Por: Ricardo Angoso
Fotos: Ricardo Angoso
Budapest era, tras Varsovia, Lodz y Kiev, una de las grandes capitales judías de Europa con una población de algo más de 200.000 hebreos, aproximadamente el 23% del censo de la ciudad. La presencia judía en Hungría era relativamente reciente, a diferencia de lo que había ocurrido en otras partes de Europa. En 1787 apenas había 83.000 hebreos; en 1848 la población ya había crecido hasta los 336.000 y en 1910, según censos de la época, eran 909.000, el 5% del censo total de la Hungría de entonces. Este crecimiento se debía, sobre todo, a las persecuciones a las que eran sometidos en los países vecinos, como Polonia, Ucrania y Rusia, principalmente, y la búsqueda de refugios más seguros en Europa central.
La vida de los judíos discurrió con cierta tranquilidad hasta los años treinta, pero a partir de 1938, con la anexión de Austria por la Alemania nazi, más conocida como el "Anschluss", y por la simpatía de las autoridades húngaras hacia las potencias fascistas, las cosas fueron cambiando paulatinamente a peor, todo hay que decirlo.
El gobierno húngaro del dictador Miklós Horthy declaró, bajo presión alemana, las primeras medidas antisemitas en una fecha tan reciente como 1938, sin que hubiera en este país una oposición real a tales acciones legislativas por parte de la sociedad húngara y de los intelectuales de esta nación, tal como sucedió en Dinamarca y Bulgaria, ambas también aliadas de los nazis. La extrema derecha húngara y los grupos nacionalistas de este país siempre fueron antisemitas y aprovecharon el clima reinante en las vecinas Austria y Alemania para presionar a las autoridades de Budapest en el sentido de que adoptaran medidas realmente duras contra los judíos.
En total, el ejecutivo de Horthy dictó un paquete de cuarenta medidas jurídicas que incluían desde las restricciones al ejercicio de determinadas profesiones a los ciudadanos judíos, como la medicina, el derecho e incluso la ingeniería, hasta poseer grandes propiedades y tierras. Unos 78.000 judíos de todas las profesiones fueron expulsados de sus puestos considerados “intelectuales” por las autoridades húngaras y varias embajadas acreditadas en Budapest en la época señalan que las expropiaciones caprichosas de tierras y bienes a los hebreos era algo corriente y normal en el país.
Pese a todo, Hungría no se sumó a la “solución final” hasta fechas bien tardías y fue tras la ocupación alemana del país, a raíz de que el almirante Horthy hubiera comenzado conversaciones con los aliados, cuando se produjeron las deportaciones, los fusilamientos y las numerosas arbitrariedades perpetradas por los aliados húngaros de los nazis. Los denominados, tristemente, como los "verdugos voluntarios de Hitler" en toda Europa.
A partir de enero de 1944, cuando los alemanes tienen casi definitivamente perdida la guerra después de haber sufrido numerosos reveses, los campos de la muerte trabajan a un ritmo infernal, al considerar que los judíos estaban muriendo demasiado lentamente y que se necesitaba acelerar al máximo el exterminio de los hebreos de Europa. Hitler, junto con sus colaboradores en la mayor persecución de la historia, pretendía que Hungría se implicase en la guerra y que también colaborase en el envío masivo de los hebreos a los campos de la muerte. Horthy, que es un antisemita convencido pero no un criminal, se seguía resistiendo. Incluso una entrevista entre el dictador húngaro y el máximo dictador nazi fracasa, debido a las reticencias de Budapest en implicarse a fondo en el genocidio organizado. Para el régimen húngaro, las medidas antisemitas estaban justificadas pero de ahí a colaborar en el Holocausto había un trecho que Horthy no estaba dispuesto a cruzar.
El 19 de marzo de 1944, cuando todo parece indicar que Alemania saldrá derrotada del conflicto bélico, Hungría es ocupada por los nazis, que ya no ocultan su malestar por el doble juego húngaro, manteniéndose teóricamente en el bando nazi pero negociando con los aliados y soviéticos una salida airosa de la guerra. Hitler ocuparía Hungría con el fin de que todos los judíos húngaros, junto con los que habían escapado de Eslovaquia, Rumania y Polonia, fueran enviados a los campos de la muerte.
Muy pronto, e instalada una administración en Budapest dócil a los deseos de los alemanes, la maquinaría genocida comenzó a trabajar y la persecución de los judíos se llevó a cabo de una forma metódica y “profesional”, tal como habían hecho los alemanes en otras partes ocupadas.
