“Estimado Tribunal: realmente intentamos una respuesta proporcionada, pero no hemos encontrado ni un solo soldado en todo el ejército israelí que deseara violar mujeres o decapitar bebés. ¡Lo sentimos!”.
La CIJ ha sido creada en 1945 por las Naciones Unidas. Es el principal órgano judicial de la ONU y tiene su sede en La Haya (Países Bajos). Su función es decidir controversias jurídicas entre Estados. Incomprensible entonces que haya aceptado una presentación de Sudáfrica contra el Estado de Israel por la guerra en la Franja de Gaza, cuando no existe ninguna controversia entre ambos Estados y teniendo en cuenta que el operativo militar israelí se está desarrollando contra Hamas, un ente terrorista que desencadenó una masacre genocida el pasado 7/10, y no contra la población civil palestina del enclave.
No siempre la CIJ ha dictaminado ateniéndose al Derecho Internacional ya que, en varias oportunidades, ha hecho gala de su oportunismo político como fue el caso de la Independencia de Kosovo. Esta era una Provincia ancestral de la República Serbia que ha sido desgajada a instancias de la Unión Europea (UE) y la convalidación ilegal e ilegítima del CIJ en 2008.
La presentación de Sudáfrica está plagada de relatos antiisraelíes con tintes claros de un antisemitismo feroz. Omite con total descaro la tragedia del 7/10 donde fueron asesinadas 1200 personas de todas las edades, heridos y mutilados más de 5.000 civiles, violadas mujeres y niñas, incineradas familias completas en sus hogares y secuestrados más de 250 hombres, mujeres, niños y bebés, tomados como rehenes para chantajear morbosamente al mundo entero.
El Tribunal debería haber rechazado la presentación por incompleta, fragmentaria, imperfecta, defectuosa y mal intencionada. Por lo contrario, al aceptarla, ha obligado a Israel a exponer la verdadera versión de los hechos con datos precisos y dolorosos que contradicen el vil relato exhibido por la representación sudafricana: “Lamentablemente Sudáfrica ha presentado ante la Corte una imagen fáctica y jurídica profundamente distorsionada, curada, descontextualizada y manipuladora de la realidad de las hostilidades actuales. Pretende deslegitimar los 75 años de la existencia de Israel y oculta la responsabilidad del genocidio realizado por Hamas el 7/10 e inclusive soslaya sus numerosos intentos desde 2007”.
La CIJ se juega, en este caso, su futuro como Tribunal independiente. Puede sentenciar una simple cesación del fuego y lavarse las manos a lo Poncio Pilatos. Algo así la dejaría mal parada, pero sin grandes consecuencias para su futuro. Si en cambio decidiera rechazar por inadmisible, inaceptable e insostenible la presentación sudafricana, ascendería un escalón más en el ámbito de la Justicia Internacional y aplicaría la enseñanza bíblica de “justicia, justicia perseguirás”. Si por lo contrario la Corte resolviera intimar, emplazar o reclamar, con cargos mal habidos, contra el Estado Judío se ubicaría en el mismo rango antisemita y, en este caso antiisraelí, que los tristemente Tribunales de la Alemania nazi cuyos obsecuentes jueces sentenciaban contra los judíos, aplicando leyes discriminatorias y horriblemente raciales. En el caso actual avalarían las horrendas matanzas de una Organización Terrorista como lo es Hamas, cuya ideología yihadista y criminal es asimismo peligrosa para todos los países occidentales civilizados.