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Irán e Israel: Relación milenaria

Por: Marcos Peckel

Dos antiquísimas civilizaciones enfrentadas actualmente en una guerra simplemente porque el régimen de una de ellas, Irán,  ha decidido aniquilar a la otra, Israel. Dos países separados por 1500 kilómetros de distancia en lo que quizás es la primera guerra entre Estados que no comparten frontera. Irán, antigua Persia, con una extensión de 1,7 millones de kilómetros cuadrados y una población de 90 millones de habitantes es un Goliat frente a un David,  Israel, 25 mil kilómetros cuadrados, 10 millones de habitantes. Una historia común que data milenios atrás.

Corría el año 583 AC cuando Babilonia, bajo el mando de Nabucodonosor, ocupa el Reino de Judea y exilia a sus habitantes, pertenecientes a las tribus hebreas de Yehuda y Benjamín. Esto pone fin, temporal, a la presencia judía de casi 700 años en la tierra de Israel,  destruyendo además el primer templo construido por el rey Salomón en Jerusalem, cuyo padre, el rey David, la había convertido en capital del Reino.

 Pocos años después, en 539AC, Ciro el Grande de Persia ocupaba y destruía Babilonia.  Padre de la dinastía Aquemida fue el fundador del extenso imperio persa que se extendería hasta territorios de Europa, Norte de África, Asia Central y el Levante.  En ese mismo año,  el emperador Ciro emitió un edicto por medio del cual permitía a los judíos “retornar a Jerusalem y a la tierra de Judea”, con lo cual los exiliados retornaron a su tierra ancestral y construyeron el segundo templo en Jerusalem. Comenzaba con ese edicto un vínculo entre esas dos antiquísimas civilizaciones,  persas y   judíos. 

Aquellos judíos que no retornaron a Judea tras el edicto permanecieron en Persia, constituyéndose en una gran comunidad que vivió y prosperó en el país hasta la revolución islámica de 1979 cuando la mayoría abandonó Irán, pasando de unas 100 mil alamas entonces a unas 10 mil actualmente.  La historia cuenta que la reina Esther, judía, contrajo matrimonio con Jerjes el hijo de Darío el Grande. La tumba de Esther en Hamadan, Irán,  ha sido hasta el día de hoy lugar de peregrinación de mujeres de todas las fes para pedir por la fertilidad.  Moshe Katzav, nacido Musa Qassab en Yazd, Irán fue presidente de Israel entre 2000 y 2007.

Irán fue el segundo país de mayoría musulmana después de Turquía, en reconocer al Estado de Israel tras   su independencia en 1948.  Durante los años del Sha Mohamed Reza Pahlevi los dos países mantuvieron vastas relaciones comerciales, energéticas y en seguridad.  Durante esos años Irán fue el mayor proveedor de petróleo para Israel.

Tras el triunfo de la revolución islámica en 1979 el nuevo régimen bajo el clero shiita, encabezado por el Ayatola Ruhollah Jomeini,  erigió  a Israel en su “enemigo mortal”  por razones netamente ideológicas.  El “pequeño Satán” como lo bautizaron, Estados Unidos siendo el grande. Todo vínculo con Israel fue revocado y la embajada de Israel en Teherán se transformó en la embajada de Palestina.  Paradójicamente poco es conocido el hecho que Israel apoyó con armas e inteligencia a la República Islámica en su guerra contra Irak entre 1980 y 1988.

Para los nuevos regentes shiitas, la causa palestina les servía para establecer credenciales con las masas árabes y seguidores de la izquierda en Occidente. Mas allá de apoyar de palabra a los palestinos,  la destrucción del Estado judío -ente sionista como lo denominan- se enquistó como política de Estado en la República Islámica, tema infaltable en los discursos de los lideres iraníes, inclusive en la Asamblea General de Naciones Unidas. Nunca ha apoyado la República Islámica ningún proceso de paz entre Israel y los palestinos y cuando ha podido, los ha saboteado.

Dada la distancia de unos 1700 kilómetros que separan a ambos países, Irán estableció su red de proxis en los países fronterizos con Israel, principalmente Líbano y Gaza,  para usarlos como punta de lanza a vista de cumplir su cometido de eliminar al Estado Judío.  Adicionalmente durante los años de la guerra civil en Siria hasta la caída de Assad,   miles de combatientes de la guardia revolucionaria iraní establecieron bases en ese país, las cuales fueron objeto de ataques aéreos continuos por parte de Israel que las consideraba una amenaza a su seguridad.

 Hezbollah, la milicia shiita formada por la Guardia Revolucionaria iraní, inició una guerra desde territorio libanés contra Israel en 2006 en momentos que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobaba el primer paquete de sanciones a Teherán por su programa nuclear.  Ese fue, quizás, un primer salvo de lo que vendría 17 años después, el 7 de octubre de 2023,  con el asalto de Hamás a Israel seguido de los ataques de Hezbollah el día siguiente. De un momento a otro,  Israel se vio enfrentando una guerra de supervivencia en siete frentes, orquestada directamente desde Teherán con el objetivo de consumar su misión de borrar a Israel del mapa. Cuando los proxis comenzaron a flaquear,  el mismo Irán atacó a Israel,  primero en abril del año anterior, en supuesta retaliación por un ataque a una sede consular de Irán en Damasco y posteriormente en octubre de ese mismo año, sin provocación alguna, en una clara agresión de acuerdo con el derecho internacional.

 El programa nuclear iraní,  rodeado  de ambigüedades,  reactores  secretos, incumplimientos recurrentes del Tratado de no Proliferación,  junto con el desarrollo de sofisticados misiles y las constantes exhortaciones a su aniquilación,  representan  una amenaza existencial a Israel.  El expresidente de Irán Ali Akhbar Hashemi Rafsanjani, fallecido en 2017,  había declarado en un discurso en la universidad de Teherán en 2001,  que solo se necesitaba una bomba atómica para destruir a Israel.   Por tal suerte,  hace  décadas Israel comenzó su batalla sin cuartel contra el programa nuclear de Irán. Científicos persas morían en las calles de Teherán en extrañas circunstancias a la vez que, en uno de los más efectivos ataques, Estados Unidos e Israel implantaron un virus, STUXNET,  en los sistemas de   control de las centrifugadoras del reactor nuclear en Natanz,  deshabilitándolas y retrasando de esa manera   en años el programa nuclear.

En múltiples ocasiones Irán, signatario del tratado de no proliferación ha incumplido sus compromisos. El reactor de Fordow, objeto del bombardeo americano hace unos días,  fue ocultado a la AIEA hasta que fue descubierto por la inteligencia americana en 2009.  Tan sólo hace unos días el director de la AIEA, el argentino Rafael Grossi,  informó que Irán estaba en una abierta violación del Tratado de no proliferación por el nivel y cantidad de enriquecimiento de Uranio.

Agencias de inteligencia occidentales estimaban que Irán se acercaba peligrosamente a la Bomba, lo que llevó a Israel a lanzar un ataque preventivo,  antes que exponerse a un Irán armado con ojivas atómicas cuyo destino sería el Estado judío.  De esa manera Israel,  cuya doctrina militar se centra en su supervivencia, tomó una página de la guerra de los seis días de 1967,  en la cual Jerusalem lanzó un ataque preventivo contra Egipto y Siria, países que habían movilizado sus tropas hacia la frontera señalando un   ataque inminente que podría haber sido catastrófico para Israel.

La retaliación de Irán no ha sido diferente de la que usan sus proxis; atacar objetivos civiles mientras que Israel concentra sus ataques en objetivos militares, nucleares, lanzadores de misiles, bases de la Guardia Revolucionaria y los Basij y centros de inteligencia y de propaganda.  Salta a la vista la inmensa   inversión en alarmas, refugios y defensa antiaérea que ha hecho Israel a través de su historia con el solo fin de proteger a sus ciudadanos, lo cual explica el bajo número de víctimas civiles ante tan mortíferos ataques desde Irán.

Israel, en completo control de los cielos iranies, ha demostrado una extraordinaria capacidad militar,  ha doblegado a los proxis iraníes en Gaza y Líbano, ha sido el catalizador de la caída de Assad en Siria y ha desnudado la debilidad del régimen islámico que quedó expuesto sin sus proxis,  que constituían su primera línea de defensa.

El ataque de Estados Unidos a los tres reactores nucleares de Irán en Natanz, Espahan y Fordow, le asesta un golpe de gracia, por ahora,  al programa nuclear de Irán.  El régimen de los Ayatolas,  consciente de su vulnerabilidad, seguramente llevará a cabo una retaliación simbólica para calmar a sus bases y evitar un enfrentamiento directo con Estados Unidos que significaría su fin.

La masacre de Hamás del 7 de octubre de 2023 se convirtió en la génesis de un nuevo Medio Oriente, caracterizado por la estrepitosa caída de Irán y sus proxis y la consolidación de Israel como la gran potencia militar de la región, lo cual es de esperar se traduzca en victorias diplomáticas y políticas para Jerusalem, incluido el premio mayor:  relaciones con Arabia Saudita.  Solo queda por esperar el fin de la guerra en Gaza iniciada por Hamás precisamente para evitar el realineamiento Jerualem-Riad, sirviendo de esa forma a los interese de Teherán. El tiro les salió por la culata.