¿Desde cuándo y por qué ha sido segregada y oprimida la mujer?
¿Fue desde la creación? No. No podemos culpar a Dios de semejante injusticia. A Dios lo que es de Dios y al hombre lo que es del hombre.
La desobediencia causa la expulsión del Edén. No es solo a Eva la que expulsa, expulsa, con justa causa, a la pareja, Adám y Eva. Es un castigo, pero no una maldición. Ahí, en ese momento, comienza el reto de Dios al hombre. Lo obliga a crecer, lo obliga a entender que hasta Su paciencia tiene un límite y que, así como ellos desobedecieron, ellos también tienen que ser responsables de sus actos. Nadie debe esperar que Dios le “saque las castañas del fuego”.
Si nos vamos bien atrás en la Historia, encontraremos que el texto bíblico está lleno de la importancia de la mujer judía en la Historia.
En las diferentes épocas las mujeres tenían el mismo protagonismo que los hombres: Cortaban cabezas, juzgan, enseñaban, cantaban, profetizaban. Llegan en ascenso hasta la época talmúdica. El Talmud es un inmenso código civil y religioso, elaborado entre el siglo III y el V por eruditos hebreos de Babilonia y Eretz Israel.
El problema surge siglos después en el ámbito general.
Hay momentos en la Historia Universal que de por sí, dan una explicación parcial.
El crecimiento intelectual no siempre va de la mano con el crecimiento emocional o con el crecimiento cultural. La rigidez de los conceptos, la férrea férula de la fe, el poder físico de la fuerza, la creencia en la infalibilidad de la ciencia y la ignorancia de la inteligencia son varios motivos válidos.
Las circunstancias históricas llegaron con la Gran Guerra, la Primera Guerra Mundial. 1914 - 1918. Al estar el hombre en el frente de batalla, la mujer tuvo que hacerse cargo no solo de los trabajos del hogar sino de los trabajos que, en esa época, se pensaba, que solo los hombres tenían la capacidad mental y física para ejecutarlos.
Trabajos tanto en la industria como en el campo. De ahí que, al volver los hombres a casa, al terminar la guerra en 1918, encontraron que sus campos de acción habían sido eficazmente suplidos por las mujeres. Después de probar “las mieles” de una relativa independencia, no era fácil volver a casa solo para lavar y planchar. Se había demostrado que si eran capaces y que si se podía. La conquista estaba a la vuelta de la esquina. Los peores miedos y retos para los hombres se habían hecho realidad. La verdadera lucha comenzaba ahora. No era una lucha de armas, era una lucha de capacidades e inteligencias.
En el siglo V y hasta el siglo XVI, la mujer sufre la segregación más cruel y despiadada. Es repudiada, maltratada, acusada de brujería y quemada viva. Su mente fue enjaulada antes que su cuerpo. La existencia coartada y manipulada. Al hombre no le fue mejor. Fue acusado de alquimista. Fue atropellado en sus derechos por los poderosos, por unos pocos que toman la oportunidad de sentarse en el trono del poder del cual, aun hoy, no se han levantado. El clero.
Uno de esos preclaros individuos era Cirilo, el obispo de Alejandría. Terrible personaje, que, en su época, le hizo la vida imposible a todo lo que no fuera cristiano. Época en la cual las mujeres no tenían acceso al saber. La educación era solo para una elite. El pueblo debía ser ignorante para lograr crear la atmosfera del “poder celestial” y de esa forma poder dominar al hombre. Dominarlo, amenazarlo y asustarlo con el castigo divino en caso de desobediencia. Sin embargo, como en todo, hay excepciones. Una de las excepciones fue Hipatia.
Hipatia. Nació en el siglo IV, año 370, y murió de la manera más vil y aterradora en el año 415. Heredó de su padre el amor por los números. Dictaba clases de matemática, filosofía y astronomía en el maravilloso Museo de Alejandría. Se estima que el Museo fue fundado a comienzos del siglo III a. C. por Ptolomeo I Sóter, y ampliado por su hijo Ptolomeo II Filadelfo, llegando a albergar hasta 900 000 manuscritos. Fue la más grande y prestigiosa biblioteca de su época. Era lo poco NO cristiano que quedaba en Alejandría al igual que una pujante comunidad judía. En ese maravilloso Museo fueron traducidas las Escrituras judías al griego. Hipatia trabajaba allí como docente e investigadora científica. Una mujer en un mundo de hombres, que, aunque no era judía, murió por defenderlos. Alejandría había acogido a los sobrevivientes judíos, cuya cultura había sido destruida en Jerusalén. Allí no había restricciones para los judíos, lo que les permitió prosperar.
El obispo Cirilo, anticipándose a Hitler por varios siglos, buscaba la “solución final” para los judíos. Ellos eran una espina en sus ojos porque con su presencia, impedían que Alejandría fuera totalmente cristiana. Su manera de lograrlo era predicar desde el púlpito que los judíos habían matado a Dios. Hipatia salió en defensa de los judíos lo que enfureció a Cirilo, que de por sí la odiaba porque era una mujer culta e instruida.
