Por: Alter B. Himelfarb W.
Hace 25 años, 18 de Julio de 1994, en Buenos Aires, Argentina, minutos antes de las 10:00am, toda Argentina sentía –como siempre en esos días- la fragancia de la paz y la tranquilidad. Un sentimiento, como cualquier país Latinoamericano podría tener, de calma, unión y serenidad.
Pero perversos, degenerados y malignos enemigos de la Paz, habían urdido un plan, que fue todo un “éxito” para ellos, amantes exacerbados de la tragedia, la calamidad y la desdicha.
¿Quién pensaría que en la tranquila y al mismo tiempo efervescente metrópolis de Buenos Aires, pudiera ocurrir un –segundo- desastre de tal naturaleza? Buenos Aires, no estaba preparada, ni prevenida, para ello. ¿Quién volvería a hacerle daño a esta noble ciudad?, ¿quién iría nuevamente a hacerle daño a sus ciudadanos?
Ellos lo sabían. Escogieron en desgraciada suerte, -nuevamente-, a una ciudad de las siguientes características:
De reconocida importancia.
Bajo nivel de seguridad. ¿Sería posible un segundo -ataque terrorista de tal naturaleza en Buenos Aires?
Oportunidad precisa para que el fundamentalismo musulmán pudiera volver actuar a sus anchas.
(En Mayo 17, de 1992, atentaron contra la Embajada Israelí en Argentina: 22 muertos, 242 heridos, destrucción de la Embajada)
A las 9:53 am del 18 de Junio de 1994, a 100 años de fundada la AMIA (1894), una camioneta Renault, cargada con explosivos, -*coche bomba*-, estalló al frente de la institución. Murieron 85 personas e hirieron a cerca de 300, inocentes ciudadanos, miembros de la AMIA, -Asociación Mutual Israelita Argentina-, como también oficinistas de la entidad y personas que buscaban allí, alguna información. 18 de los muertos, eran peatones o vecinos del sector. Los otros 67, estaban dentro del edificio.
El *éxito* para estos depravados, fue completo: el edificio fue totalmente destruido.
Lograron *su objetivo*: hacerle daño a la Comunidad Judía Global, haciéndole daño a la Comunidad Judía de Argentina. Porque aún hoy en día, los lazos familiares traspasan fronteras. Cualquiera de estos judíos que murieron allí, por el terror del Islam, tenían familiares en Australia, o en Alemania, o en Colombia, o en Estados Unidos, en Israel, en Perú o en Costa Rica.
El *artífice* de semejante tragedia, fue el terrorismo Islámico, donde el brazo ejecutor fue Hezbolláh, -el grupo terrorista que se ha apoderado del Líbano-, quien recibió instrucciones de su jefe, protector y patrocinador, La República de IRÁN.
Apenas en el 2006, 12 años después del atentado, se logró completar el portafolio de pruebas, acusando al Gobierno de Irán como autor intelectual, en cabeza de Ahmad Vahidi, nada menos que Ministro de Defensa de Irán y a Hezbolláh, como autor material.
No vamos a ahondar en todo el proceso jurídico, que llega hasta la interrupción de la acusación del Fiscal Nisman a la Presidente Cristina Kirschner, por causa del vil asesinato del Fiscal. Pero dejamos constancia de lo siguiente: La otrora Presidente, Cristina Kirschner, con suficientes pruebas en la mano, resuelve aceptar el Memorándum de Entendimiento Argentina-Irán.
¿Error gravísimo o presencia de corrupción?
Seamos lógicos: Si Irán hubiera estado limpio de toda culpa, Irán habría rechazado cualquier tipo de “entendimiento”, por considerar que todo lo atribuido eran infundios. Lo cual quiere decir que en el fondo, en última instancia, había argumentos y bases sólidas para inculpar a Irán. Por ello, Irán no quería que la demanda de terrorismo, llegara a la Corte Internacional de Justicia. Irán “la debía”, por eso “la temía”. O que “tenía tanto rabo de paja, como para no acercarse a la candela”.
Todo lo anterior, sin contar los embolates, confusiones tergiversaciones en los juzgados, que lamentablemente han mostrado cómo la corrupción Iraní, había llegado al poder Judicial Argentino, a través de la “mecedora”: Se abren procesos con testigos y pruebas falsas y equivocadas. Un tiempo después, se “descubren los errores y fallas”. De ésa manera, *vuelve y juega*, se abre otro proceso y así, sucesivamente, los procesos se alargan, se extienden, hasta que llegue un día, cuando la gente como Ahmanideyad, (ex Presidente Iraní) preguntarán: ¿Acaso existió la AMIA? ¿Pero hubo en verdad un atentado?
“Blanco es y lo pone la gallina, ¿qué es’?”.