Para la literatura hebrea moderna J.N. Bialik representa la continuidad de la cultura y poesía milenaria del Pueblo Judío pues personifica el reflorecimiento de los escritos de Rabi Iehuda Ha-Levy y de Ben Gabirol.
Las poesías y poemas en idish y ladino mantuvieron vigente el espíritu judío de la Diáspora, pero Bialik fue de los que restituyeron el idioma bíblico a las letras, fortaleciendo el resurgimiento del Estado de Israel.
Junto con Nathan Alterman, Schmuel Iosef Agnon, Ajad Ha´am, Zeev Jabotinsky y otros creó las bases de la literatura hebrea moderna.
Bialik nació un 9 de Enero de 1873 en Radi, una aldea situada en la Provincia de Wolinia del gran Imperio de Rusia y desde pequeño absorbió los sabores de la naturaleza que lo rodeaba, reflejado en sus poemas. Ya de muy joven tuvo que convivir con la terrible situación de la vida judía y de la sangre de los pogroms que se desataron en Rusia, Ucrania y Polonia, hechos que ha plasmado en sus dolorosas poesías.
Finalizada la 1ª. Guerra Mundial y una vez producida la Revolución Soviética con la que no se identifica, gracias a la ayuda de Máximo Gorki logra emigrar hacia Alemania y de allí, en 1924 se traslada a Palestina. Trabaja intensamente en grandes obras culturales, bibliotecas y asociaciones de escritores, integrando a su vez la Universidad Hebrea de Jerusalem, llegando a ser considerado el “Poeta Nacional del Pueblo Judío.
Entre sus poemas de máxima envergadura se encuentra “En la Ciudad de la Matanza” donde describe con dolor y con horror el martirio sufrido por los judíos en el pavoroso pogrom de la ciudad de Kishiniev. La otra poesía donde enarbola las banderas del Sionismo, la necesidad de un Hogar para el Pueblo Judío y su amor por Eretz Israel fue:
“Acógeme debajo de tus alas; Sé para mí una madre, sé una hermana”.
Y prosigue:
“Sea tu pecho el refugio de mi frente, Nido de mi plegaria errante y vana…”.
Jaim Najman Bialik fallece el 4 de Julio de 1934 con un pueblo que lo ha amado y lo amará por siempre.