Imprímeme

Aproximación al dilema de las pruebas de existencia de un Ser Supremo desde algunos milagros cotidianos

Por: Iona Estévez Bretón

“… todos los que estamos involucrados en estudios científicos nos convencemos de que un espíritu se manifiesta en las leyes del universo, uno cuya influencia es muy superior a la del hombre. De esta manera el estudio de la ciencia conduce a un sentimiento religioso de un tipo especial, que a su vez es muy diferente de la religiosidad de alguien más ingenuo…”

Respuesta de Albert Einstein a una carta de una niña llamada Phyllis, en 1936.

El dilema de las posibles pruebas de la existencia de un Ser Supremo y benevolente que es simultáneamente omnipresente, omnisciente y omnipotente ha estado presente en el pensamiento colectivo de la humanidad, en especial en el de las culturas occidentales de tradición judeo - cristiana y en particular a partir del movimiento renacentista europeo.  Pero la aproximación científica o la metafísica no cuentan, al menos por ahora, con paradigmas que permitan ilustrar el tema de una manera totalmente racional o que resulte experimentalmente relevante desde una mirada con filosofía positivista. 

Por esto resulta pertinente mencionar algunas realidades cotidianas que, si bien no llegan a constituir pruebas de carácter científico de la existencia de una Fuerza Creadora Inteligente de origen sobrenatural, si conducen desde su inicial análisis con óptica racional y científica a una ulterior reflexión ; una que logra iluminar el intelecto y el espíritu en la búsqueda del contexto y del significado del tipo de relación que tal Ser Supremo -Hashem- parece sostener con los seres humanos y con toda la naturaleza. La cual muchos concebimos como Su naturaleza, al entender a la misma como fruto de Su iniciativa, Su inspiración y Su acción. Pero estas realidades también pueden resultar hechos llamativos y seguramente inquietantes para aquellos quienes se reconocen a sí mismos como ateos y por quienes, dicho sea de paso,  manifiesto total respeto y tolerancia.  

Comienzo por describir la forma tan particular en que la lluvia cae sobre nuestro planeta tierra. No llueve con chorros continuos, como ocurre cuando cualquier cuerpo de agua ordinario cae de un sitio a otro. Aunque se trate de rocío, llovizna, o de un aguacero, la lluvia está formada por gotas separadas y definidas. De esta manera, animales terrestres o aéreos y seres humanos somos protegidos del riesgo de ahogamiento, pues aún en  medio de lluvia de intensidad moderada podemos seguir inhalando el vital oxígeno contenido en el aire. Naturalmente que la estructura nasal en forma de pirámide propia de los seres humanos nos confiere una protección adicional en este sentido: el vital flujo de aire queda totalmente aislado de la interferencia de la lluvia (excepto cuando nuestro cuerpo se encuentra en posición horizontal). Por otro lado, tan particular composición de la lluvia permite que la sensación desencadenada al caer esta sobre nuestro cuerpo sea suave, reconfortante y agradable, muy especialmente luego de un periodo con clima cálido y/o seco.

También los animales, vegetales y la propia tierra reciben de buen agrado tan singular, delicado e inteligente aporte hídrico. Excepción clara es la amenazante lluvia torrencial -potenciada por el viento muy frío e intenso que puede acompañarla. Existe una segunda variación de la lluvia, la nieve, la cual tampoco produce daño per se al caer sobre los seres vivos; de hecho para los seres humanos la nieve tiene un encanto  especial y proporciona un espacio lúdico extraordinario. Naturalmente que el acúmulo excesivo de nieve sobre la tierra y las tormentas de nieve si representan algunos riesgos potenciales. Caso aparte es el de la lluvia en forma de granizo, pues este puede llegar a producir lesiones al golpear en medio de su trayectoria a los seres vivos que no cuenten con una opción de refugio … afortunadamente las granizadas son poco frecuentes, al menos mientras el cambio climático global no decrete situación distinta. 

La comprensión de los particulares fenómenos meteorológicos de índole físico - química que determinan tan singular estructura de la lluvia permite vislumbrar la misericordia y la generosidad de Hashem hacia Su naturaleza y entonces comprender de manera integral dicha composición con su milagrosa trascendencia en la conservación de la vida y el bienestar de los seres vivos de nuestro amado planeta. Se dispone de un enfoque que parte de lo racional - científico y despliega un alcance trascendental e insospechado: esto resulta verdaderamente fascinante y conmovedor.

