Parashat Vaykra
Explicación sobre ofrendas
Este Shabat 13 de Adar II de 5784, 23 de marzo de 2024, se comienza a leer el tercer libro de la Torah: Vaikra: “Y dijo”. Además, éste Shabat es el segundo de los Shabatot especiales: Shabat Zajor. El maftir leerá esta porción de Zajor de un segundo rollo de Torah: los últimos versículos de la porción Ki Tetzé (Deuteronomio 25:17 al 19). El texto comienza con la palabra zajor (recordar) y concluye con la advertencia lo tishkaj (“no lo olvides”). Se trata de la sección que habla del ataque cobarde, aprovechando la debilidad de los hebreos durante la estadía en el desierto y la orden Divina de borrar la memoria de Amalek de debajo de los cielos. Esta Haftará se lee un Shabat antes de Purim para comparar este relato con la historia de Esther y el enemigo Amán, quien abusando de su poder deseó destruir a los judíos de Persia.
Resumen
Dios prepara a Moshé para que instruya a los hijos de Israel, cómo deberán ser escogidas y entregadas las ofrendas de vacunos, ovinos, aves, de harina de flor, ofrenda horneada, tortas y hojaldres ácimos con aceite. Lo que sobraba de las ofrendas de harina y aceite era para Aarón y sus hijos. Dichas ofrendas no debían tener levadura ni miel, pero necesitaban ser sazonadas con sal. Las ofrendas de las primicias requerían tener aceite e incienso. También se describe cuál era el ritual realizado por los cohanim para efectuar dichas ofrendas.
Sobre los rituales de las ofrendas de Shelamim (de paz), vacunos y ovinos. Durante la descripción de dichas ofrendas aclara que se prohíbe consumir sebo (grasa que rodea los órganos vitales) ni sangre, como Ley perpetua, en todas las generaciones donde quiera que fueren sus lugares de residencia.
Explica cómo era el ritual de ofrenda que se requería cuando se pecara por ignorancia, por parte del cohen, de la congregación de Israel, de un gobernante o una persona común. Dicha ofrenda se hacía con un novillo y se explica su ritual correspondiente.
Si pecó por error, se traía una hembra de ovino, como ofrenda, ésta ofrenda se llamaba Jatat. El pecado por error era por:
- Si alguien pecare por ignorancia con alguna de las leyes de la Toráh.
- Si un testigo vio y no declaró.
- Por tocar objeto impuro, cadáver de animal impuro o impureza humana.
- El que no cumpliere su juramento.
Pero si no alcanzaren sus medios para llevar la ofrenda correspondiente debía llevar dos tórtolos o dos palominos y si ni para ellos alcanzare sus medios entonces llevará un décimo de Efáh (1.800 gr.) de harina en flor sin aceite ni incienso para el ritual y será perdonado.
Aquél que pecare por ignorancia en lo referente a cosas Sacras de Ado-nay, tenía que agregar (como multa) un quinto de lo correspondiente a la ofrenda, un cordero o lo equivalente en shekalim de plata.
Quien pecare incurriendo en perjurio ante Dios, fraude contra su congénere o retención del salario, deberá devolver lo arrebatado y agregar una quinta parte al valor. Después hará la ofrenda de ovino y le será perdonado. Por todos los pecados mencionados, el Cohen expiaba por ellos y eran perdonados sus pecados.
Enfrentar a Amalek. Comentario de la Parashat Vaikra por el Rabino Alfredo Goldschmidt del Centro Israelita de Bogotá.
Explicaciones
Levítico 1:17: “Lo despedazará con su plumaje, mas no habrá de separarlo y lo hará consumir el cohen en el Altar encima de los leños que están sobre el fuego. Holocausto es, sacrificio de aroma grato para Ado-nai”.
El Rabino Marcos Edery explica que, en comparación con la ofrenda de un animal, el ave era consumida completamente en el fuego con todo su plumaje mientras que al animal debía ser retirado el cuero y el cuerpo separado. Edery trae la explicación de Rashi que dice que el que ofrendaba un ave, su condición era de pobreza y para que no se sintiera incómodo por la pequeñez de su ofrenda, se realizaba el holocausto con plumaje y se viera de mayor tamaño. Edery observa que la Torah trae una vez más la enseñanza de la sensibilidad para toda clase económica y social de personas.
Cuando se regala con amor, no importa qué tamaño o cual es el valor del regalo, de esta manera un regalo costoso por quedar bien o porque toca, no será tan apreciado como cuando se regala con muchas ganas de entregarlo. Dios quiera que el hombre sepa regalar a su semejante con sentimiento, es como si regalara a Dios.
