2024-10-30 [Num. 1006]


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Columnistas  - Rabino Eliahu Birnbaum

Rabino Eliahu Birnbaum

Otsdinner2016 181
Por Rabino Eliahu Birnbaum
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El Rabino Birenbaum es el fundador y director del Instituto de AMIEL –preparación para rabinos y líderes espirituales-, Dayán -juez en el Tribunal Rabínico Superior del Rabinato de Israel, rabino de Shavei Israel y autor de varios libros de temática judía.

Dilemas halájicos y éticos o… el rabino como psicólogo

2020-12-09

Kipa man

En estos días se publicó una investigación sobre la situación de la comunidad judía en los EE. UU. que puede ser resumida en una sola frase: "Menos judíos, menos judaísmo, más asimilación y más casamientos mixtos". Empero, sin entrar a las causas que llevan a la exogamia, es preciso recordar que el vínculo entre judíos y no judíos es parte integral de la existencia judía en la diáspora. En todas las generaciones los judíos mantuvieron relaciones con la sociedad gentil y la pregunta es siempre cuáles deben de ser los límites, hasta dónde y cómo.

A continuación, quisiera compartir con ustedes una historia real que se repite a menudo en las comunidades judías de la diáspora y refleja un aspecto distintivo de la vida judía en el seno de una sociedad gentil mayoritaria y nos enseña que a veces la asimilación y los matrimonios mixtos son el resultado de un acto consciente y voluntario, pero otras veces son consecuencia de un simple "accidente".

Hace unos años, cuando fungía como Rabino de la Comunidad Israelita del Uruguay, se acercó a mi un muchacho joven. Alberto tenía unos veintidós años, había estudiado en un colegio judío, había asistido a un movimiento juvenil sionista y era hijo de una familia no religiosa pero con una identidad judía profunda y enraizada.

En virtud del lenguaje corporal que exhibía Alberto al entrar a mi oficina entendí que no venía a traerme buenas noticias o anunciarme la fecha de su próximo casamiento sino a plantearme un problema.

Tras conversar unos minutos, compartió conmigo una situación delicada por la que atravesaba y que no era fruto de su elección. Alberto estudiaba ingeniería en la universidad y conoció a una muchacha no judía. Según lo que me contó, decidió salir con ella no con intenciones serias pensando en un futuro matrimonio sino para pasar un buen momento, como acostumbran hacer muchos de los jóvenes en ese país. Sin embargo, él no se esperaba que en virtud de su simple deseo de pasar el rato, finalmente la muchacha quedase embarazada.

De esta forma se dio una situación por la cual un muchacho joven y carente de experiencia en la vida se halla en una situación en la cual embarazó a una muchacha gentil y no sabe cómo proceder. Admito que fue la primera vez que enfrente una situación humana y halájica de este tipo y tampoco yo sabía qué debía hacer. Lamentablemente, después de este caso me tocó toparme con esta situación decenas de veces si no más.

Alberto llegó a mí inmediatamente después de enterarse que la chica estaba embarazada.

No quería contárselo a sus padres, ni siquiera a su psicólogo sino a un rabino. El rol rabínico, especialmente en la diáspora, goza de un aura especial que lo ubica en el papel de psicólogo y sociólogo capaz de resolver problemas en un abrir y cerrar de ojos. Esa es la razón por la cual el muchacho acudió a mí. En una situación así, lo primero que hice fue escucharlo y brindarle la sensación de que hay un oído atento a su problema sin por ello ocultarle que en mi opinión había cometido una gran tontería…

En segundo término, le formulé al muchacho un sinfín de preguntas para intentar entender su situación a fondo. Le pregunté, por ejemplo: ¿Cuánto hace que se conocen? ¿Tú la quieres? ¿Cómo ocurrió? ¿Emplearon o no métodos anticonceptivos? ¿Estás seguro de que ella se embarazó de ti? ¿Estaría ella dispuesta a hacer un análisis de tejidos? ¿Te sientes responsable por el niño y por la madre? ¿Quieres casarte con ella? ¿Están dispuestos a pensar en un aborto? ¿Están tus padres están al tanto de la situación? Estas y muchas otras preguntas se me vinieron a la mente pues sabía que el muchacho no sabía qué hacer y esperaba que yo le diese un "dictamen" respecto de la situación. ¿Debía casarse o no en virtud del embarazo inesperado a pesar de que ella no era judía? ¿Cabía pensar en convertirla al judaísmo? ¿Era posible ignorar que el feto era suyo? ¿Debía asumir la responsabilidad por la acción realizada? ¿Cabía pensar en una interrupción del embarazo y de esa manera poner punto final a la historia?

