¿Por qué tantos países quieren tomar parte en la reconstrucción de Gaza? ¿Por qué tanto afán en crear un “país palestino”? O sea, yo no veo avalanchas de países y ONGs tratando de reconstruir, por ejemplo, a Siria que llevaban más de una década de guerra civil hasta la caída del dictador Bashar al-Assad. Tampoco veo a países muy alarmados hablando de reconstruir lo que ha causado el genocidio islamista contra cristianos en Sudán. No he visto que haya tanta prisa por intentar reconstruir a ningún otro país que esté devastado por conflictos.
En cambio, con el tema de “reconstruir Gaza”, todos llegaron corriendo. Países como Turquía, Francia, Jordania, España y muchos más. La lista es larguísima. Incluso Gustavo Petro durante su gira por Medio Oriente dijo que ayudará a reconstruir Gaza [pero ojo, eso sí, Petro no le destina tantas ganas a intentar reconstruir Colombia]. Es tan incomprensible que incluso para reconstruir a toda Europa después de la Segunda Guerra Mundial (el Plan Marshal) se invirtió muchísimo menos dinero de que lo que Gaza ha recibido en donaciones este último par de décadas.
¿Por qué todos quieren tener una mano en Gaza, más de lo que quieren en cualquier otra “reconstrucción” del planeta? Creo que la respuesta es porque si reconstruyes a un país devastado como, por ejemplo, Yemen (que tiene la peor crisis humanitaria de la modernidad por culpa de los hutíes), lo que ocurriría es que Yemen quedará arreglado para el largo plazo y se acaba el negocio de la “reconstrucción”. O sea, ayudar a una causa finita, implica tomar el riesgo de que en algún punto se les acabe el negocio. Es decir, lo necesitan los nefastos amigos de Hamas es que exista una guerra perpetua contra Israel porque sólo así su razón de ser perdurará.
La economía de Gaza es el victimismo y por eso su destino es la autodestrucción. Les doy un ejemplo que pasó el mismo día en el que se pactó el cese al fuego entre Israel y Hamas: El infame influencer gazatí al que llaman “Mr. FAFO” (Saleh Aljafarawi) fue asesinado, mas no por Israel, sino por otros árabes miembros de un clan rival dentro de Gaza. Su muerte no es un hecho aislado ni un accidente, sino que es el reflejo de una sociedad que se consume a sí misma porque han hecho del victimismo su modo de subsistencia y de la violencia interna su forma de gobierno. Les explico:
Mr. FAFO se hizo famoso tras el 7 de octubre porque sacó un video celebrando los ataques contra población inocente en Israel y luego se presentó en redes como “periodista”, “paramédico” y “víctima de guerra”, y todo al mismo tiempo. Con videos mal editados y una narrativa de sufrimiento, logró despertar la compasión de miles de occidentales ingenuos que, movidos por la compasión, enviaron donaciones millonarias a este influencer. Con ese dinero en donaciones, Mr. FAFO dijo que construiría un hospital en Gaza. Recaudó más de 13 millones de dólares, pero al final, como acostumbran a hacer en Gaza con el dinero donado, no levantó una sola pared. Ese dinero “desapareció” en la cuenta de Mr. FAFO, al igual que desaparece todo centavo donado que llega a Gaza. Eso que hizo Mr. FAFO no es distinto a lo que siempre hacen en su régimen. O sea, él simplemente aplicó el modelo de Hamas: convertir el dolor de su gente en una fuente de ingresos.
El negocio del victimismo es la industria más rentable de los gazatíes. Ellos no exportan Tomates Cherry ni USBs, sino que cada foto de un edificio destruido lo vuelven un negocio. Cada niño que muestren herido (así no lo esté realmente) los gazaties lo convierten en un ingreso. Los donantes en Europa y EEUU creen que están salvando vidas en Gaza cuando en realidad, están financiando la próxima guerra. Así funciona el círculo perfecto del victimismo: Occidente se conmueve por las imágenes, Hamas recauda su plata y Gaza permanece hechas trizas, porque su estancamiento social es la fuente de ingresos más valiosa que ellos han logrado desarrollar.
Pero la historia de Mr. FAFO tiene una ironía aún más profunda. El tipo no murió a manos del “enemigo sionista”, sino de su propia gente. Fue eliminado con 12 tiros en el pecho por otra tribu gazatí rival en una lucha interna que tienen contra Hamas. Esa es la verdadera esencia de Gaza. Son un caos de tribus árabes que se odian entre sí y que lo único que los une temporalmente es la propaganda contra Israel.
Algo que pocos occidentales entienden: el concepto de “nación” es prácticamente inexistente en el mundo árabe porque la estructura tribal nunca desapareció de su mentalidad. El islam político del siglo XX intentó cubrir su naturaleza tribal, pero ellos siguen siendo fieles al modelo de clanes/tribus, no al Estado ni a la ley. Por eso, cuando los gazatíes no están en guerra contra Israel, las tribus árabes vuelven a matarse entre sí. Porque la enemistad externa solo suspende temporalmente la interna. Por eso es que apenas se declara un cese al fuego, el odio que se tienen entre ellos mismos regresa a su estado violento original. Tienen una cultura que no puede mirarse al espejo y arreglar sus propios problemas internos, sino que solo pueden destruirse socialmente en busca de poder tribal.
El caos tribal de Gaza no es una excepción, sino la norma en el mundo árabe moderno. Siria, Irak, Líbano, Libia. Todos son ejemplos de la misma cosa. Son Estados creados artificialmente por potencias europeas que cuando trazaron sus fronteras imaginarias en mapas, embutieron en un mismo país a etnias, tribus y religiones que nunca habían convivido entre ellas bajo una sola autoridad común. El nacionalismo árabe del siglo XX (una idea utópica que importaron desde occidente para fabricar nuevas “identidades nacionales árabes”) es una idea que nació en despachos coloniales después del Acuerdo Sykes-Picot. Y como toda ficción impuesta desde fuera, el nacionalismo árabe se sostuvo sobre violencia y corrupción en todo Medio Oriente. Por eso cuando las dictaduras árabes caen, lo que emerge de los escombros no es libertad, sino que retornan a las luchas civiles originales que siempre han tenido entre clanes y milicias.
Pensar que un “Estado palestino” o que “reconstruir Gaza” va a solucionar este conflicto, es repetir el mismo error histórico. Seguir dándole premios a Gaza es institucionalizar y perpetuar el conflicto. Sería simplemente crear un nuevo escenario donde las tribus se devorarían entre sí, mientras que occidente siguen mirando el conflicto desde lejos y de forma compasiva, lanzándoles dinero. Así que Gaza no necesita más donaciones, ni más tratados, ni más cumbres “de paz”. Lo que esa gente necesita es una transformación moral interna que no va a venir de conferencias impuestas por otros, sino que los gazatíes tienen que pasar por un proceso de maduración social real.
La cosa es que mientras el victimismo siga siendo rentable en Gaza por culpa de la ingenuidad de los occidentales, la autocrítica de los gazatíes nunca existirá. De esa forma, su destino seguirá siendo el camino a la autodestrucción y así es como buscar guerras contra Israel se vuelve la única salida que tienen, antes de colapsar socialmente acabándose entre ellos.
A pesar de todo esto, Israel triunfaremos y Bnei Ishmael harán teshvua como indica el midrash (Baba Batra 16b).




