Parashat Jayei Sarah
Itzjak se casa
Este Shabat 2 de Jeshvan de 5785, 23 de noviembre de 2024, se leerá la Parashá de Jayei Sarah “Los días de Sarah”, del libro de Bereshit.
Resumen
Murió Sarah a los 127 años. Abraham compró la cueva de Majpela, y todo el campo alrededor, por 400 sehkalim de plata. Fue entonces enterrada Sarah en la cueva de Majpela en Hebrón.
Ordenó e hizo jurar, Abraham a su mayordomo Eliécer ir a Harán, su tierra natal, para encontrar y traer una esposa para su hijo Itzjak, pues no deseaba que se casara con una cananea. Fue Eliécer llevando 10 camellos y otros bienes para su cometido. Al llegar a la ciudad de Nahor, se sentó al lado del pozo y le rogó a Dios que para reconocer a la mujer que fuera la elegida, le brindara a él agua y también a sus camellos.
Poco después llegó Rivka, - nieta de Milka y Najor hermano de Abraham- y así hizo: le ofreció agua a él e hizo abrevar a sus camellos. Eliécer le colocó a Rivka un zarcillo de oro sobre su nariz y dos brazaletes en sus manos. Relató a Rivka toda la historia de cómo ella había aparecido preciso para brindarle agua y abrevar a sus camellos tal como lo había pedido a Dios. Rivka fue corriendo a su casa y relató el asunto.
El hermano de Rivka: Lavan, salió e invitó a Eliécer y a sus hombres a pasar y comer y que entrara a sus camellos para darles paja, forraje y agua. Eliécer relató a la familia, todo detalladamente y Lavan y su padre Betuel – hijo de Najor y Milka- pensaron que era cosa de Dios así que le concedieron llevar a Rivka para ser esposa de Itzjak. Salieron y le preguntaron a Rivka y ella aceptó. Eliécer entregó a Rivka más objetos de oro, plata y ropajes, también regalos a la madre de Rivka, y a Lavan. Al día siguiente se fue con Rivka y sus mozas de regreso a casa.
Al llegar, Rivka vio a Itzjak de lejos y se bajó del camello, al saber que era Itzjak se cubrió el rostro con su velo. Eliécer le relató todo a Itzjak y éste desposó a Rivka y la amó.
Abraham tomó otra mujer para sí llamada Keturá, con quien tuvo 6 hijos, pero le entregó la herencia principal a su hijo Itzjak.
Murió Abraham a los 175 años y fue enterrado por sus hijos Itzjak e Ishmael en la cueva de Majpela junto con su esposa Sarah. Dios bendijo a Itzjak, quien se asentó junto a Beer Lahai Roi.
Ishmael vivió en Havilá frente a Egipto, tuvo doce hijos de quienes salieron doce príncipes según sus naciones. Murió a los 137 años.
El papel de la vejez. Comentario de la Parashat Jayei Sarah por el Rabino Alfredo Goldschmidt del Centro Israelita de Bogotá.
Explicaciones
Génesis 24:5 y 6: "La dijo el servidor: Tal vez no desee la mujer ir en pos de mi a esta tierra, ¿retornar, habré de hacer retornar a tu hijo a la tierra de donde tu habías salido?, le dijo Abraham: ¡Guárdate, no hagas retornar a mi hijo allí!”.
Abrabanel desarrolla una reflexión en la que demuestra que, al conseguir una pareja de la tierra natal de Abraham, tendría Itzjak una estabilidad y felicidad conyugal beneficiosa, ya que sería contar con las tradiciones y enseñanzas morales de la crianza de Abraham.
Con respecto a la pareja de Itzjak, además de la posición excelentemente analizada por Abrabanel, era más fácil que la esposa se adaptara a un nuevo estilo de vida de valores y fe en Dios al vivir con Abraham y su gente, pues si Itzjak hubiese sido conducido a la tierra natal de Abraham, hubiera él terminado aceptando las costumbres también idólatras de la tierra de donde había salido.
La respuesta de Abraham denota una alarma para que no hiciera retornar a su hijo a la tierra de donde había salido, él sabía que, de ser así, su descendencia no llegaría a establecerse en la tierra que Dios le había prometido, sino que seguiría siendo habitada por los cananeos y por la descendencia de su hijo Ishmael con quien Dios no continuaría el pacto eterno. Tampoco quería Abraham que su hijo se casara con una cananea, ya que sus costumbres e idolatría eran malas a los ojos de Dios.
