Por: Rabino Eliahu Birnbaum
En numerosos aspectos de la existencia judía diaspórica encontramos rastros de influencias que no provienen de la casa de estudio rabínica sino del medio no judío circundante. Me refiero al uso de indumentarias similares a las de los gentiles, al empleo de melodías eclesiásticas en sinagogas, al ingreso de la novia a la jupá acompañada de su padre al son de la marcha nupcial habitual entre los no judíos, a la similitud y hasta la copia de la arquitectura eclesiástica en la construcción de sinagogas, al uso de vestimenta de color negro por parte de mujeres que están de duelo, a la adopción de diversas festividades nacionales y culturales de distintos países y religiones ( por ejemplo: el día de acción de gracias en los Estados Unidos), a la adopción por parte de judíos de nombres gentiles o al uso de indumentaria similar a la de un sacerdote por parte del cantor litúrgico sinagogal. Estos y otros muchos ejemplos nos confirman que los judíos no viven en islas solitarias al margen de la influencia de las naciones, culturas o religiones extrañas.
A lo largo de la historia podemos apreciar las diferentes influencias que la sociedad general ejerció sobre los judíos, y aun si consideramos que estos habitaban ghettos, de todas maneras no vivían en absoluto aislamiento. Las influencias culturales, estéticas, gastronómicas y arquitectónicas dejaron su sello marcado en la comunidad judía. A veces, penetraron inclusive influencias de tipo religioso, si la sociedad circundante practicaba el cristianismo esta religión insidía en la judía y si la sociedad general era musulmana ocurría otro tanto. Esto nos enseña que cuando un judío vive como minoría en el seno de una sociedad gentil mayoritaria, aunque sea parte de la comunidad y posea una vida de Torá, inevitablemente vive simultáneamente en varios mundos, en distintas culturas y bajo diferentes identidades. El judío, por más diferenciado que esté de las demás naciones vive igualmente en un mundo global.
Maimónides escribe: "No nos conducimos según las normas de los gentiles ni nos asemejamos a ellos ni en la vestimenta, ni en el peinado o cosa por el estilo. El judío debe diferenciarse y distinguirse de los gentiles tanto por su indumentaria como por sus demás costumbres, tal como se diferencia de estos en sus creencias (Hiljot Avodá Zará 11:1).
Según esto, está prohibido asemejarse a los gentiles y actuar como éstos no sólo por temor a la idolatría sino para diferenciar entre ambas colectividades, de lo cual se desprende que el motivo de la separación es principalmente de orden sociológico y no puramente religioso. Sin embargo, parecería que en la actualidad las directivas de Maimónides no se llevan a la práctica.
En diferentes épocas, los rabinos fueron recurrentemente consultados respecto del relacionamiento con la sociedad cristiana.
Los judíos sentían que a los efectos de ser tratados igualitariamente por la sociedad mayoritaria debían adoptar prácticas propias del lugar, aunque estas impliquen incorporar parcialmente aspectos no judíos y hasta un tanto cristianos en lo referente a la conducta. Justamente las autoridades halájicas italianas, que convivieron continuamente con cristianos a lo largo de casi dos mil años y en el seno de una cultura tan rica, fueron consultadas reiteradamente sobre este respecto y sus respuestas reflejaron una especial sensibilidad hacia las necesidades del público.
Una de las temáticas que más vívidamente reflejan la influencia cristiana al interior del Sancto Sanctórum de la vivencia judía es el uso de música eclesiástica en sinagogas. El Prof. Meir Benaiahu describe así la actitud de judería italiana hacia la música: "los judíos italianos eran amantes de la poesía y la música al tiempo que se distinguían por su habilidad para tocar instrumentos musicales... Italia estaba colmada de iglesias y en estas se rendía culto mediante cánticos y el uso instrumentos musicales. Las melodías brotaban de las casas de oración gentiles y entraban en los corazones de los judíos que pasaban por sus inmediaciones". El Rabino Israel Moshé Jazán (rabino de Roma 1847-1854), a mediados del siglo XIX permitió tocar música eclesiástica en sinagogas:
"La melodía que se toca en las iglesias es tal que induce al corazón a la aceptación por tratarse de melodías sublimes y a las que el oyente está habituado… por lo tanto lo mismo ocurre con el corazón del judío que asiste a la sinagoga, este puede estremecerse y emocionarse al oír melodías exquisitas basadas en motivos que le son conocidos por tratarse de la cultura del lugar… por lo que influyen al interior de su alma. Por lo tanto, no es posible que un judío de Italia disfrute y su corazón se estremezca al escuchar melodías a las que no está habituado" (La Ciudad de Roma 1).