“El nuevo Gobierno húngaro abrió la temporada de caza de judíos en el 29 de marzo de 1944. El ministro del Interior anunció que había que marcarlos “en interés de la defensa nacional y de la seguridad pública”. A partir de este momento, Eichmann se hizo cargo del asunto y, al cabo de pocos días, su oficina emitió una serie de decretos que los húngaros aceptaron prestamente. Los judíos no podían abandonar sus casas y establecieron un Consejo Judío. Después, los alemanes y sus ahora ansiosos aliados húngaros procedieron a librar el país de hebreos, primero los de la periferia y luego los de la capital. László Baky, el nuevo subsecretario del Ministerio del Interior, furioso fascista y antisemita, se jactó de “que el Gobierno Real de Hungría pronto habrá purgado el país de judíos". Y dijo: “Ordeno que dicha purga se lleve a cabo por regiones, para que, como resultado de esta, la judería, sin tener en cuenta sexo o edad, sea llevada a los campos de concentración señalados”, escribirían los autores Debórah Dwork y Robert Jan van Pelt en su estudio Holocausto.
La noticia de las derrotas húngaras y de la inminente llegada de los soviéticos a Hungría a través de Transilvania precipitó que los dirigentes nazis instalados en Budapest pusieran en marcha rápidamente las “máquinas de moler trigo”, es decir, las instalaciones de la muerte de los campos de concentración. Desde abril de 1944 hasta junio de este mismo año se calcula que unos 381.000 judíos fueron deportados, en su gran mayoría a Auschwitz, por los nazis y sus aliados húngaros. A la mayoría, como se comprobaría después de la liberación de los campos por los vencedores, les esperaba la muerte. Constituirían el principal grupo que perecería en el Holocausto, ya que a partir de esa fecha las deportaciones y asesinatos masivos serían de menor cuantía.
Mientras la suerte de los judíos de Transilvania estaba echada, en Budapest el ejecutivo húngaro de Horthy luchaba por mantenerse al margen del genocidio puesto en marcha por los nazis y por evitar sobrevivir tras la inminente llegada de los soviéticos. En un momento de efervescencia bélica en todos los frentes, los húngaros trataban de salvar la integridad territorial del país –notablemente ampliada por su colaboración con los nazis- y al régimen del regente, que es como llamaban al almirante Horthy.
Así, en agosto de 1944 la situación era desesperada, tanto para Horthy como para los miles de judíos que sobrevivían a duras penas en Budapest. El ejército soviético ya avanzaba sin obstáculos por Rumania, y los judíos de la capital húngara sobrevivían sin apenas comida ni posibilidad de trabajo en ningún sitio. Protegidos por algunas embajadas, como las de España, Portugal y Suecia, miles de judíos salvaron sus vidas con salvoconductos y falsos pasaportes entregados por estas legaciones. Eichmann, ajeno a todo, menos a la persecución de la “odiosa judería”, seguía atento y trabajando en el exterminio de los judíos de Transilvania antes de la llegada de los “inoportunos” soviéticos. Resulta increíble como en la mente de los altos encargados de la “solución final” el exterminio de los hebreos era una suerte de misión mística que transcendía mucho más allá del resultado de la contienda bélica.
Dos meses más tarde, a mediados de octubre de 1944, los soviéticos están a tan sólo cien millas de Budapest. Y los nazis, ante el ya irrefrenable avance de los soviéticos que ocupan Rumania, imponen un ejecutivo sumiso a sus intereses, derriban al régimen de Horthy, encarcelan a su odiado hijo István en un campo de concentración, tras secuestrarle, y nombran Jefe de Estado de la Hungría pronazi a Ferenc Szálasi, líder del partido fascista de las Cruces Flechadas.
La situación para la angustiada población judía cambió súbitamente. Unos 160.000 judíos fueron amontonados –no cabe otra palabra- en el gueto de Budapest y unos 50.000 hombres, entre los 15 y los 60 años, fueron seleccionados para ser enviados a los campos de la muerte por Eichmann, quien siguiendo órdenes de Himmler seguía trabajando a un ritmo vertiginoso por acabar con la vida judía antes del final de la guerra.
Recluidos en una estrecha calle del centro histórico de Budapest, centenares de judíos morirían víctimas de las epidemias, el hambre y la brutalidad de los grupos fascistas húngaros. En la sinagoga de Dohány, al comienzo del gueto donde se hacinaban miles de seres humanos, encontraron “refugio” en sus jardines unos 3.000 judíos y allí morirían el poeta Miklós Radnóti y el historiador Antal Serv junto con miles de víctimas sin nombre.
