Parashat Shemot
Moshé elegido líder
Este Shabat 25 de Tevet de 5784, 5 de enero de 2024, se Comienza la lectura del segundo libro de la Torah: Shemot: “Nombres”, con la Parashá del mismo nombre.
Resumen
Años después de la generación de Yosef en Egipto, el pueblo de Israel se había reproducido mucho. Surgió un nuevo faraón que no conocía a Yosef. Como eran tantos los hebreos, temió que algún día se unieran al enemigo, lo atacaran y se fueran del país, de modo que resolvió oprimir y esclavizar al pueblo de Israel. Durante la esclavitud, Israel construyó las ciudades de Ramses y de Pitóm. Sin embargo el pueblo seguía acrecentándose y el faraón preocupado resolvió esclavizarlo con trabajos mucho más fuertes, además ordenó a las parteras que cuando recibieran bebés hebreos varones debían matarlos, pero ellas temieron a Dios y engañaron al faraón diciéndole que las mujeres hebreas tenían a los bebés antes de que ellas llegaran. Por esto Dios las bendijo. Posteriormente ordenó a todo su pueblo arrojar al río a todo bebé varón que naciera.
Amram y Yoheved de la tribu de Levi, resolvieron esconder a su bebé y tres meses después le armó una canastilla con brea donde colocó al bebé entre los juncos en la ribera del río. Su hermana Miriam lo observaba a cierta distancia para ver cuál sería su destino. La hija del faraón lo recogió, supo que era de los niños hebreos, se apiadó de él y lo rescató. Miriam, al ver esto, le preguntó si traía una nodriza de las hebreas para que lo amamantara y fue amamantado por Yoheved, su madre. La hija del faraón lo adoptó y le puso el nombre de Moshé (extraído de las aguas).
Cuando grande, Moshé paseaba por la tierra de sus hermanos, vio a un egipcio golpeando a un hebreo y lo enfrentó matándolo y ocultándolo en la arena. Al día siguiente paseando vio a dos hebreos peleando, le preguntó al agresor que porqué le pegaba a su prójimo, a lo cual le respondió, que si acaso pensaba matarlo como al egipcio. Al darse cuenta Moshé que el asunto se sabía y que el faraón lo quería matar, huyó al desierto de Midián, allí se sentó junto al pozo. Las hijas del sacerdote Rehuel vinieron a sacar agua del pozo, pero los pastores no las dejaban, Moshé las defendió y las ayudó, ellas contaron a su padre, quien lo invitó a su casa donde finalmente se queda a vivir casándose con Tzipora, una de sus hijas. Con ella tuvo dos hijos: Guershon y Eliécer.
Murió el rey de Egipto y el pueblo de Israel sufría demasiado. Dios escuchó sus quejidos, recordó Dios el pacto con Abraham, Itzjak y Yaacov; y se apiadó de su pueblo. Pastoreaba Moshé, cerca al monte de Horev, el ganado de su suegro Itró, cuando se le apareció el Enviado de Dios en una zarza que ardía en fuego mas no se consumía; se desvió para acercarse y Moshé escuchó la voz de Dios quien le ordenó quitarse el calzado pues era tierra sagrada. Le dijo Dios que había escuchado la súplica de Israel y había visto la opresión de los egipcios.
Le ordenó Dios a Moshé presentarse ante el faraón pues debía sacar al afligido pueblo de Egipto y conducirlo a la tierra que había prometido a los patriarcas: a Canaán. Moshé dudó de su posibilidad de presentarse ante el faraón, pero Dios le aseguró que iba a estar con él, debía traer al pueblo ante la montaña de Horev para servir a Dios. Había que comunicarle el asunto al pueblo de Israel, diciéndoles que el Dios de Abraham, de Itzjak y de Yaacov, los iba a sacar de Egipto para llevarlos a una tierra de leche y miel. Debía presentarse ante el faraón junto con los ancianos de Israel y decirle que debían salir a tres días de Egipto para rendir ofrendas a Dios. Dios le advirtió que el faraón no lo permitiría, ni siquiera con poder fuerte, por lo que Dios golpearía fuertemente a Egipto hasta que el mismo faraón los expulsara. Le encomendó que al salir, hallarían gracia ante los pobladores egipcios quienes les entregarían objetos valiosos y ropa.