En otras palabras, un judío se emociona al escuchar las melodías que acostumbra a oír en su país de residencia. En Egipto los judíos disfrutaban de la música de Um Kultum, en Rusia los judíos disfrutan al escuchar las marchas del ejército local, cada uno reacciona emocionalmente ante la música propia del lugar que es aquella capaz de influir en el espíritu de la persona. Por esta razón el Rabino Jazán autoriza usar en la sinagoga música litúrgica eclesiástica, pues en su opinión esta es capaz de emocionar al judío e inducirlo a rezar.
Los eruditos italianos no solamente permitieron el uso de melodías litúrgicas eclesiásticas, sino que además autorizaron el uso del órgano, el cual es considerado por muchos como un elemento que agrega excelencia al cumplimiento del precepto de rezar (ver un análisis interesantísimo del tema en el artículo del Prof. Benaiahu titulado "Opinión de los sabios italianos sobre el uso de órgano durante el rezo").
Otra pregunta originada en los rabinos italianos que fuera formulada al Rabino Israel Moshé Jazán y que aparece en su libro de responsa "La Ciudad de Roma" se refiere a la necesidad de los judíos de adoptar patrones culturales frecuentes entre los cristianos. El Rabino Jazán se lamentaba que el público llegaba tarde al rezo y propone una solución práctica: "decreté que se coloque en el patio de la sinagoga o en el exterior de esta un reloj y entonces no tendrán excusa... empero preguntan si se puede poner una campana que suene anunciando las horas tal como existe en las iglesias o en las casas y en las ciudades". El público pidió un reloj con campanario similar al de las iglesias.
Cuando ejercí como rabino en la ciudad de Turín - Italia, observé una costumbre muy particular entre las familias de la comunidad. En Turín, durante la semana se cena a las ocho de la noche, ni antes ni después. Esta es la práctica de la población local y también la de los judíos. Me sorprendió de sobremanera percatarme que los judíos locales en las noches invernales de viernes en las que el Shabat se recibe temprano, al volver a sus casas provenientes del rezo no recitan de inmediato el kidush sino que esperan a que se hagan las ocho de la noche para realizarlo. Aparentemente, esta práctica contradice lo estipulado por el Shulján Aruj, el cual indica que "al regresar a su casa en la noche de Shabat se habrá de comer de inmediato" (Oraj Jaím 271:13). Sin embargo, en la responsa del Rabino Menajem Azariá de Pano (Italia, 1548-1620) leemos: "La costumbre mayoritaria de los judíos desde tiempos inmemoriales es no apresurarse a cenar de inmediato al llegar a la casa después de rezar Arvit... sino que cada uno actúa como le resulta más placentero, y permítanles a los hijos de Israel actuar según su propio criterio ya que todos ellos son descendientes de profetas". Esto nos enseña que el placer sabático del judío debe estar adaptado a la práctica local y al horario habitual de cena en el sitio de residencia.
El Rabino Iosef Masas (1892-1974) en su libro "Maim Jaím" ("aguas de vida") responde una consulta de un judío que pregunta si está permitido disfrazarse en Purim, y el rabino sorprende con su respuesta:
"En tu agradable misiva me relatas sobre la costumbre que es popular en tu país de usar máscaras en Purim, si bien el Ramá lo autoriza y hay quienes opinan que está prohibido, empero hay otras autoridades rabínicas que escribieron que está absoluta y terminantemente prohibido hacerlo porque esta costumbre se derivó del uso de máscaras por parte de cristianos durante la festividad gentil del carnaval´" (Maim Jaím 298). Según el Rabino Masas la costumbre de usar máscaras en Purim probablemente tenga su origen en prácticas ajenas al judaísmo.
El Rabino Itzjak Iosef en su libro "Yalkut Iosef" advierte de otra influencia cristiana sobre el mundo sinagogal: " en algunas sinagogas modernas se ha innovado recientemente que el oficiante vista una indumentaria negra similar a la de los curas, solamente con leves diferencias. El imitar a los curas es una mala y amarga costumbre, se trata de una abominación, por lo que está prohibido rezar en estas sinagogas”. La necesidad de introducir la belleza de Yefet en las tiendas de Shem no es algo novedoso. Raban Shimón ben Gamliel dice: "En cuanto a los rollos de la Torá, además de en hebreo, se permitió escribirlos únicamente en griego... tal cual está escrito: 'Dios concedió belleza a Yefet para que resida en las tiendas de Shem'. Que la belleza de Yefet esté presente en las tiendas de Shem" (Tratado de Meguilá 9B).