“Sin tierra hebrea, trabajada por manos hebreas, no hay Hogar Nacional ni tiene sentido alguno todo el Movimiento Sionista”. Wolf Nijensohn.
El 31 de Agosto de 1897, en la última sesión del 1er. Congreso Sionista Mundial, tuvo Tzvi (Herman) Shapira (1840-1898) la oportunidad de exponer sus ideas sobre la creación del Keren Kayemet Leisrael (Fondo Nacional del Pueblo Judío). Presentó un claro y preciso proyecto escrito que incluía los principios que sirvieron de base para su fundación posterior: “Los dineros del Fondo deberán emplearse exclusivamente para la adquisición de tierras en Eretz Israel y estas pertenecerán para siempre a todo el Pueblo Judío como propiedad inviolable”. En esa misma sesión Shapira presentó otro proyecto fundamental e inimaginable para esa época: la creación de un “Instituto Científico Superior en Jerusalem”, lo que más tarde se concretaría como la Universidad Hebrea de Jerusalem.
El rostro del viejo Profesor inteligente y respetado reflejaba en plenitud y emoción, sus sueños, sus pasiones, su fortaleza espiritual y su visión predecesora, producto de años de proyección y maduración. Su vida fue una permanente búsqueda desde aquellos lejanos días en que recibiera su título rabínico siendo todavía un adolescente en Lituania. A la edad de 24 años ya ocupaba un puesto de Rabino en una pequeña localidad vecina de Alemania. Influenciado por las corrientes Iluministas, amén de su sed de saber y comprender, comienza un peregrinaje vital y a veces penoso a los centros de estudios y ciencias donde mucho tiempo pasó frío y hambre. En 1870 se dirige a Heidelberg donde desarrolla y logra descollar en sus estudios en el campo de las matemáticas, siendo aceptado en la “Sociedad de Matemática” y dando clases en la Universidad como Profesor Extraordinario de Alta Matemática.
Es en esa época que comienza sus activas y fecundas tareas en el Sionismo y después del encuentro determinante que tuviera con el precursor Teodoro Hertzl plasma sus actividades sionistas con una energía inusitada, dedicándose enteramente al nuevo Movimiento, en cuyas bases encontró aquella idea por la cual luchó toda su vida. El Profesor Herman Shapira fallece al año siguiente, pero la antorcha de su proyecto del Fondo Nacional del Pueblo Judío (KKL) la enarbola Teodoro Hertzl y con el respaldo de su espíritu indomable y arrollador logra que en el 5º. Congreso Sionista del año 1991, realizado en Basilea hace 120 años, se apruebe la fundación definitiva del KKL, idea largamente acariciada por el preclaro Herman (Tzvi) Shapira.
120 años después pueden verse en el Estado Judío de Israel los resultados de este gran emprendimiento: el KKL ha plantado más de 240 millones de árboles en un territorio que fuera desértico, pantanoso, arenoso y rocoso. Ha ayudado a construir 230 reservorios que suministran 2/3 del agua para la agricultura en Israel y en territorios vecinos. Desarrolla parques y bosques comunitarios que mejoran la calidad de vida urbana y rural. Colabora con la construcción integral de nuevas Poblaciones, Moshavim y Mitzpim, como ser caminos, instalaciones de agua, luz, gas, redes telefónicas e inalámbricas, etc. El KKL se asocia con organizaciones internacionales para encontrar soluciones a problemas relacionados con la silvicultura, la gestión hídrica y la problemática de las tierras áridas. (Cuadernillo KKL-2021).
Las actividades del KKL reflejan una síntesis entre la Ecología, el accionar contra el cambio climático y el Sionismo, hecha realidad en el pujante Estado Judío de Israel.