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La Varsovia judía: Presentación y manual de uso

Por: Ricardo Angoso

La capital polaca, Varsovia, fue quizá la mayor urbe con población hebrea de la Europa de entreguerras, contando con más de 400.000 judíos entre sus habitantes y superando a otras grandes capitales con grandes comunidades, como Berlin, Bucarest Budapest y Viena. Desgraciadamente tras la ocupación alemana de Polonia, en septiembre de 1939, y la puesta en marcha de los planes para ejecutar la tristemente conocida como “solución final”, es decir, el Holocausto, que concluyó en un interminable corolario de destrucción física y material de esta comunidad y, finalmente, en su exterminio en los guetos y los campos de la muerte, esta vida se esfumó para siempre.

La importancia de la comunidad judía de Polonia

Sin embargo, pese a todo, todavía encontramos algo de esa rica y milenaria presencia en las calles de Varsovia y otras ciudades polacas, aunque la mayor parte del legado y el patrimonio histórico y arquitectónico de estas comunidades judías desapareció para siempre. En el año 1939 vivían en todo el mundo unos dieciséis millones de judíos, de los cuales unos seis millones lo hacían en Polonia, del tal forma que el 40% de la población de esta población hebrea vivía en este país centroeuropeo, siendo casi un tercio del total de la población polaca. Paradójicamente, esa comunidad estaba sujeta a numerosas presiones y a un entorno social bastante hostil debido al consabido antisemitismo de una buena parte de la población polaca, por mucho que ahora algunos traten de maquillar esa triste realidad; pero esa es otra historia para otro momento. 

Como ya se ha explicado antes, desde la ocupación nazi de Polonia, en septiembre de 1939 después de un ataque relámpago que provocó la Segunda Guerra Mundial, los judíos sufrieron en sus carnes la persecución. Nada más llegar las nuevas autoridades de la Alemania de Hitler a Polonia, en 1939, se decretaron las primeras medidas contra las poblaciones hebreas en todo el país. Tres millones de judíos polacos, casi la mitad de toda la población judía que vivía en Europa del Este, quedaron atrapados en una gran cárcel sin posibilidad de escapar.

“Antes del estallido de la guerra, la de Polonia era la segunda mayor aglomeración de judíos del mundo, por detrás sólo de Norteamérica. Casi el 10% de los ciudadanos polacos que había antes de la guerra se definían a sí mismos como judíos, ya fuera por religión mosaica o porque declaraba que su lengua materna era el yídish. Casi un tercio de la población urbana de Polonia era judía. Y, sin embargo, el Holocausto de los judíos polacos ha sido encasillado por los historiadores como un tema de estudio aparte, especial, que sólo afectaría al resto de la sociedad polaca de modo tangencial”, escribía sobre este asunto el profesor Jan T.Gross.

La suerte de los judíos polacos

Los judíos polacos murieron, mayoritariamente, en los campos de concentración abiertos por los nazis en Treblinka, Auschwitz, Sobibor, Chelmno y Belzec, en las acciones llevadas contra las poblaciones hebreas a cargo de los "Einsatzgruppen" -escuadrones salvajes que llevaban a cabo grandes matanzas sin miramientos de ningún tipo- y en los guetos abiertos por los alemanes en las ciudades y pueblos de Polonia, sobre todo debido a las pésimas condiciones de vida que soportaban sus obligados moradores. Más de 400.000 judíos vivían en Varsovia antes de la guerra y la mayor parte de esa población fue recluida en el gueto del mismo nombre, un espacio superpoblado de apenas unos kilómetros cuadrados donde la vida no valía nada y reinaban el hambre, la insalubridad y la miseria más espeluznante.

Según cuentan algunas fuentes bien documentadas, algunos miles de polacos participaron en esas matanzas y colaboraron nazis en el exterminio de los judíos. "Muchas de las masacres alentadas por los alemanes fueron llevadas a cabo con la ayuda, o incluso la participación directa, de los mismos polacos. El caso paradigmático es la Masacre de Jedwabne, en la que entre 300 y 1600 judíos fueron torturados hasta la muerte, cuando no quemados vivos, por una parte de los habitantes católicos de Jedwabne", señala la enciclopedia Wikipedia en internet al referirse a este episodio en el que participaron algunos polacos sin escrúpulos.

