El Rav Guido Cohen que todos recordarán durante su ejercicio rabínico en la AIM, en un excelente artículo que escribió en el año 2017, cuando en la Plaza de Toros de Santa María en Bogotá se reanudó la práctica de la corrida de toros (francamente no puedo imaginar a la Santa María gritando oleeeee, en cada estocada que se le daba a un toro mientras sangraba), escribió un artículo titulado “Corridas de Toro, una visión judía”, en el que enmarca con gran exactitud la postura judía frente a la tauromaquia, demostrando la repulsión que enseña la tradición judía y legislación de la Torá frente al dolor animal y las enseñanzas de los sabios de la Torá y el Talmud de todas las épocas, determinados en condenar ésta y cualquier otra práctica que implique el dolor del animal.
Lo cierto es que hay dos hechos para relatar al respecto. El primer caso se trata del torero judío Sidney Frumpkin, más conocido en su época con su apellido cambiado: Sidney Franklin, nacido en Brooklyn New York, quien toreó entre los años 1920 y 1950, en México, España, Panamá y aquí en Colombia.
Franklin nació en el seno de una familia judía Rusa ortodoxa, por lo que se puede entender el rechazo de su padre por su afición inicial al arte y al teatro. A los 18 años, tras una fuerte discusión con su padre, abandonó New York para instalarse en México, de ahí en adelante se podría hacer una película de Hollywood sobre su vida, absolutamente fuera de un escenario posible para un joven judío.
En México fue contratado para la realización artística de carteles en los que invitaba a la gente a corridas de toros. Durante su trabajo, entendió la agresión hacia los norteamericanos poniéndolos como cobardes que no eran capaces ni de pararse frente a un toro y de ésta manera Sidney ya “estaba toreado”… y se preparó para presentarse ante el público como novillero en 1923 (en esa época el novillero no tenía la alternativa o sea permiso de matar al toro, hoy sí), sentía que debía “sacar la cara” por sus compatriotas estadounidenses.
En 1929 fue a vivir a España, donde toreó catorce novilladas. En ésa época se hizo amigo de Ernest Hemingway, quien había venido como periodista a cubrir la Guerra Civil Española. A comienzos de la Segunda Guerra Mundial, ante la situación de antisemitismo, Franklin regresó a vivir a Estados Unidos.
En 1952 escribió su autobiografía, se dice que bastante novelizada y en 1957 termina en la cárcel durante varios meses por un papeleo ilegal de su automóvil. En 1959 regresa a vivir a México donde tiene su última corrida. Fallece en 1976 en una residencia de adultos mayores.
En el periódico Estadounidense The New York Times, aparece un artículo de Corey Kilgannon, sobre Franlin, titulado “El torero de la Torá, la historia del matador judío y gay que ahora es un símbolo LGTB…” donde le pone más tinta a su aparente homosexualidad siendo judío que a su carrera como torero, el artículo en sí es como un gancho para atraer lectores, para éste artículo entrevistó a una sobrina del torero y aunque el artículo no se centra en el tema central del protagonista, la última frase del artículo es la que mueve un poco, cuenta la sobrina (de 78 años), que la gente de la comunidad judía enfrentaba a Sidney y le decían: “¡pero cómo toreas Si tú eres judío!” y él contestaba: “Si, pero los toros son católicos”. De alguna manera, el resentimiento que tenía Sidney tanto con el padre como con los antisemitas y antijudíos que tuvo que enfrentar en aquella dolorosa época, le produjeron éste tipo de respuestas.
La otra historia válida para relatar, fue la de un hecho casi insólito: Una corrida de toros en España en honor a Maimónides. Aparece en un artículo en Enlace Judío, titulado “La sorprendente historia judía detrás de una corrida de toros tradicional española”. En 1935, antes de la Segunda Guerra Mundial, y 430 años después del edicto de expulsión de judíos de España, se levanta dicho edicto permitiendo regresar a los descendientes de los judíos expatriados y dentro de los festejos, los líderes de comunidades judías de diversos países de Europa son invitados, entre ellos a una corrida de Toros en honor a Maimónides.
Recordemos que uno de los principios más relevantes con respecto a los animales, lo explica del sabio Rambam (Maimónides), quien compara el dolor humano con el de los animales (Guía de los Perplejos 3:48), y por ello Maimónides era uno de los más furiosos defensores de los derechos de los animales y de sus sentimientos. De esta manera parecería paradójica la honra que se le daba a Maimónides, pero para los líderes invitados, les era muy difícil negarse a tal evento.
El evento se produjo porque Maimónides era cordobés y orgullo de ésta región.
Tengo un amigo Luis de España, cuyo pasatiempo es el toreo y me envió un video en el que demuestra que gracias a la cría de toros en España, se ha preservado enormemente la ecología en éste país. ¿Vale la pena? Hay quienes dicen que sí y lo defienden “a capa y espada”.