Una de las cosas que no esperaba ver tan rápido regresar a su ritmo antiguo, dada la situación de salubridad mundial, es la reactivación de las conversiones como tal. No de los procesos de conversión donde los candidatos continúan estudiando y preparándose a pesar de las dificultades comunitarias actuales. No, hablo de tribunales rabínicos y Mikvaot listas para los futuros judíos a venir.
Los tribunales rabínicos ortodoxos autorizados por el Gran Rabinato de Israel de la ciudad de Nueva York, epicentro del mayor número de infectados y muertos actualmente, anunció formalmente la semana pasada que las Mikvaot con sus respectivos jueces rabínicos están con los brazos abiertos para recibir a todo aquel que desee culminar su proceso de conversión al judaísmo. Frente a esto, unas cuantas ciudades más en Estados Unidos y Canadá acompañan la decisión.
El asunto me parece de lo más tenebroso por varios motivos que van más allá de los decretos legales impuestos por cada gobierno en particular. El primero yace en que en la mayoría de las ocasiones el Rosh Beit Din (director del tribunal rabínico) es un rabino bastante mayor; es decir, es una persona de alto riesgo. Agreguémosle a esto que, por lo general, los demás rabinos de la corte también están en ese grupo demográfico, cosa que aumenta el riesgo para ellos más que nadie; entonces, ¿cuál es el afán de regresar a las conversiones tan precipitadamente? Es factible que nada pase; pero, ¿para qué poner en riesgo la salud y hasta la vida propia y de otros? Es más, un converso necesita el apoyo y soporte de toda su comunidad, si la mayoría de comunidades no están interactuando físicamente aún; entonces, ¿por qué tanta prisa?
Sin haber hecho la pregunta en ningún momento, tres tribunales rabínicos de tres ciudades norteamericanas diferentes me informaron que la apertura de las cortes rabínicas ortodoxas para conversiones era una cuestión de servicio esencial e indispensable. ¿Uh? ¿Un servicio esencial e indispensable? ¿Para quién? Partamos del punto que en la mayoría de ciudades donde hay una concentración demográfica judía ortodoxa alta ni siquiera están abiertas las sinagogas. Aparte de ello, usualmente lo que en general entendemos por “trabajadores esenciales” y “servicios esenciales” son instancias muy diferentes que apuntan al concepto de vital importancia más no a la decisión de abrir cortes rabínicas ortodoxas para realizar conversiones.
Entiendo el deseo y la posible frustración de aquellos candidatos que han esperado ese momento tan especial para que suceda cuanto antes; sin embargo, poner en riesgo la salud y vida de aquellos involucrados en la conversión me parece un poco complejo. Si una persona ya ha esperado equis cantidad de años para convertirse, esperar un poco más y así asegurar su salud y la de otros, no suena descabellado. Sin embargo, al parecer, esta obvia opinión no es la más popular en estos momentos.
A partir de esto surgen las acusaciones típicas de los opositores de la ortodoxia, acusaciones que apuntan a la corrupción económica que subyace en los tribunales rabínicos donde enormes sumas de dinero se pagan para llevar a cabo conversiones; es más, así sean pequeñas sumas, el objetivo es tachar la pulcritud de estos tribunales.
Personalmente disputo la decisión tomada por dichas cortes porque la considero extremadamente peligrosa a nivel de salud y si de Halajá estamos hablando, todos sabemos que Pikuaj Nefesh (preservar la vida) prevalece en cualquier instancia. Pero de ahí a crear toda una teoría de conspiración por el deseo insaciable de poder económico de los rabinos para obtener dinero extra me parece más que absurdo. Ahora bien, que habrá casos donde se pagan sumas exorbitantes por una conversión “pirata”, seguro que hay casos de esos como todos lo hemos leído en los periódicos; de cualquier forma, esos casos son aislados y definitivamente es muy dudoso que ese sea el motivo por el cual estas cortes desean reconquistar el campo de las conversiones.
Revisemos el asunto tal cual es y propongamos una posible teoría al respecto. Hay dos clases de tribunales rabínicos autorizados por el Gran Rabinato de Israel; a saber, unos independientes y otros patrocinados por entidades sin ánimo de lucro o por el mismo Gran Rabinato. Los segundos siguen unos parámetros que no son Halajá como tal pero que forman parte fundamental para reclamar transparencia en sus conversiones. Esos parámetros se conocen como GPS, “Gueirus Procedures and Standars”; en español, Procedimientos y Estándares de Conversiones. Hace más de un año y medio estos tribunales, vía Gran Rabinato, establecieron procedimientos adicionales en la sección conocida como “comprobación de antecedentes personales”. En ella se determina que es necesario, para todo candidato, proveer información acerca de las plataformas sociales utilizadas y/o indagación por parte del tribunal para determinar si el candidato, a lo largo de su proceso y después de su conversión ha mantenido los estándares establecidos por la Halajá de un comportamiento judío ortodoxo. De hecho, es por ello que estos tribunales no entregan sus Teudot sino hasta un año después de la conversión.
En principio este punto era opcional para las cortes; sin embargo, dada la cantidad de reclamos, acusaciones por parte de la prensa y hasta demandas civiles que involucran estafa debido a conversiones inapropiadas llevadas a cabo por diferentes tribunales rabínicos, empujó a exigir que este año todas las cortes autorizadas lo llevaran a cabo; sin embargo, al llegar el 2020 también llegó la pandemia y ese anexo a los estándares jamás llegó a implementarse.
El asunto de los reclamos radica en que cierta cantidad de conversos eventualmente son encontrados quebrando todas las leyes a las cuales se comprometieron en el momento de la inmersión, cosa que usualmente es visible a plena luz en las diferentes plataformas sociales; es decir, el mismo converso, ahora judío, se puso la soga en el cuello en este caso y no sólo dejó mal su nombre por su comportamiento inapropiado sino que también manchó la buena intención y reputación de la corte.
Creo que el asunto apunta más a este aspecto que a cualquier otro. El deseo y urgencia de limpiar el buen nombre de los diferentes tribunales, de sus rabinos y de sus conversos resulta como la necesidad más relevante y esencial en esta ocasión; aspecto que sin duda la Halajá promueve, si la reputación o el buen nombre de alguien está puesta en la penumbra es obligatorio limpiar ese error cuanto antes. Además de ello, he escuchado de un par de amigos rabinos que el aspecto de investigación les resulta muy llamativo e interesante para incorporar en los procesos de conversión y dentro de los tribunales rabínicos, posición que también pudo haber influido en la decisión de abrir las cortes rabínicas para conversiones.
Entonces, más allá de una necesidad loca de conseguir dinero, es posible que la premura de estas cortes en abrir radique en poder implementar estas nuevas regulaciones para que su nombre quede limpio de toda sospecha. Ahora bien, que dichos procedimientos sean efectivos y seguidos por todos de la misma manera es algo que sólo la historia podrá determinar.