Resulta que el muchacho conocía a la chica hacía solamente tres meses y no estaba enamorado de ella. Por otra parte, le emocionaba la idea de que se transformaría en padre y estaba dispuesto a hacer todo lo necesario por mantener ese estatus. Alberto siempre se vio a sí mismo casándose con una muchacha judía y no con una gentil. Por su parte, la muchacha no estaba en absoluto dispuesta a pensar en una interrupción del embarazo, profesaba la fe católica y según su creencia el aborto estaba prohibido.

Tras un par de horas de conversación le pedí que me dejara pensar sobre la cuestión y que regresara al día siguiente para continuarla.

Entre pregunta halájica y dilema halájico

La primera pregunta que surgió a mi cabeza fue si existía o no en la situación una pregunta de tipo halájica. ¿Se trataba acaso de una pregunta clásica que posee una respuesta en los libros de halajá o en las responsas? Por supuesto que una revisión rápida de la literatura halájica no proporcionó una solución al problema ni tampoco un rumbo general respecto de cuál es la forma correcta de tratar esa situación y qué ofrecerle al muchacho. En la práctica, entendí que me encuentro ante un "dilema", esto es, ante una situación compleja que posee diferentes aspectos entre personales, sociales, comunitarios, educativos, legales y halájicos.

Existe una diferencia entre una consulta halájica y un dilema. La consulta es una duda que surge en virtud de la realidad cambiante, una consulta halájica es una pregunta de cómo y de qué manera la halajá se adapta a la realidad o cómo la realidad ingresa a las reglas de la halajá, o sea, cuál es la respuesta de la halajá a una situación determinada. Sin embargo, el dilema halájico contiene otros elementos que deben ser tomados en consideración. No solamente se debe dictar halajá sino también tomar en cuenta factores morales, psicológicos, sociales y más (soy consciente que todos los parámetros exteriores son también parte del mundo de la halajá, empero en nuestro caso, hago una división un tanto artificial entre la pregunta y el dilema halájicos para entender más acabadamente la singularidad de la consulta).

En nuestro caso, entendí que debía asumir responsabilidad. Por una parte, debía asumir responsabilidad por el niño, y por la otra, debía asumir responsabilidad por la vida judía del muchacho y su futuro como padre de familia en el seno de su pueblo. Las ideas que se presentaron ante mí mente fueron en primer lugar de índole halájica: ¿Cuál es el estatus del niño y cuál es la relación del padre hacia un hijo de madre no judía? ¿Acaso en una situación de este tipo la halajá exige una responsabilidad económica por parte del padre como por ejemplo el pago de expensas? ¿Acaso la halajá permite interrumpir un embarazo cuando se trata de una hijo de madre no judía? ¿Es necesario pensar en la opción de la conversión al judaísmo a pesar de que se trataría de una conversión en aras de poder casarse? ¿Cuánto hay que tomar en cuenta el sentimiento del muchacho hacia su futuro hijo? ¿Acaso no hay que temer "qué habrán de decir los gentiles" en la medida que el muchacho no se case con la chica embarazada, y más aún si no reconoce al bebé como hijo suyo y no se ocupa de él?

¿Cómo habrá de reaccionar la comunidad judía ante un dictamen halájico en este tema? La decisión de separar entre el muchacho y la muchacha a pesar del nacimiento del bebé puede percibirse como alevosamente inmoral a ojos de parte de la comunidad… y la decisión de ofrecerle al muchacho que se case con la chica generará críticas de parte de otro segmento de la comunidad, el cual sostendrá que el rabino incentiva la asimilación.