Al igual que en otras partes de Europa del Este, Hungría no fue una excepción a la espiral de odio, persecución y asesinatos colectivos organizados por los nazis con la complacencia de las autoridades húngaras que sucedieron a Horthy. Un cálculo razonable de víctimas señalaría que de los 825.000 judíos que había en Hungría antes de la guerra sobrevivirían apenas unos 260.000, de los cuales unos 100.000 quedarían en la capital, Budapest, cuya tasa de defunciones, muertes, desapariciones y asesinatos (55%) fue bastante menor que en el resto del país. En 1945 quedaban en toda Hungría apenas 155.000 judíos, ya que la mayor parte de los miembros de la comunidad habían fallecido en el Holocausto o habían emigrado hacia Occidente e Israel. A continuación te detallamos los lugares que todavía perduran y conservan la memoria hebrea en la capital húngara.
1. La Gran Sinagoga de Budapest o la Sinagoga de la calle Dohány, como también es conocida. Fue levantada entre 1854 y 1859, en estilo neomorisco, y es la segunda mayor del mundo tras otra que se encuentra en Nueva York. La Gran Sinagoga es muy bella, tanto en su interior como en su exterior, y alberga en su interior el Museo Judío de Budapest, la casa donde nació Theodor Herzl, el Templo de los Héroes, el Cementerio Judío y el parque Memorial del Holocausto Raoul Wallenberg. Se puede visitar y conviene ir con tiempo para conocer en detalle este gran centro judío que nos da unas buenas pinceladas acerca de la vida judía en Hungría.
2. Holocaust Memoria Center. Es un museo dedicado de forma permanente a enseñar a sus visitantes cómo ocurrió el Holocausto en Hungría. Se encuentra en la Pavá Utca y a unos veinte minutos andando desde la Gran Sinagoga, también se puede ir en tranvía. Conviene consultar horarios. Hemos recogido esta reseña que creo que puede servir para ilustrar esta institución:" Este museo ubicado en Budapest, es considerado el mejor museo del mundo dedicado al holocausto, es decir, que aunque otros países también cuentan con museos en honor a estas víctimas, el de Budapest es el más hermoso y peculiar. Esto es debido a que, su decoración además de sorprendente es bastante cuidada, los objetos que se exhiben son interesantes, la información es precisa y entendible". (Fuente citada y consultada).
3. Sinagoga Rumbach o pequeña sinagoga.Es un recinto pequeño, muy coqueto y que fue restaurado tras la caída del régimen comunista, en 1990. Fue construida entre los años 1869 y 1872 por el publicista de Otto Wagner, que era una de las figuras más importantes del Art Nouveau, y su estilo es neomorisco también, como la Gran Sinagoga de la capital húngara. Durante la Segunda Guerra Mundial sufrió algunos daños. La sinagoga está en una calle muy pequeña del centro histórico que se llama Rumbach Sebestyén utca.
4.Sinagoga de la calle Frankel Leo. Es una de las más antiguas y conocidas sinagogas de la capital húngara que sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial. Está realmente enclaustrada en un edificio de dudoso gusto y fue construida en estilo neogótico en 1888 por el arquitecto húngaro Sándor Fellner. Se encuentra en la calle del mismo nombre y está bastante alejada de lo que fue el barrio judío, situándose muy cerca del castillo de Buda.
5. Sinagoga Obuda. Fue construida entre los años 1820 y 1821 siguiendo el proyecto de Aldras Landherr en un estilo neoclásico y muy funcional. Se conserva en muy buen estado y es una de las más grandes de Budapest. Está en funcionamiento desde el año 2004, en fue reinaugurada por las autoridades húngaras y los líderes judíos de Hungría, perteneciendo al rito Lubavithc y siendo su rabino Slomo Koves. Se encuenta en la calle Lajos utca y es también conocida como Alef Kids - Óbudai Zsinagóga. Conviene tener en cuenta antes de ir que está algo apartado del centro de la ciudad y conviene utilizar transporte público para llegar hasta allí.
6. Sinagoga ortodoxa Sasz-Chevra o Sinagoga de la calle Kazinczy. Está muy cerca de la Gran Sinagoga y la podemos incluir en nuestro tour por el barrio judío de Budapest. Se trata de una sinagoga ortooxa muy bien conservada y fue construida entre los años 1912 y 1913 en un estilo claramente centroeuropeo. Los arquitectos fueron los hermanos Löffer, Sándor y Bela. No se puede visitar por desgracia hasta el momento y parece que en su interior hay un baño ritual judío. Se encuentra en la calle Kazinczy utca, en pleno barrio judío.
7.La calle Dohany. Es la calle más representativa del viejo y nuevo barrio judío de Budapest. En esta calle te puedes encontrar un monumento que señala una de las entrada al gueto de Budapest, varias librerías interesantes, restaurantes kosher, muchos bares, restaurantes y todo tipo de servicios, incluyendo hoteles, de todos los precios y gustos. En el suelo de esta calle, te podrás encontrar unas placas que en alemán son conocidas como Stolpersteine y hechas en bronce donde aparecen los nombres de las víctimas del Holocausto, colocándose las mismas en las puertas de las casas que habitaban estas víctimas. Ya hay placas de estas en Budapest, Bratislava, Viena y muchas ciudades de Europa y por lo general, aparte del nombre y apellidos, suele aparecer la fecha en que salieron y si se conoce la fecha de las muertes, muchas veces difícil de precisar por las circunstancias dramáticas en que ocurrieron las mismas.
