2024-04-19 [Num. 979]


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Columnistas  - Halajot en la Actualidad

Rav Daniel Shmuels

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Por Rav Daniel Shmuels
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Rav Daniel Shmuels nació en Bogotá, Colombia. Psicólogo de la Universidad Nacional de Colombia, psicoanalista del Lacanian School of Psychoanalysis e hizo sus estudios rabínicos en el Rabbinical College of America. Fue First Assistant Rabbi para Ohev Shalom al igual que para el Chief Rabbinate of Florida. Fundador del Beit Din of South Florida, miembro de los Batei Din of America. Tradujo y editó el libro “Bienvenido al Judaísmo: Una Guía al Judaísmo Básico y la Conversión Judía Ortodoxa”. Actualmente es el Head Rabbi de la Keilá The Private Shul of South Florida.

Diferencia y Halajá

2016-12-21

Halachot

Acabamos de celebrar las Altas Festividades; con ello, no sólo inicia un nuevo año en nuestro calendario sino que también inicia un nuevo ciclo de la lectura anual de nuestra sagrada Torá; sin embargo, más allá de ello, también iniciamos un nuevo periodo como judíos, iniciamos un año esperando dar lo mejor de cada uno de nosotros para con Dios y para con nuestro prójimo. Infortunadamente, este año iniciamos este periodo con un tema Halájico que día a día está tornándose más complicado; el cual, en última instancia, pretende reducir el círculo de aquello que llamamos "nuestro prójimo judío" y por ende reduciendo la posibilidad de cumplir las Mitzvot y Halajot que rigen nuestra relación con dicho prójimo.

Desde el Quinto Congreso en Washington D.C., del cual formé parte hace diez años aproximadamente, el RCA (Rabbinical Council of America) ha pretendido imponer sobre Klal Israel la denominación de judío solo a aquellos judíos que se acogen a la rama de lo que se conoce en la actualidad como judaísmo ortodoxo; esto, en referencia tanto a derechos y beneficios como a deberes religiosos y políticos. Ello implica que bajo dicha nomenclatura solo son judíos aquellos que la Halajá, entendida solo bajo el marco "ortodoxo", establece como judíos; es decir, nacidos de una madre judía o convertidos por un tribunal rabínico Halájico. Como consecuencia, el movimiento conservador (conocido como Masorti en Israel) y el movimiento reformista no pueden ser considerados judíos por cuanto no asumen en su diario vivir el compendio absoluto de la Torá Shebijtav y de la Torá Shebealpe, incluyendo todo código legislativo desde entonces hasta nuestros días (Mesora). La pregunta que aquí nos debe surgir a todos es; a saber, ¿no somos todos judíos aun cuando nuestros niveles de observancia sean diferentes? Más aún, y este es mi paradigma frente a esta segregación, si regresamos al terrible acto del holocausto y reclamamos que fueron 6'000,000 de judíos los que asesinaron los nazis, ¿por qué obviamos el hecho que muchos de aquellos que murieron en semejante genocidio no eran lo que actualmente llamaríamos judíos ortodoxos? Aquí hay un doble estándar! O todos somos judíos aceptando nuestras grandes y pequeñas diferencias o sencillamente recontamos la historia universal de otra manera.

Pero esta problemática no termina en diferenciar, léase excluir, unos judíos de otros. Si bien, mi educación y praxis es lo que en la cotidianidad se denomina como ortodoxa y bajo ninguna circunstancia pretendo promover el incumplimiento de la Torá bajo los lineamientos de Mesora, es necesario que nuestro pueblo llegue a una aceptación y respeto fundamental de la diferencia, de la diferencia entre denominaciones, de la diferencia dentro de cada denominación y de la diferencia entre cada uno de nosotros. No es un camino fácil y por el contrario, lo que nos demuestra el devenir de nuestras denominaciones es un comportamiento excluyente más no incluyente. Ética y prácticamente me es imposible hablar en nombre de las denominaciones conservadora o reformista por cuanto no conozco su proceso legislativo a profundidad; de cualquier forma, lo que podemos observar a grandes rasgos, desde el otro lado de la cerca, es un aspecto incluyente para con sus miembros y no excluyente como lo estamos observando dentro de la así llamada ortodoxia. En este punto se nos presentan dos problemáticas diferentes, una es la diferencia entre denominaciones y otra es la diferencia que existe dentro de las denominaciones mismas que va de la mano con la diferencia individual.

Frente a la primera problemática, debido al marco Halájico bajo el cual vivimos y con el cual trabajamos, nos encontramos en un callejón sin salida; empero, es mi convicción que si realmente así se desea se logrará llegar a un acuerdo mutuo para aceptar y respetar nuestras diferencias, legislando la inclusión de todo Israel. Es una idea un poco altruista pero no imposible y ya los primeros pasos se están dando por parte de unos pocos rabinos ortodoxos.

Ahora bien, en cuanto a la segunda problemática que se menciona, la diferencia dentro de una denominación, se hablará exclusivamente de la denominación que se conoce como ortodoxa, el problema de aceptar, entender y respetar la diferencia que existe dentro de cada una de las corrientes que existe en nuestra denominación. Como es sabido por todos nosotros, dentro de la ortodoxia judía hay varias denominaciones que se diferencian una de otra por sus Minjaguim y a partir de ello su aplicación de la Halajá a situaciones actuales de la vida cotidiana. 

