef, reforzando que sus dos hijos Efraim y Menashe vivieran y se mantuvieran como hebreos en Egipto. En pocas palabras, ella se convirtió al judaísmo, lo cual lo excluye de haber tenido una relación con una egipcia y por consiguiente ese caso técnicamente no puede contar.
Ahora bien, hay otro Midrash que relata una historia completamente diferente en relación con Osnat. En dicha versión Yosef se casa con la hija de Potifar, el mismo personaje que lo mandó encarcelar por supuestamente intentar seducir a su esposa. En esta versión del matrimonio de Yosef, Osnat no es la hija biológica de Potifar sino la hija de Dina, la hermana de Yosef, quien había llegado a Egipto y había sido criada por Potifar y su malévola esposa. Yosef descubre que Osnat es su sobrina y por consiguiente decide casarse con ella. Sea cual sea la versión con la que se quiera identificar el lector, el caso de Yosef es deshecho porque en última instancia Osnat termina siendo judía y no egipcia.
El segundo y realmente único caso se trata de la unión entre Shelomit hija de Dibri de la tribu de Dan y un egipcio cuyo hijo blasfemó el nombre de Dios y a consecuencia fue apedreado a muerte por orden Divina. De resto, durante su estadía en Egipto, los hijos de Israel sólo se casaron y cohabitaron entre ellos.
Este último mérito se convierte en el mérito que determina al pueblo hebreo como un pueblo único impenetrable durante su estadía en Egipto. Es este mérito por el cual luchó Ezra a su regreso de Babilonia, nos repiten nuestros sabios en el Talmud. Es este mérito el que nos puede dar la última redención porque fue este el que les dio a nuestros antepasados la redención de Egipto. Fue la posibilidad y el deseo de mantener los hogares hebreos en su intimidad unidos en una sola creencia la que pudo conllevar a la redención de Egipto.
A todo esto, nuestra Halajá nos enseña de entrada que estos son los cuatro puntos fundamentales que debemos mantener para la redención final, son esos cuatros pilares los que asegurarán nuestro judaísmo, los que nos mantendrán unidos como judíos y los que nos permitirán crecer como judíos hasta el momento en que llegue el Moshiaj Tzidkeinu. La pregunta del millón es, ¿hasta qué punto podemos mantener estos cuatro aspectos firmes junto con la cotidianidad del diario vivir como judíos? Cabe preguntarnos, ¿qué tanto estamos esperando y preparados para la redención final en la actualidad? Este, como cualquier otro momento, es el apropiado para reforzar sobre estos cuatro aspectos que nos traerán la redención final. Cada uno de nosotros tenemos un aspecto en el cual podemos mejorar para unirnos a Klal Israel en los méritos que nuestros padres tuvieron en Egipto. Ellos fueron redimidos de la esclavitud en Egipto, nosotros podemos ser redimidos de la diáspora, sólo tenemos que intentarlo y esforzarnos.