Hoy Israel es una tierra de muchas costumbres adoptadas por los judíos de todas partes del mundo, incluyendo costumbres paganas y apartándose por momentos de las leyes de Dios planteadas en la Torah. El lado bueno es el enriquecimiento de la cultura judía, el lado malo es no incorporar lo nuevo y beneficioso a lo raizal, a lo enseñado por Dios al pueblo de Israel. En manos del hombre está avanzar en el progreso y cultivar la ley judía formando un hermoso ramo florecido y colorido de un judaísmo verdadero y matizado sin salirse de los esquemas básicos ni quedarse en el pasado.
Ver más explicaciones
Génesis 24:4: "Porque a mi tierra, donde nací, habrás de ir y habrás de tomar de allí una esposa para mi hijo, para Itzjak”.
Abrabanel*1 explica: “Que sea de mi familia o por lo menos de mi tierra natal, pues por esto tal vez ella se parecerá en su naturaleza a mi hijo, ya que el éxito de la pareja depende de la convergencia de la naturaleza y carácter”. Tomado del rabino Marcos Edery.
La intención de Abraham era que su hijo Itzjak no se casara con una mujer de pueblo idólatra, sino asegurarse que se casara con alguien que estuviera más cerca a la sapiencia de la existencia del Dios de Abraham. Dios le había vaticinado que de él haría un pueblo grande, por eso debía estar seguro que la continuidad filosófica permaneciera por generaciones a partir de su hijo Itzjak, tal como Dios le había dicho que la continuidad sería con Itzjak.
*1: - Isaac Ben Yehuda Abarbanel o Abrabanel, Lisboa, Portugal 1437-1508. Filósofo, exegeta y empresario, conocido como “El León Hebreo”.
Génesis 24:1 y 2: "Abraham era anciano entrado en años y Ado-nai había bendecido a Abraham en todo. Dijo Abraham a su servidor, el mayordomo de su casa, el cual regía todo lo que él poseía: pon ahora tu mano bajo mi muslo”.
Rambán explica que Abraham había sido bendecido por Dios en todo, en posesiones, una esposa, hijos y edad avanzada en buena condición de salud. Solo le faltaba que sus hijos heredaran sus valoras físicos y espirituales, por eso hace juramentar a su servidor para traerle una esposa a su hijo Isaac (Gen. 24:3).
Varios interpretacioncionistas tratan de explicar el tipo de juramento que utiliza Abraham para que su siervo trajera una esposa a Isaac, y cómo es que le pide colocar su mano en el muslo, probablemente era colocar su mano en sus testículos. Socialmente ha sido muy difícil aceptar ésta forma de juramentar, porque en la mentalidad posterior antigua y moderna parecería como una acción sexual poco modesta y probablemente inmoral. Sin embargo hay que recordar que ésta es una costumbre muy antigua adoptada por el Derecho romano:
“El derecho romano obligaba a los hombres a jurar por sus testículos, es decir, a palpárselos para atestiguar que lo que decían era toda la verdad y nada más que la verdad, tal y como se hace ahora, pero sobre la Biblia. (Muy historia).
La palabra testigo, atestiguar, etc., viene de la palabra latina testiculus que significa “testigo de virilidad”.
El juramento que le hizo hacer Abraham a su siervo, era de una seriedad enorme, ya que Abraham sentía que su hijo debía casarse y tener familia, además casase con una mujer adecuada, en éste caso, una mujer de la familia, para asegurarse que no fuera a caer en costumbres paganas e idólatras.
Génesis 23:20: "Se afirmó, pues, la posesión del campo y de la cueva que en él había, para Abraham como posesión y sepultura, de manos de los hijos de Het”.
El Rabino Alfredo Goldschmidt explica que el afirmar l compra de éste territorio de manos del dueño original, el pueblo de Het, actualmente inexistente, trae una enseñanza del primer acto sionista, al no haber querido enterrar a su ser querido (Sara su esposa), en tierra extranjera, que se le había ofrecido con todo cariño, sino que nace en él la necesidad de pertenencia, correspondiente este al primer paso de obtener una propiedad oficialmente propia, en la tierra que Dios había prometido a Abraham y su descendencia.
A pesar del derecho que el pueblo de Israel tiene a la tierra donde estaba Abraham, inicialmente Canaán, posteriormente tierra de Judá e Israel, después Palestina y finalmente Medinat Israel, tierra cedida por parte de Dios, el verdadero dueño y Creador, la realidad se establece en base a acciones humanas como lo es la compra oficial y bajo las leyes humanas. De esta manera, Israel, que fue rescatada por medio de la compra y del trabajo de la tierra, se hizo el pueblo judío, el pueblo de Israel, doblemente merecedor de ésta: por parte Divina y por parte legal humana.
En 1948 la ONU estableció que un país no se compra, para tratar de restarle derecho al pueblo de Israel a su tierra, pero reconoce los límites establecidos a causa de las posesiones adquiridas por guerras… excepto si éstas fueron provenientes de Israel, cuando fue atacada y en su defensa recuperó tierras que históricamente fueron suyas.
