Imprímeme

Mitos Halájicos Vol. 2

Por: Rav Daniel Shmuels

Dentro de la praxis del judaísmo ortodoxo surgen constantemente mitos que muchas veces se establecen como verdades absolutas, en determinadas ocasiones dichos mitos resultan ciertos y en otras no. Esta es la segunda entrega de algunos de esos mitos, la verdadera Halajá que yace bajo el mito y las posibles fuentes de donde surgen tales mitos. 

En esta ocasión el primer mito que encontramos merodear por las esferas de la ortodoxia judía se trata de la creencia que un gentil no puede asistir a un Seder de Pesaj. La verdad es que la Halajá prohíbe que invitemos a un gentil a cualquier comida de Yom Tov que no coincida en Shabat. El motivo radica en que está prohibido cocinar inadvertidamente en Yom Tov para un no judío; sin embargo, debido a que en Shabat tenemos prohibido cocinar del todo, podemos invitar a un no judío a cualquier Shabat y al cualquier Yom Tov que caiga en Shabat, inclusive si es el Seder de Pesaj. Así mismo, si un no judío viene a nuestras casas sin ser invitado, está permitido alimentarlo pero no podemos cocinar o calentar comida para él. Ahora bien, para aquellos que se están sumergiendo y entrenando para adoptar el judaísmo como su fe absoluta no hay ninguna restricción después de un periodo de tiempo de estudio formal donde su estatus es de prosélito. Una vez el proceso haya finalizado su estatus es de Benei Israel como cualquier otro judío. Es importante anotar que en algunos círculos ortodoxos se denomina a los judíos no observantes como gentiles; esto, a parte de ser absolutamente inapropiado y falso, no se aplica para ninguno de los casos.

La posible fuente de este mito se encuentra en la Torá donde se nos enseña que un no judío no puede comer del cordero pascual (Ex 12:43). Esto, en tiempos del Tabernáculo o del Templo. Hoy en día no tenemos Templo y no hacemos ofrenda pascual como tal. 

Un mito que me ha tomado por sorpresa es aquel donde está permitido que un gentil cocine o caliente comida para que un judío pueda comer comida caliente durante Shabat siempre y cuando el no judío también coma de dicha comida. Esto es totalmente falso. La Halajá nos enseña que un judío no puede comer comida que se haya cocinado o calentado durante Shabat. Nosotros dejamos la comida ya cocinada sobre el Blej (horno de Shabat) o dentro del horno. Si el no judío, por voluntad propia, decide cocinar algo sobre el blej o dentro del horno ya encendido, lo puede hacer; de cualquier forma, el judío no puede comer de esa comida durante Shabat sino sólo hasta después de haberse terminado el día y entonces debe esperar la cantidad de tiempo que la comida tomó para su cocción para en ese punto poder consumirla. 

Es factible que el origen de este mito se encuentre en las múltiples mal interpretaciones acerca del concepto de “Shabbos Goy” (el gentil del sábado) dentro del judaísmo. 

Otro mito bastante extraño es el que determina que un doliente durante el periodo de Shive no puede comer carne ni beber vino. Esto obviamente es falso. El Shulján Aruj en Yoreh Deah 378: 8 y 9, legisla que un doliente puede comer carne y beber vino. Por su lado, el Talmud en la Masejta de Ketubot 8b establece que un doliente no debe beber más de diez copas de vino en tanto eso lo puede conllevar a estar borracho, lo cual es prohibido para todo doliente.

La posible fuente de este mito, o más bien malentendido, se debe a que el Mejaber en Yoreh Deah 341:1 legisla que un Onán (persona cuyo pariente cercano aún no ha sido enterado) no puede comer carne o beber vino; sin embargo, la restricción se levanta en el momento en que el pariente haya sido enterrado. Aparte de ello, y muy pertinente para el momento del año donde nos encontramos, está la Halajá que nos prohíbe comer carne o consumir vino durante los primeros nueve días del mes de Av, con la excepción de Shabat, por cuanto estamos en un periodo de duelo comunitario por el pueblo judío. 

Por último tenemos el mito que determina que si una persona se ha lavado las manos ritualmente (Netilat Yadaim) para consumir pan (HaMotzi) pero habla antes de decir la Brajá del pan; entonces, debe lavarse las manos nuevamente. Esto es cierto hasta cierto punto. Por ejemplo, si una persona empieza a hablar y todos los presentes le enfatizan en estar en silencio antes de establecer un discurso real, no hay necesidad que se vuelva a lavar las manos. Así mismo es el caso de la persona donde ella se da cuenta del error a cometer antes de establecer un discurso formal. Es más, si una persona tiene una conversación corta que no distrae a los comensales de la comida como tal, esta persona no requiere lavarse las manos nuevamente. Empero, si se desarrolla una conversación interactiva donde dos o todos los comensales se distraen y tanto la Brajá a seguir como el consumo del pan quedan en un plano secundario, es necesario que se lleve a cabo nuevamente el ritual de Netilat Yadaim. 

El posible origen de este mito, o mal entendido, yace en la última opción presentada donde la distracción es tal que la Halajá exige un nuevo lavado de manos.