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Israel y la Diáspora: El rumbo que tenemos que corregir

Por: Jack Goldstein

Pocos de nuestros antepasados hace 100 años fueron reacios a anhelar la creación de un estado judío. Algunos, religiosos, por no querer adelantársele al Mesías siempre esquivo. Otros, más asimilados a sus sociedades, por no querer poner en riesgo sus nuevos derechos adquiridos en sus países de residencia. Eventualmente, la diáspora supo aunar deseos en torno al proyecto sionista y la creación del Estado de Israel puso nuestros corazones a latir acompasadamente. Pero las realidades de la Diáspora y de Israel no son exactas y a veces ni van paralelas. La realidad es que también pueden ir en contravía una de la otra, irónico precio que se paga al conseguir la soberanía nacional.

Durante los últimos 2.000 años claramente, pero también durante buena parte de los anteriores 2.000, fuimos minoría, fuimos ciudadanos de segunda. Solo en los últimos 70 es que hemos gozado de un mayoría demográfica y política en al menos un país. Hemos aprendido durante siglos a defendernos, a escaparnos, a tener un perfil bajo, a esforzarnos el doble para conseguir la mitad y a siempre velar los unos por los otros. Ahora, la prueba está en aprender a gobernarnos directamente, a gobernar sobre otras minorías y a mantener los vínculos entre aquellos quienes están en Israel y quienes permanecemos en la Diáspora. Así como la Diáspora no necesariamente entiende la psicología del israelí agobiado por los temas de seguridad, los israelíes en buena medida también han perdido esa sensibilidad que las comunidades minoritarias en la diáspora hemos forjado durante milenios y que hacen parte del ADN cultural de nuestro pueblo.

No siempre debemos ver igual; las realidades son diferentes. Pero creo que, si el último año sirve para evaluar la relación entre las dos mitades del pueblo judío, hay suficientes motivos para preocuparnos. Para contextualizar, recomiendo a todos leer el libro “Trouble in the Tribe” de Dov Waxman que narra con crudeza ese comienzo de cisma inimaginable hasta hace poco. Veamos a continuación algunos sinsabores que nos trajo el 2018:

Estamos ante una nueva realidad, un capítulo que en nuestra milenaria historia solo lo podemos ver en las tristemente célebres páginas de nuestra pseudo-soberanía durante las épocas macabeas y romanas que nos llevaron a los más dolorosos cismas. Es momento para un sacudón.