Génesis 23:19: “Y después de esto, enterró Abraham a Sarah su espos, en en la cueva del campo de Majpelah que está en frente a Mamré (ahora Hebrón), en la tierra de Canaán”.
El Rabino Samson Raphael Hirsch explica que ésta cueva, tenía una formación espacial natural adecuada para posibilitar el entierro de varias personas y Abraham la escogió pensando en su propia tumba, la de sus hijos y familias. Esta fue la primera adquisición que realizó Abraham, el primer patriarca, en la tierra de Canaán. Dice Hirsch: “El valor de los lazos familiares, que unen al marido y la mujer, a los padres y a los hijos, estuvo en adelante inseparablemente conectado con la tierra de Israel”. Posteriormente éste valor fue la peculiaridad fundamental del carácter judío.
Del patriarca Abraham son muchas las enseñanzas que dejó que conformaron los rasgos característicos de la mentalidad judía que aún hoy en día prevalecen en pueblo de Israel. El valor de la familia, y de la comunidad es algo que está en la sangre y la piel. A pesar del desplazamiento geográfico, la identidad como judíos en el mundo, nos relaciona y nos mantiene como un lazo invisible en una extraordinaria unión. Es lazo invisible está por encima de ciertas convicciones, si se es ortodoxo o conservador, si se es del oriente o de Europa occidental, bien sea de derecha política o de izquierda, si se es converso o nacido, prevalece ese lazo invisible que permite que la identificación sea una sola. La pertenencia al pueblo de Israel. Esa es la herencia genética que recibimos de nuestro patriarca Abraham.
Génesis 23:16 → “Accedió Abraham a Hefrón y pesó Abraham para Hefrón la plata a que se había referido ante el auditorio, los hijos de Het, cuatrocientos shekalim de plata de circulación de mercaderes”.
De acuerdo al proceder del patriarca Abraham, se aprende la importancia de actuar con testigos en aquello que resultara de cualquier movimiento material de compra-venta. Aunque fuese de buena voluntad, la actitud del patriarca enseña la importancia de testigos. Hoy, esto se aplica igualmente con testigos y además por escrito. También recordar que cuando Abraham rescató a su sobrino Lot con su gente y los bienes de Sodoma, el Rey de Sodoma le había ofrecido tomar el botín, pero Abraham se negó aceptar nada para él para que el día de mañana no dijera el Rey que algo de lo que tiene Abraham era del rey de Sodoma.
No solamente se debe ser limpio en la transacción de negocios, sino que es importante el testimonio de dos personas responsables que atestigüen, sobre la acción legal, porque no solo es importante ser recto, sino poder demostrarlo para evitar corrupción ajena.
Génesis 23:14 y 15 → “Respondió Hefrón a Abraham diciéndole: Señor mío, escúchame, una tierra de cuatrocientos shekalim de plata, entre tú y yo, ¿Qué es?, sepulta pues a tu difunto”.
El Rabino Samson Raphael Hirsch explica: “Parece que 400 siclos de plata era un precio tan exorbitante que Efron temía expresarlo, y prefería transmitir su solicitud a través de un tercero, o sea diciéndoselo a Abraham”.
Hirsch propone que Hefrón quería mostrarle a Abraham su generosidad haciéndole saber el precio tan alto del terreno que le estaba cediendo. De acuerdo a ésta interpretación, es aún más lógico que Abraham no hubiera aceptado. Recordando el episodio del rescate de Lot, cuando el Rey de Sodoma le ofreció a Abraham, por haber rescatado hombres y botín, todo el botín, y Abraham le contestó que no aceptaría ni el cordón de un zapato para que el Rey de Sodoma no dijera después “yo enriquecí a Abraham”. Bajo el mismo enfoque de visión de Abraham, se quería asegurar que el día de mañana, no se dijera que ésa tierra se la cedió Hefrón a Abraham, así que originalmente es de Hefrón, y por eso hoy se puede decir que la tierra de Majpela, donde están enterrados los patriarcas junto con la matriarca Sarah, o sea Hebrón le pertenece a Abraham y a sus descendientes. Fue comprada por 400 Shekalim de plata.
Génesis 23:12 Y 13 → “Se prosternó Abraham ante el pueblo de la comarca y habló a Hefrón frente al pueblo de la tierra diciendo: Pero si tú quisieras escucharme, yo ofrezco el valor del campo; acéptalo de mí para que entierre a mi difunto allí”.
El exégeta Abraham Ibn Ezrah comenta que Abraham se había prosternado frente al pueblo de aquella tierra ante Hefrón a manera de agradecimiento, para que no se ofendiera ante su insistencia de comprar la tierra.