Como Moshé dudó mucho y se atemorizó de la función que le tocaba realizar, Dios le hizo algunos milagros que podría mostrar a los ancianos. Dios le hizo acompañar por su hermano Aarón. Tomó Moshé a su esposa y a sus hijos y partieron hacia la tierra de Egipto. Se encontró en el camino con su hermano Aarón quien ya sabía que venía Moshé en camino. Fueron ante los ancianos del pueblo, relataron los hechos y el pueblo creyó y se prosternó.
Se presentaron ante el faraón quien se enfureció con la petición y redobló el trabajo a los hebreos castigándolos fuertemente por no lograr cumplir totalmente la obra exigida, el pueblo se quejó ante Moshé quien le preguntó a Dios porqué permitía que maltrataran tanto al pueblo y aún no los había liberado, pero Dios le dijo que pronto vería lo que El iba a hacer: con poder fuerte los liberará y el faraón los expulsará de la tierra.
La Kabalah no es para todos. Comentario de la Parashat Shemot por el Rabino Alfredo Goldschmidt del Centro Israelita de Bogotá.
Explicaciones
Éxodo 1:22: “Ordenó Paró a todo su pueblo diciendo: Todo niño nacido, al río habréis de arrojarlo y toda niña habréis de dejar vivir”.
El Rabino Marcos Edery dice: “El mal no puede ocultarse”.
En cada generación sobresale algún líder(es), con el poder de controlar a mucha gente a hacer el mal, para su propia satisfacción. A pesar de que los humanos nacemos con la inteligencia suficiente como para determinar qué es bien y qué es mal, estos líderes logran cambiar el “chip” mental de su pueblo o su grupo para hacerles ver que el mal está bien hecho y buscan o consiguen alguna causa para radicarles en su mente un fin que justifique el mal más demoníaco que puedan accionar. Así nace el mal demoníaco, considerado por Svendsen (quien catalogó el mal en 4 aspectos considerando que uno de ellos: el mal demoniaco, no existe) inexistente.
Para llegar a la crueldad de asesinar bebés, es necesario tener un alma demoníaca y además convencer a mucha gente para que obre conforme su voluntad y ni se inmuten por el cruel mal que cometieron.
Dios nos libre algún día de los males demoniacos que en todas las épocas han deseado deshacerse del pueblo judío utilizando los medios más crueles, absurdos y monstruosos que una mente no humana sino demoníaca puede imaginar.
Ver más explicaciones
Exodo 1:21: “Ocurrió que como temieron las parteras a Elo-him les hizo a ellos casas”.
Abrabanel explica que, gracias al temor a Dios por parte de las parteras al no matar a los bebés al nacer, el pueblo de Israel vive y las casas están pobladas de niños y niñas.
El Rabino Marcos Edery explica esta frase de Abrabanel diciendo que la recompensa a las parteras fue haberlas ayudado a mantener vivo al pueblo de Israel.
Estas explicaciones se dan porque dice “las parteras…. Y les hizo a ellos” (en masculino), como generalizando. Pero no está claro si “ellos”, son los bebés que salvaron o “ellos” se refiere a la población descendiente de las parteras.
Rabi Abraham Sabbáh profundiza exponiendo que la bondad y valentía de las parteras, inspiraron a las familias del pueblo de Israel fortaleciéndolas como protección frente a la tiranía.
El problema radica que en el versículo 20 dice que Dios hizo bien a las parteras, por eso pienso que se trata de un premio personal para ellos (las familias de las parteras) y cuando dice les hizo a “ellos” casas, se refiere a las familias de las parteras, “casas” es familias de renombre, con generaciones posteriores y el renombre viene en relación a la descendencia de los hombres por eso dice a “ellos”, o sea a los esposos e hijos de las parteras.
De una u otra manera, salieron bendecidos tanto las familias de las parteras como las familias salvadas por ellas.
Éxodo 1:20: “E hizo bien Elo-him a las parteras. Se acrecentó el pueblo y se fortalecieron mucho”.
El Rabino Marcos Edery explica que la recompensa más grande que recibieron las parteras fue ayudarlas a mantener en vida al pueblo, no hay mayor recompensa que gozar que ayudar a vivir y en éste caso, al pueblo de Israel.
Tener éxito en las obras que se proponga cada individuo es de por sí una gran recompensa y su reconocimiento le da mayor lustre. En este caso, su reconocimiento fue otorgado por Dios, posteriormente vendría la recompensa física, que lo representa.
Éxodo 1:19: “Dijeron las parteras a Paró: porque no son como las mujeres egipcias las hebreas, ya que vigorosas son ellas. Antes que viniere a ellas la partera, ellas ya han dado a luz”.
Varios comentaristas sostienen que la naturaleza de las mujeres hebreas era más fuerte que la de las mujeres egipcias y no necesitaban de asistencia para el parto. Entre los comentaristas Samson Raphael Hirsch explica la vitalidad que tenían las mujeres hebreas que no necesitaban de elementos externos para tener sus hijos, comparando éste hecho con el parto de animales que no requieren de elementos de ayuda.
Personalmente pienso que las mujeres parteras se pusieron de acuerdo en mentir al Faraón para proteger la vida de los bebés recién nacidos, por lástima de los bebés y/o temor a Dios y me sostengo en ésta premisa basada en el versículo 21, en el que se aclara que ellas le temían a Dios.
La mentira para salvar o proteger una vida cuando se trata de una salvación justa, es premiada en el cielo así como fueron premiadas las parteras por éste hecho. Casos semejantes se vieron durante muchas épocas y los más conocidos son casos durante la Segunda Guerra Mundial, cuando hubo familias o personas no judías que exponiendo sus vidas escondieron en sus casas a judíos para protegerlos de la masacre Nazi, mentían diciendo que no había nadie en sus casas. Estas personas fueron condecoradas y honradas en Yad Vashem, en el museo que honra a las víctimas del Holocausto.
Éxodo 1:18 → “Convocó el Rey de Egipto a las parteras y les dijo a ellas: ¿Por qué habéis hecho ésta cosa? ¡Habéis dejado vivir a los niños!”.
Rashi se preguntaba ¿cómo que dos parteras atendían a toda esa cantidad de mujeres Israelitas que daban a luz? Responde entonces que las parteras Shifrá y Puá, eran en realidad Yoheved (la mamá de Moshé) y Miriam (la hermana de Moshé). A esto Ibn Ezra aporta con su explicación: seguramente eran más que dos parteras para atender a 5000 mujeres hebreas, y ellas dos eran las supervisoras de las demás.
Si hubiesen sido solamente las parteras, a ellas el Faraón no les hubiera preguntado “¿Por qué habéis hecho tal cosa?”, sino que directamente las habría mandado a matar y habría nombrado a otras parteras. Pero ellas debían aclarar por qué ellas permitieron que esto sucediera a todas las demás parteras que ellas supervisaban. Ellas se salvaron la vida también además de haber salvado la vida de los bebés hebreos.
Exodo 1:17 → “Y temieron las parteras a Elo-him y no obraron como les había hablado el Rey de Egipto y dejaron vivir a los niños”.
Rabí Abraham Sabbá (Portugal 1440- 1508 Verona - autor de Tseror Hammor), explica que las parteras temieron más a Dios que al decreto del Faraón, pues el temor a Dios está implantado en el corazón del hombre y es el comienzo de todo conocimiento y de toda sabiduría.
Cuando se teme la ley, se procede para no ser castigado, se crea en ella o no se crea. A veces los ideales opuestos a lo establecido como ley, son diferentes, entonces se lucha en contra de ésa ley o simplemente no se observa la ley y se procura evadirla de manera disimulada para que no tenga el peso del castigo. Cuando se ama una ley, es porque se conoce y sabe que existe porque sirve de apoyo y protección, entonces la ley se cumple con conocimiento y se procura que otros la sigan correctamente, no por premio sino por convicción.
La diferencia en la acción primaria de obediencia, es la misma. En ambos casos se obedece en principio, pero en el primer caso, el riesgo de generar una ley contradictoria, existe. La ley Divina fue creada para la protección de la humanidad, se trata de amor, de ética, de justicia y de búsqueda de conocimiento. Es importante entender esto. Estudiar es acercarse a Dios. A veces simplemente el instinto es la guía, y eso fue lo que las parteras entendieron, ellas sabían que las fuerzas Divinas son más poderosas que cualquier otra fuerza en el mundo. Sabían que no podían mentirle a Dios que todo lo ve y lo sabe, pero podían mentirle a la ley humana del faraón.
Exodo 1:16 → “Dijo él: Cuando parteareis a las hebreas, habréis de mirar en el asiento de la parturienta: si fuere un hijo ¡matadlo!. Y si fuere una hija, ¡que viva!”.
El Rabino Chaim Ibn Attar, compositor de Or Hachaim, comenta éste versículo diciendo que la finalidad del faraón era doble. Por un lado, para no provocar alarma en el pueblo de Israel, solo haría morir a los varones que nacieran sobreviviendo las niñas y pensarían que fue un accidente de fatalidad. Por otro lado con ello se aseguraría que al carecer de hombres en el futuro, no se rebelarían no se irían de la tierra de Egipto, y las mujeres se unirían a los hombres egipcios desapareciendo el pueblo de Israel sin dejar rastros.
El pueblo de Israel ha querido ser muchas veces destruido por gobernantes de grandes imperios, a través de la historia, ya sea en su tierra –Israel- o fuera de ella. No era en vano que Dios iba a conducir al pueblo de Israel a la tierra que había prometido a sus ancestros Abraham, Itsjak y Yaacov. Esta es una constante histórica que se repite: un buen gobernante que acoge a los judíos, y años después sube al poder una mente criminal, que trata de destruirlo basándose en cualquier mentira, y utilizando cualquier método. Dios ha fortalecido al pueblo de Israel a partir del momento en que decidió regresar oficialmente a su tierra. Que Dios siga protegiendo a su pueblo con Su mano poderosa, y que todas las mentiras, distorsiones de la historia, sean descubiertas, caigan los antifaces de la maldad y el hombre vea con claridad quién es Dios y cuál es su pueblo.
Exodo 1:13 → “E hicieron servir los egipcios a los hijos de Israel con dureza”.
El rabino Samson Raphael Hirsch, explica que el trato cruel hacia los hebreos ahora entraba a una segunda etapa: este “con dureza”, los declaraba oficialmente esclavos. La palabra “Befarej” –dureza- denota “separación”, los egipcios separaron a los hebreos del resto de los ciudadanos de la nación convirtiéndolos en esclavos sin derechos civiles. Los hebreos fueron alejados y considerados como sub-humanos.
Nótese que no es el Faraón ni miembros del gobierno sino los egipcios mismos, o sea la generalidad de los ciudadanos egipcios, quienes permitieron y aceptaron muy fácilmente la situación de esclavitud de los hebreos y los trataron con dureza. Esta situación es vivida por los judíos a través de la historia en diversidad de escenarios, países, épocas… una historia que se repite una y otra y otra y otra vez. Un gobierno puede ser bueno o malo, pero la ciudadanía que persigue una causa, sea ésta justa o injusta, es la que se impone. Si los ciudadanos egipcios hubiesen sido gente de valores humanos, probablemente no solo no hubieran permitido este escenario tan dramático e inhumano, tal vez se hubiesen sublevado al gobierno y el gobierno hubiera caído, asumiendo un gobierno más benévolo que le hubiera dado prosperidad a Egipto. Este drama no se hubiera desarrollado, Egipto no hubiese tenido las plagas que Dios envió.
Por otro lado, si los egipcios hubiesen sido gente de bien, tal vez los hebreos no hubiesen pensado en irse. No podemos plantear conclusiones por si algo hubiera sido diferente, pero lo que sí se puede es aprender de este episodio: los hebreos tienen una tierra que les pertenece y donde no serán jamás esclavos de nadie. En ese territorio nadie los perseguirá ni maltratará por ser hebreos. Pueden pasar buenos momentos históricos en otros países, pueden ser respetados y llegar a ser gobernantes, pero la casa es la casa. En mi casa nadie me va a humillar ni a degradar. En casa podré pelear con mis hermanos pero siempre van a ser mis hermanos y no van a levantar el cuchillo para matarme.
Los judíos tienen una misión en otros países, fuera de Israel, según nuestra tradición es el ser la luz para los pueblos. Hay pueblos que no logran percibir esa luz, hay los que si. Pero definitivamente la luz del pueblo está en su propia tierra.
Exodo 1:14 → “Les amargaron sus vidas con trabajos duros, en argamasa y en ladrillos y en todo el trabajo en el campo. A todos sus trabajos los sometieron, haciéndolos trabajar con dureza”.
La época de Yosef en Egipto, corresponde a la XIII dinastía, a fines de la cual el poder es tomado por los Hicsos, que eran inmigrantes de las regiones de Canaán y Siria. Ellos no irrumpieron las costumbres egipcias e incluso las adoptaron como propias. Hubo paz y florecimiento económico. A pesar de haber castas de militares entre ellos no se puede considerar un pueblo guerrero y devastador, la mayoría eran comerciantes, y su conquista no fue por razones de expansión territorial sino por razones económicas. Su dinastía duró muy poco. Posterior a los Hicsos vino la Dinastía XIV, compuesta por gobernantes con nombres semíticos por lo que se supone que eran de origen cananeo. Después la Dinastía XV, gobernada por los Hicsos. Siguió la dinastía XVI una dinastía tebana que gobernó centrada en el Alto Egipto, La siguiente Dinastía XVII estuvo centrada en el Bajo Egipto. Después de esto surge un nuevo imperio, del cual dice la Biblia, un nuevo rey que no conoció a Josef. (Entre 1550 AEC a 1295 AEC) fue el momento de mayor extensión territorial. Finamente, para ubicarnos en el período de Moshé y la salida de Egipto, sucede en la Dinastía XVIII y XIX, según los registros históricos bajo el reinado del faraón Ramses II (1279-1213), quien firmó un tratado de paz con los Hicsos, pero había entre ellos una “tensa calma”. Y esto era lo que temía el faraón.
Este Faraón no sabía quién era ese pueblo hebreo que vivía apartado del resto de la población y tenía su propia cultura. Una cultura monoteísta y semita. Era un pueblo numeroso y poderoso, tal vez se podría unir con los Hicsos y retomar el poder, tenía que debilitarlo y como no había logrado apocarlo con el primer intento, por eso resolvió torturarlo de tal manera que no tuviera cabeza ni fuerzas para tomar ningún tipo de iniciativa. No se conformó con darles trabajo forzado sino además los sometieron con dureza, de una calidad infrahumana.
El Rabino Marcos Edery dice que la mayoría de los comentaristas, han entendido que las parteras mismas eran hebreas también.
Hay varias explicaciones rabínicas que coinciden en que las parteras en realidad eran Yojeved (a quien, según los comentaristas, llamaban Shifra y Miriam su hija era Puá, porque su nombre significa que se encargaba de asear a los bebés), sin embargo también hay importantes sabios, como Abrabanel, que explican que las parteras eran egipcias, ya que la construcción de la frase así lo indica.
Si las parteras pertenecían al pueblo de Israel, era lógico que inventaran cualquier artimaña para salvar las vidas de los bebés a quienes el Rey de Egipto les había ordenado matar al nacer, era su gente y sus familias. Sin embargo, esto tuvo mérito ante los ojos de Dios, pues no se dejaron amedrentar ante el poder del Rey de Egipto. Por temor hasta judíos podrían verse en la cruel tarea de llevar a morir a su gente. Hubo casos en la época nazi y no debemos condenarlos, el temor es poderoso y muchas veces capaz de torcer la justicia.
Si las parteras no eran hebreas, también era lógico su proceder, estaban acostumbradas a traer vida y no a llevarse la vida y cuando obraron arriesgando sus vidas para salvar a los bebés inventando cualquier artimaña, fueron estas mujeres doblemente meritorias, puesto que no estaban salvando a los bebés de su gente sino solo pensaron en salvar vidas.
No debían haber sido las únicas parteras del pueblo de Israel, fuesen o no hebreas, había alrededor de 500.000 mujeres muchas de las cuales daban a luz, pero la Torah trata con especialidad a estas dos mujeres, lo que significa que resaltaron entre otras parteras por haberse expuesto con el propósito de salvar las vidas de los bebés. De las otras parteras no se cuenta nada, o sea no hubo condena a quienes acataron la orden del Rey de Egipto, solo se destacó a quienes se arriesgaron para salvar a los bebés por temor a Dios.