8.Los cementerios de Budapest. Al ser una gran comunidad, hay que reseñar que contaba con siete cementerios judíos que describimos a continuación. En la parte de Pest de la ciudad de Budapest nos encontramos con los siguientes cementerios: el de la calle Dohany, de rito neolog, al lado de la sinagoga que se encuentra en el mismo centro de capital húngara; el cementerio Kerepesi, en la calle Salgortajani y del mismo rito que el anterior; el cementerio ortodoxo de la calle Granatos; y, finalmente, el de Rakoskeresztur en la calle Kozma y también de rito neolog.
Respecto a la parte de Buda nos encontramos con tres cementerios: el conocido como cementerio judío de Obuda, en la calle Kulso Becsi, número 369, del rito Neolog; el de Farkasret, también Neolog, en la calle Erdi, número 9; y, el último de esta zona, que es el conocido como Viejo Cementerio Judío Ortodoxo, en la calle Csorsz.
Antes de concluir con esta reseña, tenemos que destacar que el gran cementerio judío de Budapest y el que te recomendamos encarecidamente es el que es conocido como Rakoskeresztur. Se encuentra al lado del Nuevo Cementerio Público (Újköztemető) y es uno de los más grandes de Europa, siendo bien conocido por sus monumentos y mausoleos inusuales. Es poco común para un cementerio judío, porque incluye figuras humanas esculpidas y mausoleos elaborados en una variedad de estilos, sobre todo varios mausoleos en el estilo art nouveau o jugendstil, tal como hemos podido leer en la información que hemos encontrado sobre este recinto sagrado en las páginas de Wikipedia.
9.Los zapatos sobre el Danubio. Durante la fase final de la guerra, los fascistas húngaros -los Cruces Flechadas- se hicieron con el poder con la ayuda de los alemanes y participaron activamente en las tareas criminales relacionadas con el Holocausto. Entre marzo de 1944 y enero de 1945, el gobierno colaboracionista húngaro, con la ayuda de los alemanes, deportarían a miles de personas a los campos de la muerte. En apenas unas semanas, unos 565.000 judíos húngaros fueron asesinados en Hungría. Este monumento a las víctimas del Holocausto, inaugurado en el año 2005, trata de recordar a algunos miles que fueron asesinados a orillas del Danubio, después de serles robadas todas sus pertenencias, y arrojados al río sin contemplaciones, algunos incluso con vida. En total, son sesenta pares de zapatos colocados a orillas del Danubio, muy cerca del impresionante parlamento húngaro.
Hemos encontrado reseña explicativa sobre el lugar que reproducimos a continuación:"El monumento rinde homenaje a la memoria de las víctimas con la intención de evitar que caiga en el olvido uno de los episodios más funestos en la historia de la humanidad: el Holocausto judío de la Segunda Guerra Mundial. Estas personas, en su mayoría judíos, eran conducidas hasta las orillas del Danubio. Allí se les ordenaba descalzarse para después ser asesinadas de forma cobarde, con un disparo en la espalda. Después, los cadáveres caían o eran arrojados con desprecio a las aguas del río". Y concluye: "Junto a los zapatos del muelle de Pest se han colocado tres placas alusivas –una en inglés, otra en húngaro y otra en hebreo– que explican el carácter memorial del monumento. Son un claro ejemplo de que la historia hay que recordarla, principalmente para que nunca más vuelva a repetirse". (Fuente citada y reseñada).
10. Placa en honor al diplomático Briz. Angel Sanz Briz fue un diplomático español que en los estertores de la guerra hizo todo lo posible para salvar la vida de miles de judíos atrapados en una tumba mortal. Se calcula que gracias a su trabajo y al del personal de la embajada, que estaba a punto de marcharse ante la llegada inminente de los rusos, unos 5.000 judíos salvaron su vida en casas de protección preparadas ad hoc y con inmunidad diplomática para proteger a los hebreos de una muerte casi segura. También entregó milles de pasaportes españoles para que pudieran escapar del infierno en que se convirtió Budapest tras la llegada al poder de los fascistas húngaros. En honor al personaje, hay una calle dedicada al él del mismo nombre, un monolítico y una placa en la embajada de España. Israel le otorgó a Briz la distinción de Justo entre las Naciones, en 1968, un título que solamente poseen aquellas personas que se distinguieron por su labor heroica durante la guerra salvando la vida de muchos judíos.