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Levítico 1:16: “Quitará su buche con sus plumas y lo arrojará al lado del Altar hacia el oriente, en el lugar de las cenizas”.
El Rabino Marcos Edery trae la opinión de los sabios del Midrash en la sección Vaikrá Rabbá que interpretan este hecho debido a que los animales vacunos u ovinos que se sacrificaban y se quemaban todo dentro del fuego del Altar, se sabía lo que comían, mientras que las aves se alimentaban de cualquier cosa que hallaban y llenaban su buche con cualquier alimento hurtado, no apto, sucio o contaminado, por eso no era suficientemente puro para ser ofrendado, sino que se arrojaba junto a las cenizas. Explica Edery que de ahí la Torah parece indicar que hay que rechazar todo tipo de hurto que se pudiera camuflar mediante una religiosidad aparente, acompañada con devoción ritual.
El ave era sacrificada de todas maneras aún sin su buche, eso también puede decir que aún la persona que tiene defectos, puede retirar sus defectos para volver al camino de la pureza espiritual.
Levítico 1:15: “Lo acercará el Cohen al Altar y seccionará su cabeza y lo hará consumir en el Altar, cuando su sangre ya se hubiera exprimido sobre la pared del Altar”.
Se trata de la ofrenda de paloma o tórtola que era traída por quienes no tenían medios para traer un animal más grande. El comentarista Alshej: Moshé Alshij (1508-1593) explica que ésta acción es representativa, puesto que la sangre de la persona pobre es como si estuviera exprimida, debido a la preocupación por su pobreza.
Aún la persona pobre debía llevar una ofrenda al Beit Hamikdash aunque fuera una ofrenda simbólica, para que se sienta en igualdad con el resto de sus hermanos, aún quienes reciben tzedaká, deben realizar gestos de caridad. La ley judía establece grados de caridad y una persona que no puede dar materialmente caridad, debe ofrecer, al menos palabras de aliento y palabras afectuosas.
Levítico 1:14: “Y si de las aves holocausto fuere su sacrificio ante Ado-nai, habrá de acercar de las tórtolas o de los palominos, a su sacrificio”.
La ofrenda de aves ha sido analizada poéticamente y filosóficamente por nuestros sabios. Era la ofrenda llevada por el pueblo de Israel cuando no tenía los medios para adquirir un animal más grande. Estas ofrendas se consagraban por, culpa, pecado, o paz. Representaba el sentimiento de amor o de arrepentimiento por haber transgredido alguna de las leyes de la Torah. En el tratado del Talmud, en Berajot 5:B, dice “tanto el que ofrece abundantemente, como el que está obligado a reducir su ofrenda, son considerados hombres meritorios, siempre y cuando su intención sea noble”.
Los sabios han dado diversos simbolismos de acuerdo a las especies ofrendadas; De esta manera las tórtolas ofrecidas debían ser adultas, pero las palomas debía ser jóvenes; de acuerdo al Midrash “Hashem declaró que las tórtolas adultas eran aptas para los sacrificios, debido a que cuando la compañera hembra muere, la que queda le es fiel a la otra y nunca se junta con ningún otro ave. Esto es un símbolo del Klal Israel que tiene la firme convicción de que nunca cambiará a su Verdadero Dios por ningún otro poder. Las palomas maduras, no obstante, no son kasher para ser sacrificadas ya que están sobreprotegidas por sus parejas y debido a los celos, fomentan una disputa superflua”.
Hoy, al no existir aún el Templo de Jerusalem y sus rituales, las ofrendas han sido sustituidas por Tefilá (oración), y tzedaká (caridad), principalmente.
Levítico 1:15 → Sobre la ofrenda de palomas “Lo acercará el Cohen al Altar y seccionará su cabeza y lo hará consumir en el Altar, cuando su sangre ya se hubiera exprimido sobre la pared del Altar”.
El Rabino Zave Rudman (Nació en Estados Unidos, educador y conferencista en Israel), explica que la palabra Korván (ofrenda) en hebreo significa en su raíz acercamiento. El objetivo de las ofrendas a Dios no sirven para El, que todo lo tiene y todo lo sabe, sin9o que se trata de una manera de acercamiento a Dios. Explica con sus palabras: “El objetivo del hombre es esforzarse para acercarse a Dios tanto como le sea posible. Llevar un animal al Templo y elevar sus partes en el altar para Dios declara nuestro deseo de llevar nuestra parte material más cerca de Dios”.
