¿A quiénes benefician los ataques palestinos con cuchillos y vehículos?
Es evidente que no beneficia a los directamente implicados, o sea a los así llamados “lobos solitarios” palestinos, ya que el 99 % de ellos terminan muertos o encarcelados.
“Detrás de cada mártir existe una educación tenaz y alienante para que especialmente los jóvenes se arrojen a matar a ancianos, mujeres o niños” (Marcos Aguinis, “La glorificación de la muerte”, Diario La Nación).
Menos beneficia a los padres, novias y familiares de los jóvenes terroristas pues pierden a sus hijos, a los que deberían haber concebido para vivir y no para morir inútilmente.
“Los crímenes que fueron hechos por los jóvenes palestinos a civiles judíos en Jerusalem y los alrededores dejaron huérfanos de padres a más de diez niños mientras los árabes adultos que se encontraban en esos lugares miraban lo que ocurría sonriendo; todo está fotografiado y documentado” (e-mail de un amigo que vive en Israel).
Por supuesto que no benefician a las víctimas inocentes, civiles y soldados israelíes, hombres, mujeres y niños judíos que quieren vivir para progresar, construir y desarrollarse.
“Por ellos llora el corazón y no solo por ellos sino también por el olvido de aquellos que en los últimos 2000 años no solo han abandonado a todo un pueblo, el Pueblo Judío, sino que además lo han perseguido, degradado, humillado, asesinado, gaseado e incinerado en las cámaras de Auschwitz, Treblinka, Sobibor, etc.” (“Cuando llora el corazón”. Nota del autor).
Tampoco beneficia a la población israelí, que debe sobrellevar un nuevo período de vida con miedo y a la población palestina, que deberá convivir con el temor a las represalias israelíes.
“No lograrán echarnos de aquí aunque quieran matarnos a todos. Esto indica que tendremos que seguir con el dedo en el gatillo mucho tiempo más. Esta es nuestra casa, nuestra ciudad, nuestra capital eterna y sagrada” (reportaje realizado a un habitante de Jerusalém).
Mahmud Abbas, Presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), creyó que mintiendo sobre el “Status” de la Explanada de las Mezquitas o Monte del Templo (para los Judíos) lograría cambiar las relaciones de fuerza con el Hamas en Cisjordania y Gaza, pero resulta que sigue incomunicado con su pueblo y sus fuerzas de seguridad ya que todas las encuestas, propias y ajenas (Pew Internacional), manifiestan que entre el 70% y el 90 % de la población palestina apoya a la organización terrorista Hamas y no a él.
“Este terrorismo indiscriminado es fogoneado por líderes palestinos y la consciente o inconsciente complicidad de las agencias noticiosas”. “El Presidente Mahmoud Abbas es conciliador en inglés y guerrero feroz en árabe” (id. Marcos Aguinis, La Nación).
Las fuerzas de seguridad de Gaza están totalmente en manos del Hamás y las de Cisjordania siguen colaborando con las israelíes, a pesar de las manipulaciones de Abbas, pues saben que si permiten que en sus territorios existan zonas liberadas todos, gobierno, pueblo y fuerzas, caerían inmediatamente en las sangrientas garras del Hamás y de la teocrática Irán.
La gran mayoría de los israelíes sienten que no tienen interlocutores válidos para dialogar acerca de la paz y el establecimiento de dos estados, uno judío y otro árabe, que puedan convivir con fronteras seguras y reconocidas.
“Esto que escribo aquí no pretende quitar importancia a los peligros que amenazan a Israel. Irán, AlQaeda, el EI, Hamás, Hezbolá, los cuchillos de la tercera intifada y el odio a Israel en los territorios árabes, así como la enorme fragilidad de Oriente Próximo, son reales y debemos tener los ojos bien abiertos ante ellos” (David Grossman, “Los ojos bien cerrados”, Diario El País de España).
David Grossman, un escritor israelí reconocido internacionalmente, es un acérrimo crítico del Gobierno israelí y del Primer Ministro Benjamín Netanyahu, y no obstante ello no puede dejar de reconocer los temibles peligros a los que Israel y los israelíes están sometidos diariamente, no solo en los diversos escenarios internos del país sino además por las sangrientas turbulencias guerreras que se producen en los alrededores transfronterizos que los rodean.
Puede afirmarse entonces que los ataques y atentados terroristas que se están produciendo en Israel contra sus ciudadanos no beneficia a nadie y, por el contrario, perjudica a todos los actores de estos dramáticos y lamentables acontecimientos.