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Otras reflexiones para el confundido

Por: Henry Akerman

Con gran acierto, Raquel Goldschmidt, titula “Al confundido” la respuesta al artículo escrito por Azriel Bibliowicz en el periódico El Espectador el pasado 14 de octubre de 2.025.

Me permito enviar las siguientes reflexiones adicionales:

El atroz ataque producido por Hamas el 7 de octubre de 2.023 contra el Estado de Israel, no solo fue un evento traumático, fue el más atroz acto cometido contra Israel desde su fundación y sin duda el más sanguinario contra el pueblo judío desde el holocausto.

Argumentar que la respuesta de Israel fue desproporcionada no tiene sentido, Hamas inicio esta guerra contra Israel con la clara intención de destruirlo y matar a todos los judíos en el mundo como lo repiten incesantemente en todas sus declaraciones. Israel ha hecho todo lo que está en sus manos para evitar bajas civiles, tal como la proporción de muertes civiles contra combatientes, ya con información más verificable y hoy con el cese al fuego en vigencia podría ser de 1:4, esto sin desconocer que las guerras son crueles, nada indica que Israel haya cometido crímenes de guerra y mucho menos un genocidio.   ¿En ese orden de ideas tocaría preguntarse si fue desproporcionada la respuesta de los Aliados contra Alemania? Cuantos millones de alemanes murieron en los bombarderos de Dresden y tantos otros realizados para enfrentar la barbarie nazi pero aun así nadie podría siquiera cuestionar quién estaba haciendo lo correcto.

El termino genocidio, que desafortunadamente Azriel repite en su artículo,  es el más vil de los argumentos antisemitas que se ha podido inventar en el vasto inventario de libelos inventados a lo largo de la historia contra los judíos, invirtiendo el más cruel y representativo evento histórico sucedido contra los judíos por el régimen nazi. Es intentar despojar al pueblo judío de su máxima tragedia invirtiendo la culpa hacia otro evento en el que un genocidio no ha ocurrido. Si, hay una guerra cruel y dolorosa en Gaza con múltiples bajas civiles, pero nunca un genocidio. Israel, aunque tenía las capacidades de ocasionarle, nunca tuvo la intención. Y quien sí tenía la intención de cometerlo el 7 de octubre de 2023, es decir Hamas, afortunadamente no tenía las capacidades.

Decir que Israel construyó su identidad a raíz del holocausto es un error garrafal. Es más preciso decir que Israel como estado moderno nació a pesar del Holocausto. Su proceso de auto determinación nacional, en el contexto del sionismo moderno, había surgido más de 50 años antes de 1948 para no recalcar que Israel siempre fue la cuna ancestral del judaísmo por más de 3000 años.

Que un número plural de países haya respaldado la creación de Israel en 1948, este hecho si correlacionado con las evidencias atroces del recién ocurrido Holocausto, no puede esconder que existe un antisemitismo latente y un juego geopolítico crudo y brutal. Los países que han reconocido a Palestina (Aun hay que preguntarse qué entidad fue la que reconocieron) los mueven diversos intereses entre ellos la influencia de sus propias poblaciones islámicas locales, la permeabilidad del movimiento Woke y la doctrina absurda y automática de la izquierda radical de alinearse automáticamente contra Israel, que hoy hacen parte de muchas naciones jugando con un peso desproporcionalmente alto, sin mencionar el peso automático de la infinidad de países árabes y musulmanes que imponen su narrativa en los organismos no gubernamentales.

Banal y simplista argumento, lo del judío o el católico colombiano para minimizar el antisemitismo inoculado por el Sr. Petro en una población colombiana que carecía de estos odios ancestrales y que utiliza para demonizar un solo conflicto en el mundo por el solo hecho de que en este hay judíos a quien culpar. El sionismo, que hace parte de la identidad de la gran mayoría de los judíos en el mundo ha sido totalmente distorsionado para que entre dentro de las categorías que a personajes que como a Petro le convienen, tildándolo de colonialista, racista y abusador y ocultando el antisemitismo que lleva implícito. Es evidente que un judío colombiano es tan colombiano como cualquier otro y no debe ser víctima de persecuciones ni estigmatizaciones.

Los extremos son malos, pero, que a uno no le guste la política de un país, no puede pretender poner en entredicho su existencia. No porque Venezuela o Irán estén gobernadas por dictadores, se me ocurriría a mi o cualquier ser pensante poner en duda la existencia de ese estado o su desaparición, como si lo proclaman en sus marchas (en Colombia promovidos por Petro) la desaparición del estado de Israel, entre otras con su famosa frase “Desde el rio hasta el mar”.

Mientras, los hoy llamados árabes palestinos y muchos de quienes los soportan, entiendan que Israel no se va para ninguna parte y está en ese sitio para quedarse, no habrá paz. Desafortunadamente nuestra generación no conocerá este desenlace, la educación en el odio hacia Israel que se sigue inculcando en los territorios palestinos y el radicalismo religioso que los gobierna, dejaron el 7 de octubre una de 2.023 una herida muy profunda en el pueblo israelí ( aun entre los más liberales o de izquierda) de que no hay contraparte con quien hablar y que la ingenuidad de que ceder territorios será el fin del conflicto ha desaparecido. Tocará pensar en soluciones creativas y lideres comprometidos que aún no se vislumbran en el horizonte.