El Rabino Rudman también habla de una manera de mostrar gratitud a Dios. En los primeros capítulos de la Torah cuando se nos relata la historia de Caín y Abel, vemos que el instinto de agradecimiento del hombre a Dios era entregándole de una manera física la obra de sus manos. El tesoro más valioso que existe, después de la vida humana es la vida animal. Cuando se tiene posesión de un animal, como un ave kasher o una res, su destino suele terminar en la mesa del comedor. Es posesión del hombre, y la manera de demostrar agradecimiento a Dios, es ofrendando un animal que sirve para alimentación. Al no existir el Templo de Jerusalem, las ofrendas de animales se han reemplazado por tzedaká (caridad), u objetos materiales de ayuda a los necesitados. Para esto también se ha legislado la manera de hacerlo correctamente.
Con respecto a la sangre, es lo que lleva la vida del animal, la sangre del animal se santificaba al ser exprimida y consumida en el Altar, se santificaba la vida del animal sacrificado. Era una manera de demostrar la santificación de la vida del hombre que entregaba sus animales que le hubiesen servido de alimentación. En el caso del hombre pobre llevaba una paloma, pero todos debía demostrar su agradecimiento especialmente su cercanía a Dios.
Ojalá cada hombre, mujer y niño, recuerde que todo lo que posee, ha sido por beneplácito de Dios, y su trabajo y esfuerzo se verá premiado, siempre y cuando comparta con Dios, (con el necesitado), aquello material que ha ganado y posee.
Levítico 1:14 → “Y si de las aves, holocausto fuere su sacrificio ante Ado-nai, habrá de acercar de las tórtolas o de los palominos, a su sacrificio”.
En Berajot 5B, está escrito que el que ofrece con abundancia, es considerado tan meritorio como el que ofrece poco por necesidad, siempre y cuando su ofrenda sea con noble intención.
Los exégetas están de acuerdo que la gente que llevaba palominos o tórtolas como ofrendas, pues no les alcanzaba para llevar ganado mayor, eran atendidos por los Cohanim como cualquier otro ofrendante. El objetivo de las ofrendas, de acuerdo a varios profetas, era la manera que tenía Dios de acercar al pueblo de Israel a Sí y alejarlo de la idolatría a la que había estado expuesto en Egipto cientos de años. Después de la caída del Segundo Templo de Jerusalem, las ofrendas fueron reemplazadas por tefilah (salmos y oraciones). Esta es la manera como el hombre se acerca a la Divinidad.
Cuando la Tefilah es sincera, es de corazón y se entiende a Quién se está dirigiendo, es aceptada, como lo eran antiguamente las ofrendas. Las aves han representado, en la literatura judía, desde Noaj (Noé), y en el Midrash: la paz, la lealtad y la bondad. Que la oración hacia Dios sea con sentimientos y deseos de paz, de bondad y lealtad a Dios dentro del espíritu de la Torah.
Levítico 1:12 y 13 → “Y lo trozará según sus trozos y su cabeza y su sebo y los dispondrá el Cohen encima de los leños que están sobre el fuego que estaba sobre el Altar. Las entrañas y las patas las lavará en el agua. Acercará el Cohen todo y lo hará consumir en el Altar, holocausto es, sacrificio, aroma grato ante Ado-nai”.
En Aish Latino, el rabino Avi Geller, expone una explicación muy interesante del Rabino Samson Raphael Hirsch: La gente hoy en día tiene dificultad para comprender el concepto de los sacrificios animales. Ciertamente ellos no quieren reinstaurarlos y algunos han de hecho censurado cualquier mención de ellos en los libros de rezos. A pesar de eso, debe haber una buena razón para que estos sacrificios abarquen una sección tan grande de la Torá. Por eso vamos a tratar de entender su significado simbólico basándonos en los escritos del Rabino Samson Rafael Hirsch (Siglo 19, Alemania).
Cuando Abraham estaba listo para sacrificar a su hijo Itzjak (Génesis 22), un ángel de Dios se le apareció y le dijo que se detuviera. La Torá dice luego que Abraham encontró un carnero en un espino y lo sacrificó “en vez de su hijo”. ¿Cómo puede un carnero – que ni siquiera pertenecía a Abraham – sustituir a su querido hijo?... El hecho sorprendente es que Abraham recibe la bendición de Dios solamente después de sacrificar al carnero. ¡¿A quién le importa realmente el carnero?!
