Por: Jack Goldstein
El museo de El Bardo en Túnez es posiblemente el mejor de todos aquellos dedicados a exponer mosaicos. En este caso, la mayoría del material expuesto corresponde a lo que los romanos dejaron en su provincia de Cartago entre los siglos III AEC y V EC. Este museo también se hizo tristemente célebre cuando hace cuatro años un comando de islamistas radicales irrumpieron repartiendo plomo y asesinaron a unos veinte turistas, incluyendo a dos colombianos.
Entre los más majestuosos salones hay una pequeña sala donde la pieza central es un rollo de Tora del siglo XIX que poco o nada tiene que ver con el museo. Asumo que es apenas un detalle de esos que se tiene para atraer al turismo judío y demostrar que el país en cuestión goza de una importante tradición judía. Esos esfuerzos sobreactuados se pueden ver también en lugares como Polonia o España, que tienen mucho de que arrepentirse y a menudo, poco que mostrar. Lo interesante está en las paredes que lo rodean y en la sutil explicación que se lee donde hace referencia a mosaicos judaizantes de una “supuesta” sinagoga.
Pero de supuesta no tiene nada. La sinagoga de Haman Lyf, al sur oriente de Tunisia, tuvo mucha vida desde al menos hace 1800 años. Como en casi cualquier lugar del mundo, el hebreo se usa para el rito, pero el vernáculo se usa para las placas conmemorativas. En este caso, los mensajes están en latín y hacen referencia a la Sancta Sinagoga, mensaje que se encuentra enmarcado entre menorot de siete brazos. Otras piezas de Haman Lyf se encuentras en el Metropolitan de Nueva York y muestran menorot escudadas por lulav y etrog
Los judíos de Túnez cuentan una historia que se remonta a la primera diáspora tras la caída del Templo con Nabucodonosor, en le siglo VI AEC. Muy seguramente, llegamos acompañando a nuestros aliados los fenicios quienes hicieron de Cartago su gran ciudad. En Hamam Lyf fuimos perseguidos cruelmente por el Almohades en los siglos XI y XII EC y se cree que únicamente para el siglo XVIII pudimos regresar. La segunda Guerra Mundial trajo una situación de curiosa convivencia bajo el régimen de Vichy y los Nazis. Tras las independencias de Túnez e Israel, y especialmente después de la Guerra del Sinai en 1956 la vida judía de Haman Lyf dejó de existir y, en general, muy poco quedó en Túnez.De una comunidad de casi cien mil almas, hoy solo hay quizás algo más de mil personas Curiosamente, lo único que queda de Hamam Lyf son los mosaicos de su sinagoga de hace 1800 años.
Bibliografía: