2024-04-27 [Num. 980]


Parashot Tazriá y Metzorá

Este Shabat 5 de Yyar de 5781, 17 de abril de 2021, se dará lectura a dos Parashot: Parashá de Tazriá “Cuando engendre” y Parashá de Metzorá “Que rige”, del libro de Vaikrá.

Resumen

Bebe

Resumen de Parashat Tazriá

Pureza e impureza I

Dios ordena que cuando una mujer diere a luz un varón, permanecerá impura durante siete días más 33 días después del Brith Milah del hijo -en total cuarenta días-. Y cuando diere a luz una niña, permanecerá impura durante dos semanas, y posteriormente durante 66 días, -en total ochenta días-, después de lo cual llevaba un cordero y un palomino como ofrenda a la Tienda de Reunión.

Se prescribe con respecto a enfermedades de la piel que el Cohen debía observar detalladamente y determinar si era puro o impuro. Si era impuro, sería aislado durante el tiempo de su afección, permaneciendo fuera del campamento. El Cohen también determinaba la afección sobre la ropa u otros objetos y decidía qué hacer.

Resumen de Parashat Metzorá

Pureza e impureza II

Se presenta la ley para el leproso que se ha curado y el ritual de purificación, después del cual podrá reintegrarse al campamento, llevando la ofrenda de expiación por error.

Manda Dios con respecto a la ley de afección en las paredes de las casas, para el momento en que estén habitando en Canaán, debían ser observadas por el cohen quien dispondría qué debía hacerse y en qué momento declara la casa pura nuevamente, hasta entonces no se debía habitar en ella. En caso de perseverar la afección en la pared, debían sacar las piedras afectadas de la pared y llevarlas fuera de la ciudad a un lugar impuro, renovando la casa con nuevas piedras y argamasa. En caso extremo de volver la plaga a las paredes, la casa debía ser demolida y las piedras echadas fuera de la ciudad, para reconstruirla nuevamente con nuevas piedras en su totalidad. La ropa de los residentes y visitantes debían ser lavadas por completo.

Se dictaminan las leyes sobre flujo corporal y cómo purificar al hombre que lo padece. Después de siete días de curar su flujo deberá lavar su ropa y su cuerpo en aguas surgentes, llevando posteriormente la ofrenda correspondiente. Sobre el flujo de sangre de la mujer, después del cual dejará pasar siete días y será considerada pura, llevando dos palominos a la Tienda de Reunión como ofrenda.  Tanto el hombre como la mujer en estado de impureza no debían estar en contacto con otras personas ni objetos, para no volverlos impuros, hasta el día de su purificación. Cuando un hombre y una mujer mantuvieren relaciones sexuales, deberán lavarse posteriormente para purificarse.


El peso de nuestras palabras. Comentario de la Parashot Tazria y Metzorai por el Rabino Alfredo Goldschmidt del Centro Israelita de Bogotá.

Explicaciones

De Metzorá: Levítico 14:13: “Inmolará el cordero en el lugar donde inmola el Hattat y el holocausto, en lugar sacro, ya que como el Jatat, el Asham es para el Cohen sacro. Entre los sacrificios, sacro es”.

Existían 4 clases de ofrendas: Olá, Minjá, Shelamim y Jatat y Asham. Las primeras tres, eran ofrendas de paz y/o agradecimiento, además eran llevadas de manera voluntaria.

Las ofrendas de Jatat y Asham (consideradas de la misma línea), fueron ofrendas por expiación de pecados, no era voluntario. Explica el Rabino Pichas Brener:

“Para expiar un error se ofrendaba el Korbán Jatat. Se debe destacar que solamente faltas cometidas por descuido, sin intención, exigían este sacrificio que debía estar acompañado por la Teshuvá, el arrepentimiento sincero por el pecado. Las transgresiones intencionales recibían el castigo prescrito por la Torá y no había la opción del Korbán en estos casos. O sea, no se puede cometer un error con toda intención de hacerlo, y luego pedir perdón por el hecho”.

El Rav Brener también explica que existían cuatro tipos de pecados que implicaban estas ofrendas de Jatat y Asham: el más grave era por si lo cometía el Cohen Gadol, el Gran Sacerdote. Los siguientes grados de gravedad era por si los cometía el colectivo, el Rey o gobernante o finalmente un individuo.

Es interesante observar que aún si el Cohen Gadol, cometía un pecado, debía ser juzgado como cualquier individuo. Esto enseña que el crimen, el pecado, la corrupción no hace excepciones por tener altos rangos, todos serán juzgados si no por la mano del hombre, serán juzgados por la Mano Divina.

También aquél quien comete un pecado, (crimen), lo reconoce y se arrepiente, debe reparar el daño que hubiese hecho y hoy, como n o tenemos el Templo de Jerusalem donde llevar las ofrendas, estas se han reemplazado con tefilah (oración) y tzedaká (caridad).



Ver más explicaciones

Levítico 13:6: “Lo habrá de ver el Cohen e el día séptimo y he aquí que se debilitó la llaga y no se extendió la llaga en la piel, lo habrá de declarar puro el Cohen, erupción es, habrá de lavar sus ropas y quedará puro”.

De acuerdo a Rashi, éste hombre, a pesar de ser declarado puro, fue considerado impuro durante siete días, por eso habrá de lavar sus ropas y sumergirse en la Mikve de purificación.

La persona con un síntoma de afección en la piel era recluida, aislada, hasta que pasara un período de 7 días después de los cuales lo vería el Cohen. Más adelante se ve que si la persona persistía o empeoraba con el síntoma, era nuevamente recluido y examinado después de otros 7 días, al cabo de los cuales se determinaba si podía lavarse y reintegrarse a la comunidad o si debía aislarse junto con otros infectados.

Interesante el paralelo con la situación actual de la Pandemia, ya desde épocas remotas bíblicas, antes de la existencia de la “OMS”, se sabía qué medidas había que tomar.

El tema de la lepra es tratado por los sabios del Talmud como resultado de lashón Hará (mala lengua o hablar mal del prójimo), que hacía daño a su semejante.

La humanidad se ha visto involucrada con la corrupción, la maldad, la injusticia y las leyes están siendo posiblemente muy permisivas, tal vez un momento de reflexión general valdría la pena, en todo caso, las prevenciones físicas, se deben tomar y esto se sabe desde antaño. Cuidarse y recluirse para cuidar a los demás es un principio que hay que aprender de la Torah entregada por Dios.



Metzorá, 14:11 “Y el sacerdote que purifica, hará que el hombre que se purifica esté de pie, así como los sacrificios, ante Ado-nai, en la entrada de la Tienda de Reunión”.

El Rabino Samson Raphael Hirsch, explica que éste lugar donde se ponía de pie el que se debía purificar, después de haber terminada la lepra, corresponde lo que sería posteriormente en el Segundo Templo de Jerusalem, la puerta de Nicanor.

Jabad de Argentina explica que Nicanor fue un hombre muy rico durante la existencia del segundo Beit Hamikdash. Cuando Herodes estaba reconstruyendo el Templo, Un hombre muy rico que vivía en Israel llamado Nicanor quiso donar ésta puerta de entrada, hacia el patio del Templo, y lo mandó a construir de la manera más lujosa y hermosa que se podía. Nicanor es mencionado tanto en los escritos de Flavio Josefo como en el Talmud. En 1902, la familia británica Grey Hill, decidió hacer unas obras en su residencia de verano en Jerusalem, en el hermoso Har Hatzofim (Monte Scopus). Durante la construcción hizo un gran descubrimiento, se trataba de una cueva con cinco habitaciones unidas entre sí, típica de las cuevas funerarias del período de Herodes. Se trataba de la tumba de Nicanor, tenía una inscripción que decía: “Nicanor de Alejandría, el que hizo las puertas”.

Hay un relato de heroísmo de Nicanor con respecto a las puertas que mandó a construir y cómo las salvó arriesgando su vida. Puede ver el relato aquí

Muchos son los ejemplos en todos los tiempos cómo los judíos han dedicado sus fuerzas, y su posibilidad económica al amor a Dios y a la Ley que entregó al pueblo de Israel. Sean éstas acciones mérito ante Dios para que veamos paz en el mundo, tranquilidad, salud y mucho amor entre los humanos.



Tazria Levítico 13:4 y 5 → “Y si la mancha brillante fuere blanca en la piel de su carne y su aspecto no fuere más profundo que la piel ni su pelo tampoco se ha tornado blanco, habrá de recluí el Cohen a la persona afectada, siete días. Lo habrá de ver el Cohen en el día séptimo y he aquí que si la llaga permaneciere en su color y no se hubiere extendido la llaga en la piel, lo habrá de recluir el Cohen siete días por segunda vez”.

El Rabino Menahem Rapo –Rapoport- explica que éste procedimiento de encierro, se debía a condiciones médicas. En la página web del sitio de salud llamado tuasaude.com se explica lo siguiente: Las manchas blancas en la piel pueden ser causadas por diversos factores, que varían desde la micosis y las pecas blancas como por ejemplo dermatitis, hipomelanosis o vitíligo. Cuando surge una mancha en la piel se debe observar su tamaño, dónde está localizada, cuándo apareció y otros síntomas como picazón, piel seca o descamación de la piel. Después de esto, lo que se debe hacer es marcar una consulta con un dermatólogo para que pueda identificar la causa, y luego indicar el tratamiento más apropiado. Además expone que si se comprueba que se trataba de un hongo, del cual solo se da una persona cuenta al exponerse al sol y ésa parte de la piel queda blanca. Hay que dejarla en observación para poder definir el tratamiento, si es el caso, es contagioso y no debe otra persona tocar la piel afectada o utilizar ropa o toallas de la persona afectada.

El Cohen tenía la capacidad de definir si se trataba de una enfermedad contagiosa, la cual la denominaban “tzarahat”, que los autores lo traducen como lepra. Existía la posibilidad que se tratara simplemente de una mancha tipo “peca blanca” que no afecta ni al que la tiene ni es contagioso. Era muy estricta la observancia, como se podrá observar en los siguientes versículos, para evitar un contagio tipo epidémico. Las condiciones de salud en el campamento israelita eran altas y muy supervisadas. Y esta sabiduría, fue transmitida por generaciones, ampliando el espectro y generando el judaísmo leyes que tienen que ver con la salud, tanto del alma como del cuerpo.



Metzorá - Levítico, 14:8:  “Y habrá de lavar sus ropas, el que se purifica, y rasurará todo su pelo y habrá de lavarse en el agua y quedará puro. Después vendrá al campamento y permanecerá fuera de su tienda siete días”.

El Rabino Samson Raphael Hirsch explica que rasurarse significa el despojo de todo sentimiento egocéntrico en el momento de la ascensión de la personalidad al nivel de la integridad moral. En el Talmud, Negaím XIV:4, rasurarse la cabeza era una mitzvá en ciertos casos bien definidos: el Nazir, el leproso y el Levita. Sin embargo en la Torá está claramente escrita la ley al respecto en Levítico 19:27 que dice: “no cortaréis en redondo la cabellera de vuestra cabeza y no dañarás el borde de tu barba”. Según Ibn Ezrah, el cortarse el cabello en redondo lo hacían los paganos usualmente a manera de culto, y estas imitaciones están prohibidas, el no recortar los cabellos como lo hacían los paganos, ayuda a distinguirse y separarse de ellos y de sus actitudes frente a la vida. Agrega Ibn Ezra, que el cabello y la barba tienen como función embellecer a la persona, no es oportuno dañarlos. Los sabios del Talmud entendieron que no se debe afeitar la barba con navaja, solo así se entiende el término “dañar”, los otros medios de afeitarse son permitidos por los sabios del Talmud. La costumbre de no cortarse la barba y no cortarse los peyot, pertenecen a las halajot de origen místico y son extrahalájicas, según expone el Rabino Marcos Edery(Libro de Levítico página 170).

Esta ley del versículo presentado se refiere al leproso, el cual después de una cuarentena de separación se apresta a purificarse afeitándose todo el cuerpo y sumergiéndose en la mikveh. En la época de la Torah no existía la máquina de afeitar, de tal manera que la opción era rasurarse con navaja. Hoy en día el dejarse las peyot y/o la barba es símbolo de honor, de religiosidad, de observancia, son embargo, la halajá original no lo menciona así. No sabemos si Abraham, Moshé o cualquier otro padre del judaísmo llevaba o no barba. La ley de rasurarse, tal como lol expresa el versículo se refiere a todo el pelo, lo que se podría dar por entendido a todo el pelo del cuerpo., solamente para los Nazir se menciona el pelo de la cabeza. Sin embargo de esto se aprende que una costumbre, que se vuelve frecuente termina por incorporarse dentro de la mentalidad religiosa, comunitaria o familiar, convirtiéndose en parte de la identidad. Este tipo de costumbres extra-halajot, son apreciadas y seguidas por cientos de miles, lo importante es saber distinguirlas como costumbres y no juzgar a quien n o las siga, no por llevar barba se es religioso o por no llevarla no es una persona observante.

Quisiera terminar con una maravillosa frase de un artículo del Rabino Marc Angel: “…Sería aún mejor si los rabinos no fueran juzgados por su barba (o la falta de ella), sino por su estudio de la Torah, la compasión, el amor a su pueblo, el amor a la humanidad. Juzgar a los rabinos por sus palabras y acciones, no por sus barbas”.



De Metzorá: Levítico 14:10  Y en el octavo día tomará dos corderos sin defecto y una oveja primal sin defecto y tres décimos de harina de flor como oblación, amasada con aceite, y un Log de aceite”.

El Rabino Eytan Feiner explica la importancia de los korbanot (ofrendas animales), muy lejos de ser una costumbre bárbara traída del pasado, explica que la palabra Korbán –ofrenda- significa acercamiento, entonces es una manera de acercar nuestra parte material a la espiritualidad Divina. “Las ofrendas judías no son para Dios. Tampoco es un tipo de soborno para ponerse en el lado bueno de Dios. No lo necesita. Dios es todopoderoso y lo tiene todo”. También la ofrenda representaba la expresión humana de todos los tiempos de agradecer o de pedir perdón.

En éste versículo aparecen ofrendas que tienen que ver con Asham y Jatat –ofrendas por pecado-. Los corderos y la harina serán realizados como ofrenda pero la oveja no aparece como ofrendada en este capítulo. De ahí se entiende que parte era quemado, parte para los Cohanim y el resto para quien ofrendaba. El Rabino Feiner explica: “El Jatat y Asham (ofrendas del pecado) expían por uno que peca con la acción. Actuar de acuerdo únicamente con los deseos de uno, y transgredir la voluntad de Dios, es una conducta que no corresponde a un ser humano. Por lo tanto, uno trae como una ofrenda de animal que también actúa sin pensamiento. Sacrificamos a ese animal como si dijéramos: ‘He cometido un error y lamento el daño que causó mi alma, mi lado animal sacó lo mejor de mí. No quiero repetir ese error de nuevo. Me comprometo a sacrificar el animalismo Como la fuerza dominante en mi vida’”.

Esta ofrenda se aplicaba a quien no había pecado con mala intención, pues quien había pecado con maldad, no se podía expiar.

Realizar un acto de perdón que sale del alma, sea por medio de una acción material o espiritual, es válida ante Dios y debe ser válida ante el hombre, ya que refleja arrepentimiento. Hoy no existen más las ofrendas que se realizaban en aquellos días, pero eran acciones muy fuertes para quien se presentaba con dichas ofrendas. Hoy podemos ver sustitutos de las ofrendas por medio de tzedaká o de acciones impactantes como fundaciones no judías dedicadas a apoyar a los dolidos por la Shoa, a sus descendientes y a no permitir que nuevamente la plaga del antisemitismo y el odio se vuelvan a propagar por la tierra.


Metzorá - Levítico, 14:8 à “Y habrá de lavar sus ropas, el que se purifica, y rasurará todo su pelo y habrá de lavarse en el agua y quedará puro. Después vendrá al campamento y permanecerá fuera de su tienda siete días”.

El Rabino Samson Raphael Hirsch explica que rasurarse significa el despojo de todo sentimiento egocéntrico en el momento de la ascensión de la personalidad al nivel de la integridad moral. En el Talmud, Negaím XIV:4, rasurarse la cabeza era una mitzvá en ciertos casos bien definidos: el Nazir, el leproso y el Levita. Sin embargo en la Torá está claramente escrita la ley al respecto en Levítico 19:27 que dice: “no cortaréis en redondo la cabellera de vuestra cabeza y no dañarás el borde de tu barba”. Según Ibn Ezrah, el cortarse el cabello en redondo lo hacían los paganos usualmente a manera de culto, y estas imitaciones están prohibidas, el no recortar los cabellos como lo hacían los paganos, ayuda a distinguirse y separarse de ellos y de sus actitudes frente a la vida. Agrega Ibn Ezra, que el cabello y la barba tienen como función embellecer a la persona, no es oportuno dañarlos. Los sabios del Talmud entendieron que no se debe afeitar la barba con navaja, solo así se entiende el término “dañar”, los otros medios de afeitarse son permitidos por los sabios del Talmud. La costumbre de no cortarse la barba y no cortarse los peyot, pertenecen a las halajot de origen místico y son extrahalájicas, según expone el Rabino Marcos Edery(Libro de Levítico página 170).

Esta ley del versículo presentado se refiere al leproso, el cual después de una cuarentena de separación se apresta a purificarse afeitándose todo el cuerpo y sumergiéndose en la mikveh. En la época de la Torah no existía la máquina de afeitar, de tal manera que la opción era rasurarse con navaja. Hoy en día el dejarse las peyot y/o la barba es símbolo de honor, de religiosidad, de observancia, son embargo, la halajá original no lo menciona así. No sabemos si Abraham, Moshé o cualquier otro padre del judaísmo llevaba o no barba. La ley de rasurarse, tal como lol expresa el versículo se refiere a todo el pelo, lo que se podría dar por entendido a todo el pelo del cuerpo., solamente para los Nazir se menciona el pelo de la cabeza. Sin embargo de esto se aprende que una costumbre, que se vuelve frecuente termina por incorporarse dentro de la mentalidad religiosa, comunitaria o familiar, convirtiéndose en parte de la identidad. Este tipo de costumbres extra-halajot, son apreciadas y seguidas por cientos de miles, lo importante es saber distinguirlas como costumbres y no juzgar a quien n o las siga, no por llevar barba se es religioso o por no llevarla no es una persona observante.

Quisiera terminar con una maravillosa frase de un artículo del Rabino Marc Angel: “…Sería aún mejor si los rabinos no fueran juzgados por su barba (o la falta de ella), sino por su estudio de la Torah, la compasión, el amor a su pueblo, el amor a la humanidad. Juzgar a los rabinos por sus palabras y acciones, no por sus barbas”.



Tazria Levítico 4 y 5  "Y durante 33 días habrá de permanecer en sangre de pureza: en nada sacro habrá de tocar ni al santuario habrá de venir hasta cumplirse los días de su purificación. Y si a una hembra diera a luz, habrá de permanecer impura por dos semanas como en su estado menstrual y sesenta y seis días permanecerá en sangre de pureza".

El rabino David Ben Israel–Aish Hatora y judaismovirtual.com- explica que al tener la mujer, un hijo varón, la Torah ordena siete días de impureza y 33 días en sangre de purificación. Al tener una niña, se ordenan 14 días de impureza y 66 días de purificación. Esto significa que durante los días estipulados de impureza, la mujer y el hombre deben abstenerse de mantener relaciones sexuales, pero los días restantes la mujer está en sangre de pureza, o sea que se encuentra impura para cualquier objeto sacro que antiguamente se relacionaba con el Templo de Jerusalem, sin embargo no existe la prohibición de mantener contacto físico con su cónyuge. Como hoy no tenemos el Templo de Jerusalem, la única restricción actualmente es la de los días de impureza mencionados en la Torah.

El rabino David Ben Israel continúa la explicación con una proposición mística basada en el Zohar, explicando por qué la diferencia de días de impureza y de sangre de purificación al tener un bebé varón o una bebé mujer. Dice que las almas carecen de sexo el cual reciben cuando son destinados a ingresar en los cuerpos. Como la mujer es una parte del "hombre original" debiendo completarlo, por eso la dar a luz la madre a una mujer, se debe purificar por la mujer que concibió y también por el hombre del cual es parte esta hembra concebida.

Por otro lado el sabio Ibn Ezrah en nombre del Talmud expresa que en el seno materno el sexo del varón queda definido a los 40 días mientras que el de la hembra quedaría definido solamente a los 80. De ahí los períodos que define la Torah de purificación. Sin embargo Rabeinu Behayé, considera que la razón es porque la mujer que da a luz, tarda más en recuperarse después del nacimiento de una niña que de un niño.

Cada sabio trae su explicación sea fisiológica, psicológica o mística, pero en cada explicación se marca la diferencia entre el nacimiento de un hombre o el de una mujer. A pesar de estar hechos del "mismo material", la sintonía de un hombre es muy diferente a la de una mujer, la manera de ver la vida y de procesarla, la manera de manejar situaciones, es como si fueran dos energías diferentes y complementarias al mismo tiempo. No se puede decir quién es mejor, pero sí decir que la mujer está dotada de más características tanto físicas como mentales que la hacen más capacitada, ya sea para tener hijos o para criarlos. Está provista, como diríamos hoy, de un "sexto sentido", el cual requiere más energía y lógicamente esto viene desde su formación primaria, en ese sentido es clara la diferencia de tiempo de recuperación o estabilización o normalización física de la madre que dio a luz.