Sobre su muerte Sócrates Escolástico cuenta: “La arrancaron de su carruaje, la dejaron totalmente desnuda; le tasajearon la piel y las carnes con caracoles afilados hasta que el aliento dejo su cuerpo”. Cirilo dijo que Dios había intervenido a su favor.
En el concilio de Éfeso, Cirilo impone, a punta de sobornos, el dogma de María como Madre de Dios. Tras su muerte, Cirilo fue canonizado por la Santa Madre Iglesia. Incongruencia de la fe.
Muchos momentos en la Historia, fueron y siguen siendo trágicos y oscuros, lo que me lleva a pensar que el oscurantismo no ha pasado y que el Siglo de las Luces no ha terminado de llegar.
El mito que la ciencia y el conocimiento son una amenaza y que solo la fe puede liberar al ser humano llevándolo a la verdad se afianzo de tal manera en ciertos círculos, que aún persiste. No ha sido posible erradicarlo.
Las circunstancias históricas cambiaron con la llegada de la Gran Guerra. La Primera Guerra Mundial. 1914 - 1918. Al estar el hombre en el frente de batalla, la mujer tuvo que hacerse cargo no solo de los trabajos del hogar sino de los trabajos que, en esa época, se pensaba, que solo los hombres tenían la capacidad mental y física para ejecutarlos.
Trabajos tanto en la industria como en el campo. De ahí que, al volver los hombres a casa, al terminar la guerra en 1918, encontraron que sus campos de acción habían sido eficazmente suplidos por las mujeres. Después de probar “las mieles” de una relativa independencia, no era fácil volver a casa solo para lavar y planchar. Se había demostrado que si eran capaces y que si se podía. La conquista estaba a la vuelta de la esquina. Los peores miedos y retos para los hombres se habían hecho realidad. La verdadera lucha comenzaba ahora. No era una lucha de armas, era una lucha de capacidades e inteligencias.
En el siglo XX surge en Inglaterra el movimiento por la igualdad femenina. Exigían ser parte de la historia. Sus derechos civiles eran violentados. Querían votar. La legislación internacional reconoció el sufragio femenino a través de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en 1948. Querían votar y ser votadas. Esta legislación entró en vigencia el 7 de julio de 1954 ampliando el derecho de la mujer no solo al voto sino a su acceso a cargos públicos.
La legislación en su artículo I decía así:
“Las mujeres tendrán derecho a votar en todas las elecciones en igualdad de condiciones con los hombres sin discriminación alguna”.
En ese momento ella se deshacía de una gruesa capa de polvo que los siglos III, IV y V le había echado encima. En el siglo XX, la mujer estaba lista para brilla con luz propia. Esa era la incongruencia de la realidad. Habíamos ganado y perdido a la vez.
Y ¿cómo estamos hoy en pleno siglo XXI?
Muchas barreras han caído. Muchos frenos se han soltado. Mucha agua ha corrido bajo el puente desde Hipatia y desde 1920. La libertad, por la cual aún luchan tanto la mujer se logró en parte, porque a la vez, esa misma libertad, le impuso más obligaciones de las que ya tenía.
Con todos los derechos adquiridos a fuerza de tenacidad, con todas las luchas por la justicia, la libertad y la igualdad, la mujer aún sigue siendo segregada, abusada, maltratada, asesinada.
No se pueden omitir las consecuencias que esa recién adquirida libertad trajo.
Como potrillos a los que le abren las puertas del establo, muchas mujeres confundieron la libertad con el libertinaje cosa que fue en detrimento de la idea original. A medida que la euforia fue amainando, fuimos creciendo en sabiduría y adquirimos la madurez necesaria para entender y separar lo uno de lo otro, aprendiendo a obrar en consecuencia de nuestros nuevos privilegios.
Como no todo puede ser malo hay que decir que muchas puertas se han abierto. No en todas partes las mujeres son tratadas de la misma injusta y abusiva manera. Quiero citar solo un par de ejemplos de los progresos y reconocimientos que la lucha constante ha logrado.
Emmeline Pankhurst (1858-1928)
Es una de las grandes responsables del voto femenino, símbolo y líder del movimiento sufragista nacido en Inglaterra a principios del siglo XX; la revista Time la escogió como una de las 100 personas más influyentes de ese siglo, porque, a través de su lucha, lo cambió todo para siempre.
