Escribo estas líneas desde Berlín, Alemania. Justo aquí hace apenas 70 años estaban asesinando en masa a mis hermanos sólo por ser parte del Pueblo de Israel. El Holocausto fue sin duda el momento más oscuro y decadente desde que los romanos nos expulsaron de nuestra Tierra. No obstante, paralelo a esto, otros hermanos judíos estaban encendiendo poco a poco la llama de la Redención: cientos de judíos, en las más arduas condiciones, estaban retornando a Eretz Israel después de 2000 años de exilio; estaban reconstruyendo un Estado.
Entre esos pioneros se hallaba un joven llamado Shimon Peres, quien años después se convertiría en uno de los líderes de Israel tomando parte en muchas de las decisiones más críticas de nuestro joven Estado.
Puede que no se esté de acuerdo con todo el camino y método de Shimon Peres, pero nadie puede negar que su amor por el pueblo judío y amor a la Tierra de Israel son difíciles de equiparar. Cuando muy joven tuve el mérito de conocer personalmente este gran judío: todo un Tzadik y todo un mentsch. Peres es posiblemente el último icono de la Vieja Escuela Sionista.
Considero que debemos seguir mucho de su ejemplo y de lo que reflejó. Y para lograr esto pienso que no basta con solo leer sobre él, o solo escuchar sus discursos, sino que es a través de nuestras acciones y duro trabajo que materializamos su cometido. Shimon Peres nunca se quedó en la mera teoría, ni siquiera a los 93 años durante sus últimos días con salud. Peres siempre actuó con esfuerzo en pro de lo que amo: Am Israel.
"Si nos destruimos y se destruyó el mundo con nosotros por el odio gratuito, nos volveremos a construir y el mundo con nosotros se construirá por el Amor Gratuito" - Rav Kook