Por: Alter B. Himelfarb W.
¿Por qué? Nos preguntamos. ¿Por qué se odia y se persigue al pueblo judío, para acabar con él?
¿Por qué hasta el día de hoy, ha sido el pueblo más perseguido de la historia? ¿Por qué?
¿Qué le ha hecho el pueblo judío a la humanidad?
Un pueblo que no pasaba más allá de sus fronteras originales, sin ánimos imperiales de invasión, ni de incorporar nuevos territorios.
Un pueblo que traía (y trae aún al día de hoy) un mensaje recibido de viva voz de Dios Todopoderoso. Un mensaje al cual ni le sobra, ni le falta. Un mensaje que busca la Justicia Social, sobre la base de amar a tu prójimo como a ti mismo.
Ejemplos nos da la historia de pueblos que cometieron brutales y execrable crímenes contra la humanidad, pero ni uno sólo de esos pueblos ha sido perseguido tanto como el pueblo judío, el cual de ninguna manera ha generado razones para tal despropósito.
La herencia que el pueblo judío ha recibido de la humanidad, como “deicida”, no la ha recibido ningún otro pueblo o comunidad, diferente a la judía a pesar de los crímenes cometidos por esos pueblos o comunidades.
Las Bulas Papales, como la “Dum Diversas”, (Papa Nicolás V, 1452) que discutían si los negros eran salvajes o sin alma, para finalmente dar patente de corso a los barcos *negreros* europeos para capturarlos y quienes los compraban, consignarlos a una esclavitud indefinida.
Para el Siglo XVII, aproximadamente, habían sacado de África, cerca de 20 millones de negros. Los barcos negreros, estaban manejados desde las principales ciudades europeas. Pero hasta ahora, no ha habido persecución contra el mundo europeo, por esos crímenes: cometidos –por una parte- contra los mismos individuos cazados y por otra, contra el desmembramiento de familias. Padres, hijos, esposas e hijas, habrían salido a cazar o a recoger alimentos. Nunca volvieron a sus hogares. Para sus familiares y tribus, “desaparecieron” ¡¡¡20 millones de individuos!!!
Por los millones de muertos de la 1ª y 2ª Guerra Mundial, prácticamente, a nadie se le ha perseguido hasta ahora. Todas estas guerras, nuevamente, tienen la impronta europea, pero curiosamente no existe una especie de “anti europeísmo”, por los crímenes cometidos.
Los rusos, también cometieron crímenes atroces contra su pueblo y no existe una ola “antisoviética”.
Los Chinos, Japoneses, Coreanos, también sufrieron de uno y otro bando, violaciones, crímenes y no existe ningún sentimiento *anti chino” o *anti nipón* o *anti coreano*, por los atropellos y asesinatos cometidos.
Los españoles, explotaron, esclavizaron y masacraron a los pueblos, aborígenes de América Latina por cerca de 300 años y no existe un sentimiento *anti hispano*.
Podríamos seguir citando casos semejantes, de atrocidades cometidas contra la humanidad y hasta ahora, ninguno de esos pueblos ha generado un sentimiento de odio y persecución hasta el punto de querer aniquilarlo, como ha ocurrido contra el pueblo judío.
Los babilonios, desaparecieron, al igual que los griegos, romanos y persas. Imperios cuyas hordas invadían para subyugar e imponer impuestos, con el propósito de mantenerse económicamente activos.
Mientras tanto, el minúsculo pueblo judío, no pasaba más allá de sus fronteras originales. Una pequeñísima extensión de tierra, sin ánimos imperiales de invasión, ni de incorporar nuevas tierras.
Un ejemplo más de antisemitismo nos llegó hace unos días, el sábado 27 de Octubre del 2018:
La masacre ejecutada por la bestia Robert Gregory Bowers, al haber entrado a la sinagoga “etz jayim” (árbol de vida), en la ciudad de Pittsburgh/USA, el sábado 27 de Octubre del año pasado y haber asesinado a quemarropa a 11 personas de entre 54 a 97 años, (54, 59, 65, 66, 69, 71, 75, 84, 86, 88 y 97), fue una manifestación más de antisemitismo.
No había fines políticos, ni económicos. Únicamente, matar judíos, tal como la bestia Bowers lo expresó a toda voz ante la misma policía, que llegó 5 minutos después de una llamada. “Todos estos judíos tienen que morir” y “quiero que todos los judíos mueran”. En la sinagoga, había alrededor de 100 personas que habían asistido además, a una ceremonia de “”Brith Milá” (circuncisión).
La bestia de Pittsburgh, Bowers, estaba apoyado en un versículo del llamado Nuevo Testamento: Juan 8:44, donde Jesús tiene un diálogo con los (unos) judíos. Éstos (ésos) rechazaban el reconocimiento que Jesús pedía, de que se le amara y se le diera reconocimiento, “…porque venía de parte de Dios…” y Jesús agrega: “…vosotros sois hijos del diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre…” En esa Epístola, donde dice Juan que dijo Jesús, Padre con P mayúscula, aparece cuando Jesús se refiere a Dios. Pero al referirse al comentario de los judíos, aparece con p minúscula.
De manera que esa cita de lo que dice Juan, que dice Jesús, era parte del “caballito de batalla” de Bowers, en su perfil de internet.
En la Biblia publicada por la Sociedad Bíblica Católica Internacional, 13ª edición/1994, Ediciones “San Pablo”/España, en la sección “Evangelios”, (no hay páginas numeradas), a mitad de la primera página de la mencionada sección, dice textualmente:
a) (refiriéndose a los Evangelios) “Escritos por los apóstoles o sus inmediatos discípulos”.
b) El mensaje evangélico, antes de ser consignado por escrito, se transmitió oralmente. La tradición oral, que fue adquiriendo una forma sistemática y estereotipada, dio lugar unos decenios después a nuestros evangelios escritos.
Todo el antisemitismo, hacia el pueblo judío, deviene de allí.
Han sido, sino 2018 años, un poco menos, porque “antes de ser escritos”, hubo una transmisión oral, la cual supuestamente pudo cubrir varios años, para “decenios después”, dar lugar a los Evangelios escritos.
Es decir, que los Evangelios en cuestión, ni siquiera fueron escritos por los propios apóstoles, sino que sus ideas o comentarios, durante decenios fueron transmitidos oralmente y otros decenios de años después, fueron finalmente escritos.
Esos Testamentos Nuevos, fueron escritos basado en el "teléfono roto" de la historia, No sólo que no fueron escritos por los tales Apóstoles, sino por los discípulos de los discípulos de los discípulos de los discípulos y así sucesivamente.
¡Esos “comentarios”, eternizaron el antisemitismo!