Pero volvamos a la capital polaca. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, en mayo de 1945, sólo quedaban en pie como máximo el 25% de los edificios de la ciudad, ya que los alemanes en los últimos meses de ocupación habían destruido con saña y crueldad lo poco que quedaba en pie. En los seis años de guerra (1939-1945), la capital polaca sufrió en sus carnes los brutales e indiscriminados ataques alemanes de la Luftwaffe -la aviación de Hitler-, los bombardeos aliados contra los nazis, los ataques artilleros y aéreos de los soviéticos que trataban de “liberar” la ciudad, el levantamiento judío del Gueto de Varsovia y después el levantamiento de los polacos de Varsovia contra los ocupantes nazis. La ciudad, tras tantos sufrimientos, bombardeos, ataques y destrucción sistemática por parte de los ocupantes alemanes, era un cementerio de ruinas, edificios calcinados, imágenes dantescas y destrucción generalizada de casi todas sus instituciones y servicios.

Evidentemente, y dados los antecedentes que hemos reseñado, de la herencia judía queda muy poco pero a continuación vamos a reseñar algunos lugares que quedan en pie y que merecen la pena visitarlos por su significado histórico y potente carga de emotividad, como ocurre, por ejemplo, con los escasos restos del gueto, en que se inmolaron miles de judíos, en condiciones de inferioridad numérica y absoluta desproporción material, contra los alemanes. El gueto estuvo abierto durante 912 días y fue destruido por los alemanes después de la insurrección judía del 19 de abril de 1943, en que los judíos resistieron heroicamente más de tres semanas y que acabó con la destrucción total del barrio judío de Varsovia. En total, unos 7.000 judíos murieron en el ataque alemán, otros 6.000 se quemaron o asfixiaron en los búnkeres que ellos habían construido y el resto, unos 40 000 o 60.000, según las fuentes, fueron enviados a campos de exterminio, principalmente al de Treblinka. Solamente sobrevivieron unos 11.000 judíos de los 400.000 que había en Varsovia antes de la guerra a la ocupación nazi y a la Shoah. ¡Qué terrible!

Lugares que se deben conocer de Varsovia

Pese a todo lo dicho anteriormente, en lo que fue del gueto de Varsovia podemos contemplar un pedazo del muro, que se encuentra entre las calles Siena y Zlota; el monumento a los héroes del gueto, muy cerca del Museo de la Historia de los judíos de Polonia; el memorial de Umschlagplatz -el centro de reunión para todos los judíos cuando fueron llevados a los campos de la muerte- y lugar bien señalizado; el cementerio judío que se conservó casi intacto y que durante la contienda sirvió de refugio a muchos judíos, ubicado en la calle Odrowoza y del que hablaremos más adelante; la sede de la organización judía ZOB (Żydowska Organizacja Bojowa, 'Organización Judía de Lucha’), donde podrás encontrar en el lugar en que se encontraba -calle Mila, 18- un memorial en recuerdo de la misma y de sus valientes héroes;   y la calle Prozna -que se conserva casi igual que en la época del gueto-, entre otros lugares. La historia de este trágico y siniestro devenir de Varsovia está muy bien narrada en la película El pianista, del director de cine Roman Polansky, el mismo también víctima del Holocausto en la ciudad de Cracovia.

Dentro del antiguo gueto de Varsovia, aparte de los lugares reseñados, también debemos visitar sus museos, entre los que destacamos el Museo-Prisión de Pawiak. Es uno de los lugares más terroríficos y tristes de Varsovia. Fue una de las más grandes mazmorras de la Gestapo donde los prisioneros y detenidos eran torturados, asesinados y después “desaparecidos” para siempre. Nunca se encontraron los archivos de los ocupantes alemanes y, por tanto, no se conoce el número exacto de asesinados. El edificio fue construido en el siglo XIX y también quedó destruido tras la Segunda Guerra Mundial. Como curiosidad, hay que reseñar que al salir del lugar podemos ver en el suelo como están señalados los límites o “fronteras” de lo que fue el gueto de Varsovia, una gran ergástula que encerró en apenas unos kilómetros cuadrados a casi 500.000 judíos durante unos meses antes de su fatídico final.