Paso a una segunda situación milagrosa cotidiana -aunque esta vez no esté al alcance inmediato de nuestra vista-.

Las familias de pingüinos se forman a partir de parejas monógamas que se reproducen cuando la hembra pone dos huevos -durante los meses de mayo y junio- y los entrega a su pareja para que los incube en un proceso que tardará entre 1 y 2 meses, según la especie. Durante dicho proceso el padre permanecerá en ayuno, combatiendo el intenso frío polar (hasta de 60°C bajo cero) para cuidar permanentemente de sus preciados huevos. Mientras tanto, mamá pingüino se dirigirá al mar abierto para luego volver a casa con una reserva de alimento destinada para los polluelos que están por nacer (o ya son dos grisáceos recién nacidos).

Entonces la madre releva al padre en su tarea para que este pueda finalmente ir en pos de tan esperado alimento ; esta equitativa alternancia se mantendrá en adelante para continuar nutriendo a los polluelos. Las colonias de pingüinos de la Antártida se componen de decenas de miles de habitantes; inclusive se encontró una mega-colonia compuesta por aproximadamente 1.5 millones de individuos de la especie Pygoscelis adeliae (pingüino Adelia).

A pesar de ello, los padres logran reconocer de manera asombrosamente precisa la voz de su cría y proveer su nutrición de manera exitosa. En este caso vemos como, al estudiar los fenómenos biológicos que permiten tan singular proceso reproductivo, aparecen de nuevo la  misericordia y la generosidad de Hashem como un actor tras bambalinas, con una voluntad y una capacidad para generar y mantener la vida y el bienestar de los seres vivos que resulta tanto abrumadora como conmovedora. La evolución biológica de estas singulares aves acuáticas fue sin duda el medio que permitió alcanzar tan alto nivel de refinamiento, pero simultáneamente surge la presencia de Hashem con Su magnífica inteligencia rectora e impulsora que se ubica “escondida tras el milagro”.

Por último, quiero describir los aspectos más sorprendentes del proceso milenario de la construcción de los panales por parte de las abejas de la miel (Apis mellifera). Este hecho cotidiano constituye una verdadera “obra maestra de la arquitectura”. El matemático Thomas Callister Hales demostró en 1.999 con su “Conjetura del Panal de Abejas” que el teselado hexagonal -retícula en forma de panal de abeja- es la mejor manera de dividir una superficie en regiones de igual área y con el mínimo perímetro total. Esto ya se había propuesto en las antiguas Roma y Alejandría, aunque sin contar con la respectiva demostración matemática.

De esta manera las abejas economizan material de construcción (la cera secretada por ellas mismas), optimizan el almacenamiento de su preciada mercancía (larvas, miel y polen) y construyen una colonia liviana, pero con una notoria estabilidad estructural. En realidad, en el momento inicial las celdillas individuales son redondeadas pero al irse agrupando van adoptando su característica forma hexagonal (tal como ocurre con las pompas de jabón) y de manera paralela al enfriamiento progresivo de la tibia cera fabricada por las abejas. Tan refinado e inteligente proceso físico - químico y biológico para asegurar el mantenimiento de la vida y el bienestar de los seres vivos nuevamente nos hace pensar en un humilde y semi-anónimo “Director de Orquesta” que coordina de manera sutil y totalmente efectiva todo el proceso, utilizando la evolución como mecanismo biológico constatable y entendible para el ser humano.

La Presencia de Hashem Todopoderoso se devela nuevamente, de manera discreta pero a la vez brillante y fascinante.

Quiero concluir este escrito citando unas magníficas palabras de nuestro inigualable líder, el Rebe de Lubavitch:

“El intelecto es inadecuado porque no todas las cosas pueden ser explicadas. El intelecto necesita de la fe. La fe es impotente porque la verdad siempre permanece irreal. La fe necesita del intelecto. Pero son opuestos, tan contradictorias como ser y no ser. La fe acepta; el intelecto pregunta. La fe se rinde; el intelecto lucha.  Milagrosamente, existe una fuerza que las puede unir en armonía. Se llama sabiduría: la capacidad de ver la verdad como es”.

Y también cito a Hubbert Reeves, astrofísico y ecologista canadiense nacido en 1.932: “El hombre es la especie más insensata. Adora a un Di-s invisible y destruye una Naturaleza visible. Sin darse cuenta que esta Naturaleza que destruye es el mismo Di-s que adora”.

Referencias