Los comentaristas explican que lo que Abraham le hizo al carnero, sintió en su corazón que se lo estaba haciendo a su hijo. Él tuvo la experiencia de dolor de matar a Itzjak, la lucha de preguntarse “¿Por qué?” y tuvo que superar su estrés emocional para cumplir con la voluntad de su Creador. Por eso al sacrificar al carnero en lugar de su hijo, Abraham recibió la bendición de Dios.
Igualmente, cuando un judío llevaba una ofrenda al Templo, él tenía que sentir que era su propia carne y sangre la que realmente merecía ser sacrificada y Dios debía aceptar al animal como un miserable sustituto de sí mismo.
Este entendimiento del asunto tenía en sí mismo el poder de cambiar la actitud de la persona sobre su vida y su relación con Dios.
La matanza del animal nos enseña que yo tengo que simbólicamente matar a mi lado animal. La sangre que simboliza vida es posteriormente salpicada al costado del altar, que simboliza el servicio a Dios. Explica el rabino Hirsch que partes del animal son luego quemadas en el altar para simbolizar la traída del “fuego divino al mundo”.
Sin embargo, esto sólo funcionaba cuando el pueblo judío estaba viviendo acorde a la voluntad de Dios. En el momento de la destrucción del Templo, muchos judíos estaban haciendo sacrificios sin ninguna intención. Por eso Dios le dijo al profeta: “¿Acaso necesito la grasa de sus carneros?” - como diciendo que si una ofrenda no es sincera, entonces eso es sólo desperdiciar al pobre animal.
Mucha gente, incluyendo importantes rabinos, opinan que cuando sea reconstruido el tercer Templo de Jerusalem, las ofrendas se eliminarán, pero tal vez, cuando se entiende a profundidad el significado de dichas ofrendas, siga siendo parte del trabajo que se requerirá cuando Dios vuelva al mundo y el pueblo de Israel sea reivindicado.
Levítico 1:9 → “Sus entrañas y sus patas lavará en el agua y hará consumir el cohen, todo en el Altar, holocausto, sacrificio aroma grato ante Ado-nai”.
Rabeinu Bejayé, Opina que “aroma grato”, quiere decir que la complacencia de Dios se manifiesta, ya que el hombre que ofrece un sacrificio en el Altar en nombre de Dios, se está alejando de la idolatría. Cuando todos los hombres ofrezcan sus sacrificios en nombre de Dios, el culto idólatra habrá desaparecido de la tierra, que es la finalidad que la Torah busca cuando prescribe los sacrificios rituales.
Dios no tiene forma humana y los cinco sentidos que nos limitan a los humanos no limitan a Dios, de esta manera, un olor grato a Dios, se manifiesta de manera física lo que realmente sería como un olor espiritual. Dios, que ve la intención humana y los sentimientos humanos, traduce en palabras humanas, cómo Él, con su inmensurable sabiduría, comprende la intención del hombre y le es grato. Tal como al hombre le encantan ciertos olores, y le traen a su cerebro momentos de felicidad, es el sentimiento que quisiera Dios reflejar por medio de Sus palabras en la Torah, su anhelo de recapacitación y buena voluntad humana, para lograr un fin: un mundo de justicia, sabiduría y amor.
Levítico 1:10 → “Y si de ovinos fuere su sacrificio, de los corderos o de las cabras para holocausto, macho sin defecto habrá de acercarlo”.
El Rabino Rami Pavolotzky de la Congregación B’ene Israel de Costa Rica explica: “Desde que los judíos abandonamos los sacrificios y comenzamos “oficialmente” a rezar, quedó abierto el debate con respecto a la vigencia de los sacrificios, debate que continúa hasta nuestros días. Algunos creen que deberíamos volver a tener un Templo y sacrificar ofrendas a Dios nuevamente, mientras que otros creen que en los tiempos mesiánicos volverá a restaurarse el culto del Templo de Jerusalén. La mayoría del pueblo judío ya no quiere volver a la época de los sacrificios, sino que prefiere continuar con la plegaria tradicional.
Ahora bien, ¿cuál es nuestra reacción cuando volvemos a leer, año tras año, las leyes de los sacrificios que ya no se hacen? Una vez más, el mundo judío está dividido en este aspecto. Las dos posiciones más conocidas son la del elogio supremo y la del rechazo total. Para algunos, sobre todo en el campamento ultraortodoxo, los korbanot son la piedra fundamental de la Torá, y su descripción minuciosa es un texto esencial, quizás de los más sagrados de toda la Torá. Para este grupo, Vaikrá es quizás el libro más estudiado y alabado de todo el Pentateuco.
