Por: Victor Zajdenberg
Audio: Marlene Himelfarb
El día que Menajem Beiguin (Premier de Israel) recibió en Israel a Anwar Sadat (Presidente de Egipto) y este se presentó en la Kneset (Parlamento) para ratificar que venía para firmar la paz definitiva entre ambos países, a millones de personas se les llenaron los ojos de lágrimas por este paso tan audaz dado por ambos mandatarios, líderes y estadistas que serán recordados como verdaderos “Héroes de la Paz”.
Debe decirse que ambos pueblos, el israelí y el egipcio, estaban cansados de las numerosas guerras entabladas entre ellos, las que provocaron tantas pérdidas de vidas humanas y materiales, por lo que decidieron acompañar a sus respectivos gobernantes en el difícil sendero de una paz verdadera, legítima y legalmente aprobada por el mundo civilizado, que finalizaría con décadas de sangrientos enfrentamientos.
Para el otro universo, el de los que repiten sin cesar falacias goebbelianas e inicuas tergiversaciones, le recordaremos que el Estado de Israel se comprometió a devolver por segunda vez la Península de Sinaí, conquistada en las guerras de 1956, 1967 y 1973, junto con todos los pozos petrolíferos y de gas, incluyendo también el estratégico y fundamental estrecho de Sharm el Sheik (Golfo de Akaba) sobre el Mar Rojo por donde cruzan los barcos que Israel utiliza para comerciar con el Lejano Oriente (India, China, Singapur, Corea del Norte, Japón, etc.).
En 1979, hace 40 años, se inauguraban las respectivas Embajadas en Tel Aviv y El Cairo adornadas con pasacalles, banderas y guirnaldas que daban la bienvenida a esta Paz tan anhelada. Creíamos que ello solo sucedía en Israel, pero cual fue la sorpresa de poder ver, en vivo y en directo, los mismos engalanamientos en las calles que rodeaban a la Embajada de Israel en El Cairo.
En el vagón comedor del tren que realizaba el trayecto de la Capital egipcia hacia Luxor los viajeros hablaban entre ellos y brindaban por la Paz conseguida, manifestando su conformidad al Acuerdo realizado por el Presidente Sadat que pronosticaba el fin del estado de guerra con Israel. “Somos Egipto, no Palestina”. “No necesitamos esas guerras que lo único que han logrado es empobrecer a nuestro país” y, efectivamente, durante estos 40 años de paz ninguna de las partes ha roto su compromiso cumpliendo con todas las obligaciones que emanaban del pacto: devolución de todas las tierras egipcias (incluyendo la ciudad israelí de Iamit), aprovisionamiento desde el Sinaí de gas y petróleo por los conductos que también llevan dichos productos a Jordania y ni una simple bala ha traspasado la frontera egipcia-israelí desde entonces.
Por el contrario, ambos países han conformado una alianza Informativa y de Inteligencia recíproca para aniquilar a los terroristas del Estado Islámico (ISIS), apoyados por Hamas y grupos beduinos, que combaten en el Sinaí contra Egipto y pretenden también penetrar por el Neguev para atacar a Israel.