Nació en Manchester, hija de padres que eran activistas políticos. En 1879 se casó con Richard Marsden Pankhurst, con quien tuvo 5 hijas. Él era un abogado que también trabajó por la causa femenina –para que las mujeres pudieran ser dueñas de sus bienes pre matrimoniales. En 1889, Emmeline creó la Women’s Franchise League, donde comenzó a pelear por el voto femenino. Pero su obra más importante llegó en 1903, cuando ya viuda, fundó junto a varias compañeras la Unión Social y Política de las mujeres; fue a sus miembros y militantes a quienes se les comenzó a llamar sufragistas, y quienes causaron una verdadera revolución en la época por sus tácticas por la razón o la fuerza: vidrios quebrados, protestas, huelgas de hambre y más. Como muchas de sus compañeras, Pankhurst fue arrestada en varias ocasiones. Pero el movimiento sufragista supo hacer un alto en 1918, para la I Guerra Mundial. Se unieron a los esfuerzos del país para ayudar a las tropas y al trabajo que se necesitaba, incluso cuando llevaban años enemistadas con el gobierno. El incansable trabajo de Emmeline Pankhurst y las sufragistas comenzó a dar frutos en Gran Bretaña en ese mismo 1918, cuando se les otorgó el voto a los hombres mayores de 21 y las mujeres mayores de 30. No alcanzó a ver el trabajo terminando: murió en junio de 1928, y el gobierno extendió la posibilidad de votar a todas las mujeres, casadas o mayores de 21 años.
“Estamos aquí, no porque queremos romper la ley, sino que estamos aquí en nuestros esfuerzos de convertirnos en creadoras de la ley”.
Rosalie Silverman Abella
Es la primera juez judía de Canadá siendo la juez más joven del país. Primera mujer presidente de la Junta de Relaciones Laborales de Ontario. Primera mujer en la Mancomunidad Británica en convertirse en la cabeza de una Comisión de Reforma Legislativa. Fue nombrada en el 2004 para el Tribunal Supremo de Canadá, convirtiéndola en la primera mujer judía en sentarse en la Banca de la Corte Suprema canadiense. Graduada del Real Conservatorio de Música con diploma en piano clásico. Gran ejemplo a seguir.
Juith Butler
No quiero omitir a la reputada filósofa estadounidense Judith Butler, cuyos estudios respecto a los diferentes Géneros han dado un vuelco científico al significado de los sexos. Su biografía es tan extensa, interesante e importante, que me es imposible elegir solo un tema estudiado por ella. Tampoco me es posible escribir, en su totalidad, sobre su extenso trabajo. Baste decir que estudió en las más prestigiosas Universidades de USA, Canadá y Europa. Sus libros han sido traducidos a 20 idiomas.
Judith Butler nació en Cleveland, Ohio el 24 de febrero de 1956, de padres judíos rusos y judíos húngaros. La mayor parte de la familia de su abuela materna falleció en el Holocausto. De niña y de joven asistió a la escuela hebrea y a clases de ética judía, donde se familiarizó por primera vez con la filosofía a los 14 años.
Sus aportes han sido primordiales para la comprensión de los problemas que aún no han terminado de aflorar en la conciencia y en la condición humana.
Dorothy Johnson Vaugh, Mary Jackson y Katherine G. Johnson
Katherine G. Johnson (cuyo nombre, en reconocimiento a sus logros y aportes, fue puesto a las nuevas instalaciones de la NASA), fueron tres mujeres negras fundamentales para los logros de la NASA. En una época en la cual los negros aún no tenían derechos en los Estados Unidos de Norteamérica y eran tratados como personas de “segunda”, estas tres mujeres negras lucharon a la vanguardia del movimiento feminista de los derechos civiles.
Sus cálculos, impulsaron uno de los mayores logros espaciales de los Estados Unidos. Fueron tres personajes conscientes de su época y su poder sobre los acontecimientos. Pelearon sin un rifle, sin derramar una gota de sangre, sin alevosía, pero con todas las ventajas de sus inteligencias. Lucharon por todas las mujeres negras segregadas. Lucharon con altura, paciencia y sacrificio. Eso sí, no desperdiciaron ninguna oportunidad para demostrar el orgullo de su raza y dejar sentado que, la creencia generalizada en su inferioridad, por ser mujeres y de raza negra, era por demás injusta. Y LO DEMOSTRARON, con inteligencia e intuición, al crear el grupo de mujeres negras de la NASA llamadas “Las computadoras humanas”.
Antes que John Glenn o Neil Armstrong viajaran al espacio, girando alrededor de la Tierra o haciendo su caminata sobre la luna (que al igual que el Holocausto es negado hoy, en pleno siglo XXI.), este grupo de mujeres profesionales, segregadas por su color, cuando la IBM apenas desarrollaba la primera súper computadora para la NASA, ellas utilizaban lápices, reglas de cálculo y máquinas de sumar para escribir las ecuaciones base para los lanzamientos de cohetes y astronautas al espacio.
Tengo el firme convencimiento que, sin la intervención de estas mujeres, los rusos hubieran llegado primero a la luna.
Hoy en día los avances femeninos no tienen límites. Desde el inmenso espacio sideral hasta las profundidades del mar, la mujer tiene el campo abierto para crear el mundo en el cual quiere vivir.
En todas las esferas, en todas las instancias, la mujer ha logrado sobresalir. No hay campo vedado. No le fue fácil. Siempre hemos tenido voz, pero ahora somos escuchadas. La emancipación ha sido un duro y arduo camino que aún se sigue conquistando.