Otra gente rechaza de manera categórica la idea de los sacrificios, viéndolos como un ritual antiguo que felizmente fue eliminado. Para ellos, pensar que otra vez hay que leer sobre los sacrificios constituye un dolor de cabeza, y de hecho prefieren ni siquiera tocar este texto”.
La mayoría de enseñanzas, prácticas, historias y leyes que trae la Torah, tienen un sentido más allá de la práctica en sí. No es simplemente el sentido directo. Uno de los más polémicos es el del ritual antiguo de ofrendas –Korbanot- durante la existencia del Tabernáculo en el desierto y el Beit Hamikdash en Jerusalem. Algunas personas se sienten perturbadas cuando leen la descripción de estos sacrificios, -seguramente estas mismas personas se desmayarían al ver cómo hoy se realiza el sacrificio de los animales para consumo humano, sin embargo, la mayoría de ellos, quienes consumen estas carnes, no evalúan la práctica de estos sacrificios-.
El maná enviado por Dios, algunas plantas del desierto y los animales, fueron el principal alimento que tenían durante su travesía por el desierto, era poco el tiempo que tenían para establecerse en algún lugar, cultivar y esperar las cosechas. Tenían la posibilidad, pero no era el principal medio de alimentación. Recién cuando entraron a Canaán y se establecieron lograron tener cultivos serios y disfrutar de ellos. De hecho, los cultivos también eran tomados como ofrenda para Dios durante la existencia del Templo de Jerusalem, al igual que metales que poseían y elementos de coloración.
Ahora bien, ¿qué se llevaba como ofrenda?, todo lo que era vital, todo lo que servía para consumir y no morir de inanición. Dios no vive de estas cosas, sencillamente no las necesita, pero el hombre sí necesita demostrar a Dios que El vale para nosotros lo que es vital. Esto entonces era un ritual complejo con el fin de demostrar el amor y el agradecimiento a Dios. Un ejemplo: Cuando un niñito pequeñito, el cual no desea compartir sus juguetes, le son importantes y los ama, sin embargo, ve a la mamá, y le escoge uno de sus juguetes para que juegue con él y se lo regala, la mamá se emociona. No es que la mamá necesite jugar con este juguete, pero es la demostración de amor de su hijito lo que la hace feliz.
Cuando fue destruido el Beit Hamikdash, se suplió este ritual tan poderoso por tefilah –oración-, por eso es que cuando rezamos, es necesario hacerlo, no de una manera automática, sino pensando el bien que nos ha hecho Dios y el agradecimiento y amor que sentimos por El. No importa si es una tefilah de un sidur o una pronunciada con palabras que en el momento salen del alma. La tefilá leída de un sidur se asemeja a las ofrendas, en que todos las realizaban por igual, dejando un precedente de identidad entre todo el pueblo de Israel, de la misma manera realizar una tefilá nos da un sentimiento de identidad que compartimos con todos los judíos del mundo. Y ésta es la herencia que nos ha dejado la práctica antigua de los Korbanot.
Levítico 1:11 ➙ “Habrá de inmolarlo sobre el costado del Altar hacia el norte, ante Ado-nai y rociarán los hjos de Aarón, los cohanim, su sangre sobre el altar en derredor”.
El Rabino Marcos Edery explica que la Menorah estaba situada en el lado sur, en el recinto del Tabernáculo, mientras que la mesa con los panes de proposición, estaba situada en el lado norte del recinto, frente a la menorah. En el mundo de los símbolos, la mesa con los panes de proposición representaba el aspecto material de la vida del ser humano. Como quiera, el sacrificio ritual se hacía, para extirpar del hombre las pasiones negativas y el impulso al mal, generalmente alentados por el materialismo excesivo de los hombres, la Torah prescribe que el animal sea inmolado: “sobre el costado del Altar hacia el norte”.
Cada ser humano tiene dos caminos para escoger, la conciencia es uno de los elementos con los que dotó Dios al hombre y cada persona conoce el camino que debe escoger. Algunas veces el hombre se deja llevar por sus pasiones y deseos hacia el camino que no corresponde, en este caso el pan, que representa el deseo de alimentación, lo cual es realmente necesario para sobrevivir, y en exceso puede causar problemas de salud, de una manera intermedia, cubre las necesidades y además satisface su pasión por la comida sin llegar al extremo insalubre. La medida exacta la conoce cada hombre y su conciencia le dirá hasta dónde se puede hacer daño a sí mismo o a los demás. Funciona con el trago, las compras, la ropa, e incluso con la demostración física de amor. Quienes beben demasiado trago para “festejar” un acontecimiento religioso como Simjat Torah o Purim, contradicen este versículo (entre muchos otros más) en su simbología.