Históricamente hablando, la problemática de la diferencia dentro del judaísmo ha sido conflictiva y controversial. Antiguamente tuvimos la diferencia entre los Tzedukim y los Prushim, que terminó en la expulsión absoluta de aquellos que seguían la ideología de Tzadoik, considerándolos no judíos por no aceptar la Torá Shebealpe y los decretos rabínicos subsecuentes, dejando solo a los Prushim como poseedores del legado judío y siendo nosotros los descendientes directos de ese judaísmo establecido por los Prushim. También tuvimos la diferencia de Zugot entre Beit Hilel y Beit Shamai, en donde se estableció que la Halajá sería entendida, hasta la llegada del Moshiaj, de acuerdo a Beit Hilel para que después de su llegada sea entendida de acuerdo a Beit Shamai (si el Moshiaj lo considera apropiado) y este es un ejemplo de un punto intermedio Halájico aplicable en nuestros días. Más reciente en nuestra historia tuvimos la diferencia entre los Jasidim y los Mitnagdim, en donde hubo una guerra ideológica declarada con actos de violencia por parte de los opositores que no aceptaban la diferencia frente al miedo que los otros estuvieran cambiando la Torá y la sagrada Halajá. Afortunadamente dicha guerra llegó a un punto final donde ambos grupos aceptan su judaísmo recíprocamente. Este es otro ejemplo de aceptación de la diferencia, aun cuando muchos consideren que no hay diferencia alguna.

Hoy en día tenemos una problemática de diferencia nuevamente; a saber, la propuesta legal de expulsar toda noción de ortodoxia moderna (modern orthodoxy) y toda noción de ortodoxia abierta (open orthodoxy) que existe. El asunto inició hace un año en Europa donde las comunidades Haredi (ultra ortodoxas) con sus rabinos se reunieron para exigir al Gadol Rabanut Israel la exclusión de todo rabino y congregación o comunidad que pertenezca al muy bien establecido movimiento ortodoxo moderno y al naciente movimiento de ortodoxia abierta.

El motivo de esta solicitud legislativa yace en la interpretación que estos grupos hacen de la Halajá. Ahora bien, no es que estos grupos vayan en contra de la Halajá, Jas BeShalom! Acá no estamos hablando de promover el incumplimiento de Shabat o de Kashrut o de Tzniut, no! Acá estamos hablando de la posibilidad de tomar el aspecto menos estricto en situaciones cotidianas que lo ameritan y que no contradicen la base ética de la Halajá. Aquellos que han estudiado Mesora saben perfectamente que la Halajá en muchos casos tiene una opinión estricta y otra menos estricta; pero en último análisis, ambas opiniones son parte de la Halajá y ninguna va en contra de ella. Entonces, ¿es debido a esto que otro judío tiene que ser excluido de ser judío? Absurdo! No existe ningún lugar en todo Mesora en donde diga que seguir la opinión menos estricta implica una traición a los principios básicos de la Torá, por más que la mayoría siga la opinión más estricta. Esta propuesta de rechazo frente a la diferencia de opinión Halájica, hoy en día más exigente y con más adeptos a nivel mundial que hace un año, no sólo carece de fundamentos sólidos Halájicos sino que va en contra de la posibilidad de cumplir más veces y a mayor cabalidad las Mitzvot y las Halajot relacionadas con nuestro prójimo judío.

Pero, ¿cuál puede ser el motivo para reducir cada vez más nuestro espectro de prójimos judíos? Legislar! El motivo de esta propuesta es la posibilidad de legislar de acuerdo a los ideales de la comunidad Haredi y solo los de ellos. El asunto es el siguiente, para poder legislar es necesario que Klal Israel este totalmente de acuerdo frente al decreto que se va a establecer. Al hablar Halájicamente de Klal Israel, se está hablando solo de aquellos judíos que cumplen con la Torá y la Halajá completamente; entonces, si en esa decisión se incluyen a aquellos que toman la opinión menos estricta, ciertas legislaciones no podrían tener lugar y se mantendrían como lo que es, un Minjag para un grupo específico. No es cierto que estas nuevas denominaciones presenten una amenaza a nuestras tradiciones y mucho menos que vayan en contra de nuestra sagrada Torá y Halajá.

Sé que es difícil para todos aceptar y respetar las diferencias entre unos y otros, pero es por ello mismo que nuestra sagrada Halajá nos permite tener diferentes opiniones y como consecuencia de ello tenemos Ashkenazim, Sefaradim, Jasidim, Mitnagdim, Haredim, ortodoxos, ortodoxos modernos, ortodoxia abierta, etcétera. Solo resta hacer dos preguntas, ¿por qué no podemos dejar nuestros Minjaguim como lo que son y nuestra Halajá como lo que es? Más aún, ¿por qué no es posible que un judío perteneciente a la ortodoxia abierta se alegre, acepte y respete el judaísmo de un ultra ortodoxo y vice versa?



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