La enseñanza más valiosa de Pesaj es la idea de la libertad. La libertad no simboliza felicidad, tal vez, por el contrario, la libertad es la que nos coloca en un lugar a disposición de la suerte, a veces implica enfrentar las libertades ajenas, implica tener que resolver situaciones difíciles y aprender a disfrutar de las situaciones placenteras, sin dañar otras libertades injustamente.
Dios sacó al pueblo de Israel de una tierra de esclavitud llevándolo a la libertad. La historia refiere que varias veces el pueblo de Israel se rebeló contra Moshé, se sentían inseguros e incómodos. La libertad no era el premio esperado por tantos años. De pronto se vieron en un desierto desprovisto de diversos alimentos, techo fijo, donde la sed hacía por momentos desfallecer a la gente. Entonces el pueblo se sintió más protegido durante la esclavitud en Egipto en ese momento. ¿Qué tenía que hacer, entonces, ese pueblo para enfrentar esa libertad?
Durante los 420 años de estadía de los cuales unos 200 de esclavitud en Egipto, tenían que pasar por trabajos forzados, tenían algo de alimento y techo, pero era fácil, no tenían que pensar, analizar o enfrentar. Entonces ¿qué clase de tesoro le entregó a este sufrido pueblo Dios?
¿Qué tiene la libertad que no tenga la esclavitud? Poder pensar, derecho a pensar, a decidir.
Y la palabra clave: derecho.
Es el pensamiento el encargado de resolver y decidir sobre las diversas situaciones que la vida plantea, hay que pensar en dónde trabajar, qué comer, cómo arreglárselas para subsistir, encontrar los recursos necesarios. Entonces la libertad enfrenta al pensamiento con la necesidad de desarrollar la inteligencia para vivir esta vida.
Como el pensamiento y la libertad le presentan al hombre dos caminos: el de hacer el bien, lo correcto y hacer lo posible por salir adelante sin importar a quién se pisa, por eso Dios dotó al pueblo de Israel con el mejor manual de instrucciones para manejar correctamente la libertad: La Torah.
Dentro de ella, se empuja a la búsqueda de la ciencia, la verdad, la justicia, la sabiduría y el amor, en resumen: la inteligencia.
La Ley entregada por Dios en el desierto, enseña también a limitar la libertad que nos dio, de ahí que la Torah aparentemente rígida instruye dando las claves de la responsabilidad de compartir de convivir con otra gente y cuando se recibe dicha responsabilidad se aprende a ser consecuente y ver la necesidad propia y ajena, apegarse a la comunidad y reconocer sus necesidades para ayudarla, pasando entonces, a ser parte también de la preparación a libertad que recibimos.
Si no hubiésemos salido de Egipto, seríamos un pueblo de sirvientes o simplemente, no existiríamos como muchos otros pueblos que desaparecieron. Hoy, Israel no solamente es el pueblo que se ha levantado con esfuerzo, sino también con justicia y se rebela contra la injusticia, conoce el sentido de la lealtad, sabe que sin trabajo no hay pan, sabe que los derechos y libertades de los demás se limitan hasta que pisotean los derechos y libertades de otras personas. El tema de justicia es el límite, pero la sabiduría no tiene límite, la inteligencia no tiene límite. Los conceptos como Tikun Olam (ayudar a reparar el mundo), son básicos.
La libertad, a primera vista podría resultar ser algo muy difícil y doloroso, pero bien aprendida, es la llave que abre la puerta a la vida, a la verdadera vida, al máximo del potencial humano enfocado en el bienestar común y reconocer finalmente la sabiduría Divina en dicho tesoro que se nos entregó a la salida de Egipto.