2024-11-22 [Num. 1010]


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Columnistas  - Halajot en la Actualidad

Rav Daniel Shmuels

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Por Rav Daniel Shmuels
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Rav Daniel Shmuels nació en Bogotá, Colombia. Psicólogo de la Universidad Nacional de Colombia, psicoanalista del Lacanian School of Psychoanalysis e hizo sus estudios rabínicos en el Rabbinical College of America. Fue First Assistant Rabbi para Ohev Shalom al igual que para el Chief Rabbinate of Florida. Fundador del Beit Din of South Florida, miembro de los Batei Din of America. Tradujo y editó el libro “Bienvenido al Judaísmo: Una Guía al Judaísmo Básico y la Conversión Judía Ortodoxa”. Actualmente es el Head Rabbi de la Keilá The Private Shul of South Florida.

¿Mausoleos en el judaísmo?

2017-11-07

Mausoleo

La Parashá de esta semana es Jayei Sara, con ella se nos introduce el difícil y doloroso evento de enterrar a un ser querido. Más allá de las leyes que rodean la muerte y el subsecuente duelo de los parientes vivos, surge una pregunta muy válida frente al proceder de varias comunidades ortodoxas en Norteamérica; a saber, ¿permite nuestra sagrada Halajá llevar a cabo entierros encima de la tierra o están restringidos exclusivamente a ser debajo de la tierra? Es decir, ¿está permitido el uso de mausoleos dentro de nuestro judaísmo?

La Torá no menciona ningún tipo de ritual funerario o de entierro en detalle; de hecho, es a partir del versículo en Bereshit 3:19, donde dice “del polvo vienes y al polvo volverás”, que nuestros sabios del Talmud interpretaron que todo entierro judío tiene que ser en la tierra. Entonces, es así como precisamente la cueva de Majpela se convierte en el paradigma de entierro de nuestros patriarcas y matriarcas, práctica que se siguió llevando a cabo, de acuerdo al Tanaj, en época de los reyes y profetas de Israel. Así mismo, tenemos evidencia arqueológica que en principio, hacia el primer siglo antes de la era común, los muertos eran puestos sin ataúd en los nichos de roca que se hacían para ese propósito. Sin embargo, aproximadamente 600 años más tarde, el Talmud menciona la utilización de féretros de madera de cedro, de barro y de roca.

Actualmente en Israel los fallecidos son enterrados en el suelo envueltos en sus Tajrijim –Mortajas- pero sin un féretro; la única excepción a esta práctica es cuando el fallecido es un soldado israelí, caso en el cual se pone al fallecido en un ataúd simple de madera. En la diáspora la costumbre consiste en que todo fallecido sea enterrado en el suelo en un féretro; en este punto, cada comunidad varía su opinión frente al ataúd que se debe utilizar en cuestión. 

En la temprana literatura rabínica del Talmud no hay ninguna mención acerca de lugares públicos de entierro como nuestros cementerios actuales; sin embargo, el Talmud nos enseña que existían espacios ahuecados, al pie de montañas o en elevaciones o en depresiones de suelo, conocidos como Kokin y bóvedas llamadas Me’arah en donde se ubicaban los cuerpos, estos espacios eran cerrados con una gran roca que llevaba por nombre Golel. De hecho; hoy en día, el nombre que utilizamos es Beit HaKevarot, el cual literalmente significa cámara de las tumbas y sin lugar a dudas se refiere a ese tipo túneles que en principio se usó.

Es bajo esta descripción que las Masejtas de Sanhedrin 47b y Ketubot 4b establecen que el periodo de duelo inicia cuando el Golel se ha puesto en su sitio; es decir, se ha cerrado. Para Rashi, esto equivale al momento en que el ataúd es puesto en la tumba y se lo ha cubierto con tierra.. 

Todo esto nos indica que la forma más antigua y autóctona de entierro en el judaísmo era en bóvedas de piedra; sin embargo, todo esto cambió en el momento en que salimos de Israel a Babilonia por cuanto la tierra de la diáspora no es apropiada para entierros de cueva. Este es el momento histórico en el cual pasamos de bóvedas de roca a entierros en féretros literalmente bajo tierra. No se puede decir con certeza absoluta que el introducir esta práctica dentro del judaísmo fue el resultado directo de la interacción con los babilonios. En este punto es importante recordar que antiguamente, en época de tales bóvedas enclaustradas, el entierro se llevaba a cabo en dos momentos; a saber, el primero consistía en llevar el cuerpo envuelto en los Tajrijim a una cámara para ser ubicado en el suelo o en una ranura en la pared. El segundo sucedía cuando el cuerpo ya se había descompuesto y los familiares regresaban para remover los huesos y ubicarlos con los demás huesos de generaciones pasadas en una bóveda más interna. Evidencia de este tipo de entierro lo podemos encontrar hoy en día en Beit Shearim en Israel; sin embargo, de la misma época tenemos a Rabí Yehuda HaNasi, autor de la Mishna, quien fue enterado en un féretro de madera (aún cuando se nos relata que dicho ataúd tenía huecos en el fondo). 

El asunto con los sarcófagos como tal tiene su desarrollo dentro del judaísmo bajo la influencia Helenística y bajo el dominio romano; nuevamente, incierta su influencia directa, pero definitivamente un aspecto práctico para ese tipo de entierro doble en donde en lugar de unir unos huesos con otros se opta por introducir los huesos en un casquete de madera y ubicar esos casquetes en una bóveda interna. 

Es así como al salir permanentemente de Israel se establece para Klal Israel el entierro en ataúd bajo tierra; de cualquier forma, tenemos Responsa en relación con esto en donde diferentes comunidades en Italia y en Egipto optan por continuar con el entierro de bóvedas porque sin importar los innovadores aspectos geográficos, sociales y culturales, el entierro en bóvedas es la forma más antigua de ubicar a los fallecidos dentro del judaísmo.

Entonces, regresamos a nuestra pregunta original, si la forma más antigua era en bóvedas de cuevas, ¿se pueden utilizar mausoleos hoy en día para enterrar a nuestros muertos? El Baal HaTurim en Yore Deah 363 nos ratifica Halájicamente que antiguamente ese era el proceder para enterrar a los muertos; de hecho, esto equivale a los mausoleos actuales. De cualquier forma; a diferencia de las bóvedas de cuevas, los mausoleos son construidos encima de la tierra y no como parte de la tierra. La pregunta ahora radica en saber si el cemento y la piedra pueden ser considerados como tierra o no. En Havalim Beneinim, volumen III, Responsa 63, Rav Yehuda Leib Graubart establece que el cemento si es una categoría de tierra y por consiguiente un mausoleo se puede considerar como tierra. 

Entonces, Halájicamente hablando, un mausoleo es permisible en un cementerio judío; sin embargo, todos nuestros Poskim actuales establecen que si bien, de acuerdo a la Halajá, está permitido enterrar a nuestros muertos en mausoleos, nuestro proceder se debe restringir al que Klal Israel ha seguido en la diáspora. Nuestros Poskim también han establecido que si alguien a nombre propio desea, de cualquier forma, hacer un mausoleo lo puede hacer pero todo fallecido que se ubique en él debe tener dentro del ataúd una cantidad determinada de tierra; esto, siguiendo los lineamientos de Rav Graubart en su Responsa.



Comentarios de los lectores




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Enrique Valle
Hola Raquel: Me gustó mucho el tema de los mausoleos, ya que toda la vida nos han dicho que debemos ser enterrados en tierra y aquí nos indican que podría hacerse de otra manera también. Vale la pena ...
Leer más 2017-11-13