En la enciclopedia wikipedia hemos encontrado esta reseña del lugar: “Tras la invasión alemana de Polonia en 1939 fue una prisión alemana de la Gestapo en Varsovia. Aproximadamente 100.000 hombres y 20.000 mujeres pasaron por la prisión, sobre todo miembros de la milicia polaca clandestina -Armija Krajowa-,y sufrieron todo tipo de penalidades. Aproximadamente 37.000 de ellos fueron ejecutados mientras que 60.000 fueron enviados más lejos a los campos alemanes de la muerte y de concentración”. Y concluye la reseña así:”El 19 de julio de 1944, el ucraniano Wachmeister Petrenko y algunos presos procuraron sublevarse, apoyados por un ataque del exterior, pero fallido. Petrenko y varios otros acabaron suicidándose. En represalias, 380 presos fueron ejecutados el día siguiente. El edificio no fue reconstruido después de la guerra. Su sitio ahora es ocupado por un mausoleo a la memoria del martirio y del museo de Pawiak”. (Fuente consultada y citada:https://es.wikipedia.org/wiki/Prisión_de_Pawiak).

Luego está el Museo de la Historia de los Judíos de Polonia, otro lugar imperdible relacionado con la historia judía de la capital polaca. Es un edificio moderno que abrió sus puertas como museo en el año 2013. También es conocido como POLIN y en su interior podremos conocer, a través de muchos materiales didácticos, fotografías y materiales multimedia, la historia del pueblo judío en Polonia, una presencia milenaria que se truncó en la Segunda Guerra Mundial, cuando los nazis enviaron a tres millones de judíos a los campos. Te recomendamos visitarlo con tiempo e incluso dedicarle una mañana al mismo, pues se trata, sin lugar a dudas, quizá del mejor museo de Varsovia. 

Unas páginas de turismo local definen así al POLIN:”El museo recupera la memoria de la rica convivencia milenaria entre los dos pueblos: el polaco y el judío. Gracias a una exposición interactiva podrás embarcarte en un extraordinario viaje a través de los siglos, pasear por las calles de una judería de los tiempos de preguerra o descubrir los estrechos lazos existentes entre las culturas de ambas naciones. Mención aparte merece el edificio POLIN, cuya asombrosa arquitectura lo ha convertido en todo un referente de la Varsovia moderna”.(Fuente consultada y citada: http://warsawtour.pl/es/project/museo-de-la-historia-de-los-judios-polacos-polin/).

Del cementerio judío a la sinagoga Nozik

El cementerio judío de Varsovia, llamado también de Odrowoza por la calle en la que se ubicaba, es uno de los monumentos más importantes del arte judío europeo y una de las pocas muestras que quedan en Polonia de la rica presencia hebrea. Polonia fue, sin duda, el principal centro judío de Europa Central y del Este, como ya hemos informado antes con profusión de datos. Lamentablemente, al igual que ocurrió en otras partes del continente, el Holocausto “barrió” para siempre la vida judía de Polonia, donde ya apenas quedan judíos e instituciones hebreas. Fue fundado este cementerio en 1780 por el comerciante judío Szmul Zbytkower, quien recibió en agosto de este año el privilegio por parte del rey Stanislao  de abrir esta área sagrada en la villa de Targowék, aunque seguramente los primeros entierros en dicha zona sagrada se produjeron en los años cincuenta y sesenta de esa misma centuria. El cementerio inicialmente comprendía 18,5 hectáreas y servía para enterrar a los miembros de las comunidades judías de Praska y Varsovia, donde también había otro cementerio, el de Okopowa, que servía para enterrar a los judíos más pobres de la comunidad de la capital polaca. Está muy cerca del centro histórico y una parte quedó dentro del gueto.

No podemos dejar esta breve guía de la Varsovia judía sin referirnos a Janusz Korczak (seudónimo literario de Henryk Goldszmit), también conocido como "El viejo Doctor", que fue un médico, escritor y educador judío polaco, que nació en Varsovia en 1878. Murió en el campo de concentración de Treblinka en 1942 acompañando a los 200 niños que había protegido durante la guerra y  negándose a salvar su vida, tal como le pedían, sin éxito, sus amigos, familiares y colegas. Se negó a abandonar a los niños y su marcha hacia la muerte, firme y decidida, fue contemplada con horror por muchos testigos que habían quedado en la ciudad en ruinas. El antiguo orfelinato se encontraba en el gueto y hay un monumento al doctor en el céntrico parque Świętokrzyska; ambos lugares se pueden visitar. 

Otro lugar imprescindible que no debe faltar en este recorrido es la sinagoga Nozik, quizá la única que se salvó de la ciudad y que se encuentra en la calle Twarda, todavía en activo y celebrando los oficios religiosos para la exigua comunidad judía de la ciudad. Se puede visitar cuando no está en activo y  es recomendable hacerlo cualquier día de la semana que no sea viernes o sábado, en que se celebran los oficios religiosos  y lo más probable es que se encuentre cerrada al público.