Recordando una escena anterior de Abraham cuando Abraham, rescató botín y hombres de una guerra contra Sodoma y el rey de Sodoma quiso darle el botín, pero Abraham le contestó: “no me quedaré ni con el cordón de un zapato, para que no se diga después que el rey de Sodoma enriqueció a Abraham”. Era un principio moral y analítico que tenía Abraham y del cual se debe aprender, que los logros materiales debe tener que ver con el esfuerzo personal y no con dádivas o regalos que el día de mañana se pueden “echar en cara” o tal vez reclamar como artículos que no son de la propiedad de a quien se les regaló, y peor aún si se trata de tierra, que es permanente. La cueva de Majpela, donde están enterrados y matriarcas (excepto Rajel), pertenecen a Abraham y sus descendientes, y es importante recordar que la continuidad de la herencia, tanto material –tierra-, como espiritual, está en Abraham, luego en Isaac y posteriormente en manos de Yaacov de quien se desprendieron las 12 tribus de Israel.
Génesis 23:8 y 9 → “Y les habló diciendo: Si está en vuestra voluntad el sepultar mi difunto, de ante mí, escuchadme y rogad por mí ante Hefrón, hijo de Tzoar, para que me ceda la cueva de Majpela, que le pertenece, situada en el extremo de su campo, en su pleno valor en plata, que me ceda, ante vosotros, como posesión para sepultura”.
El Rabino Samson Raphael Hirsch explica que Abraham ofreció pagar el precio de todo el campo, aunque quería solamente la cueva que se encontraba en el borde del campo; por lo tanto, aunque renunciar a la cueva no interferiría con el uso del campo, sin embargo, parece que Abraham ofreció a pagar el valor completo de todo el campo, ya que la conversión de la cueva en un sepulcro podría reducir el valor del campo. Como extranjero, no se atrevió a pedir permiso para comprar el campo mismo.
La humildad y rectitud comercial de Abraham, lo llevan hasta a pagar un precio enorme por un campo completo cuando la utilización iba a ser solamente de la cueva, pero él previó el daño comercial y la devaluación que se podía dar, se adelantó a las épocas que se establece el valor, la valorización y la devaluación. De ahí se aprende que el valor de los objetos debe ser razonable conforme a su valorización o devaluación, como medida de justicia.
Génesis 23:10-11 → “Pero Hefrón estaba entre los hijos de Het y entonces respondió Hefrón el Hitita a Abraham ante el auditorio, los hijos de Het, y todos los vinientes a la audiencia de su ciudad, diciendo: No mi señor, Escúchame, el campo de lo cedo y la cueva situada en él a ti te la cedo. En presencia de los hijos de mi pueblo; sepulta a tu difunto”.
Rashi comenta que lo que quiso decir Hefrón es que le cedía el campo y la cueva sin necesidad de pagar, mientras que Abravanel explica que lo que quiso decir Hefrón es que el campo se lo ha dado y la cueva que está en él también, quiere decir que la cueva sin el campo no debe convertirse en sepulcro pues causará daño al campo, por eso se lo cede todo.
Abraham había pedido una posesión para sepultar a Sarah, pero los hijos de Het le estaban ofreciendo sepultarla en sus tumbas, por eso solicitó Abraham hablar con Hefrón personalmente. Hefron, y lo menciona la Torah cada vez que lo nombra, era hijo de Tsohar, “Hefrón ben Tsohar”, ¿y por qué?, porque cuando hubo guerra contra Sedom –Sodoma-, y Hamorá –Gomorra-, a ellos se les unieron los reyes de Shinab Rey de Admá –shemeber Rey de tseboim y el Rey de Belah que se llamaría Tsohar. Cuando Abraham, para rescatar a Lot que había sido capturado, enfrentó a los reyes enemigos y no solo rescató a Lot sino que rescató hombres y bienes que habían quedado en poder de los reyes agresores, entre ello las pertenencias y hombres de estos reyes. Abraham sabía que Hefrón, hijo de Tsohar recordaría la victoria que obtuvo para ellos Abraham y por eso acudió a él, quien efectivamente le ofreció el campo y la cueva. Sin embargo, así como Abraham no había aceptado del Rey de Sodoma recompensa alguna, así mismo Abraham no quería la tierra regalada sino que quiso pagarla aunque la estuviera ofreciendo de corazón Hefrón. Hoy podemos decir que la tierra no pertenecía a nadie más que a Abraham y los descendientes él y de Sarah, a quien enterraba en ése lugar, pues la compró en buena ley y con testigos que eran la audiencia y los vinientes de esa ciudad.