Por: Jack Goldstein
Como judíos, recordamos con nostalgia aquella época en que en Jerusalem teníamos un Templo donde guardábamos el Arca de la Alianza como los Urim y Turim. Algunos hoy anhelan el día en que se pueda reconstruirse, como los miembros del Temple Institute, y regresar a épocas arcaicas de sacrificios, Sumos Sacerdotes y Sanhedrín. Pero Jerusalem no fue única. En nuestra milenaria historia, tenemos evidencias de otros lugares donde altares y templos de gran (si bien efímera) importancia alguna vez fueron erigidos.
Shilo: Ya en la Tierra Prometida, y cuando cada tribu se ubicaba en sus parcelas, el Tanaj alude a varios centros de culto, primitivos alteres en la cima de varios montañas. De ellos, quizás el más recordado fuera el de Shilo, donde bajo una carpa se guardaba el Arca. Ahí surgieron las bases ideológicas para comenzar a centralizar el sacerdocio y a encontrar un punto geográfico único, lejos de los ataques filisteos, donde se construiría ese templo que Dios comandó tener algún día y que nos tomaría casi 400 años en lograrlo hasta el reinado de Salomón.
Monte Gerizim: Para las tribus del Norte, mas dispersas y primitivas, sencillos altares siguieron siendo la norma, incluso durante el reinado de Salomón, y especialmente después de su secesión contra el centralismo de Jerusalem. Por casi 1.000 años, y hasta ser destruido en parte por los Macabeos y luego por Bizantinos, en las afueras de Nablus existió un gran altar donde, según la Torah Samaritana, Dios ordenó construir Su Altar. En Gerizim, el Monte de las Bendiciones, los 750 descendientes de Menashe y Efraim que aún quedan, ascienden para celebrar las tres peregrinaciones comandadas en la Tora: Sukot, Shavuot y Yom Teruah. Según ellos, tanto el Arca, como los Urim y Turim de los sacerdotes, están enterradas dentro del Monte Gerizim, esperando al Taheb, ese mesías que regresará a redimirnos y retornarnos a la fe de Dios.
Isla de Elefantina: Durante la dominación Persa de Egipto en el siglo V AEC, en una isla frente a Aswan, un batallón de mercenarios judíos construyó su Templo, evidencias de lo cual existe en papiros milenarios y alguna curiosa estrella de David entre sus ruinas. La leyenda dice, que el rabino de turno, al salir de Jerusalem, trajo entre sus maletas el Arca. En ese Templo incluso se realizaron sacrificios hasta que hacia el año 400 AEC los egipcios reconquistaron la zona y el templo se abandonó. Sus descendientes quizás se asimilaron a las mayorías egipcias o quizás se escaparon hacia el sur donde posiblemente hayan dado origen a quien hoy llamamos falashas de Etiopia. Leontópolis fue otra ciudad de la zona con un Templo menor
Para el movimiento reformista, al menos en sus inicios, y debido a sus cambios filosóficos radicales en identidad y su rechazo a la necesidad de retornar a la Tierra Prometida, la centralidad de Israel y Jerusalem perdieron su relevancia. Así pues, podían construir en cualquier barrio, su propia versión del Templo, así fuera a menor escala. De ahí que en Estados Unidos es tan usual oir al gringo preguntar: ¿Are you coming this Saturday to Temple?