Por otra parte, ¿cuáles son las implicancias legales en la medida que el muchacho no se case con la muchacha? ¿La ley lo obliga a asumir la paternidad? ¿Debe darle al niño su apellido? ¿Acaso según la ley del país debe abonar expensas?

Fijación de la paternidad

La cuestión del vínculo entre padre e hijo biológico que nació de una madre no judía está analizado en la Guemará en el Tratado de Kidushín (68(B)): "¿De dónde sabemos que el niño es o no judío según la madre (el niño es como ella)? Dice la Torá: la mujer y sus hijos pertenecerán a su amo. Dijo Rabí Iojanán citando a Rabí Shimón Bar Iojai: Tu hijo es aquél que nació de la israelita, ese es llamado tu hijo; el hijo nacido de una gentil no es llamado tu hijo sino su hijo". En un lenguaje aún más claro y cortante, escribe Maimónides en las leyes de las relaciones prohibidas (cap. 12 halajá 7): "El hijo de la gentil no es llamado su hijo (del judío)".

La halajá establece de manera clara que un niño que nació de una madre no judía no es judío ya que el "niño es como ella". La regla indica que la identidad del niño se determina según la de la madre (Shulján Aruj Even Haezer 8:5). Empero no solamente la identidad del hijo se determina según la madre sino que ni siquiera se lo considera hijo de su padre y este último no es considerado el progenitor de su hijo no judío.

Tanto nuestros sabios talmúdicos de bendita memoria como Maimónides no vieron vinculo paternal entre un padre judío y el hijo de una mujer no judía. Es posible que el hijo sea su vástago desde un punto de vista biológico y de acuerdo con una prueba de tejidos, pero no se lo considera hijo suyo del punto de vista axiológico o conceptual. Según estas fuentes, era teóricamente posible decirle a Alberto que el niño que habría de nacer no era hijo suyo… sin embargo, temí que no entienda el concepto que se oculta tras este principio halájico.

Interrupción del embarazo

Una de las alternativas sobre las que era posible pensar en este caso era la interrupción del embarazo, empero, ¿acaso un rabino puede plantearle esta opción a una mujer no judía? La halajá establece una diferenciación interesante entre el aborto en una mujer judía y en una mujer gentil:

"Rabí Ya'akov Bar Aja encontró escrito en un libro de Agadá de Bei Rav: Un hijo de Noaj (gentil) puede ser condenado a muerte por medio de un solo juez, y por el testimonio de un solo testigo, y sin previa advertencia, de boca de un hombre y no de boca de una mujer, aunque sea pariente cercano. Se dijo en nombre de Rabí Ishma'el: Incluso por los fetos. Rashí explica allí: "Incluso por los fetos – si golpeó a una mujer y sus hijos salieron paga con su vida, en el caso de un judío solo después que haya salido la cabeza tal como estudiamos en el Tratado (Nidá 44(A)): quien mata un bebé de un día es culpable si terminó sus meses de embarazo y no es un feto (Talmud Babilonio Tratado de Sanhedrín 57(B)). Según las palabras de la Guemará, existe una diferenciación interesante entre la definición de asesinato para un judío y para un gentil. Un judío es culpable (de asesinato) únicamente si mata un bebé que salió al mundo, pero un gentil es culpable de asesinato aunque mate un feto en las entrañas de su madre. O sea, la Torá es más estricta en la definición de asesinato para los gentiles que para los judíos.

A partir de esta diferenciación en lo concerniente al asesinato, se generan implicancias sobre la cuestión del aborto en un gentil, tal como lo resume el rabino Eliezer Waldenberg: "Resumiendo la conclusión práctica que surge de todo lo expuesto en este capítulo. Por supuesto que está prohibido interrumpir un embarazo si la vida de la madre no corre riesgo. Asimismo, cuando es necesario interrumpir un embarazo en una mujer gentil debe evitarse que lo haga un médico judío (Responsa Tzitz Eliezer IX 51, Kuntres Refuá Bamishpajá cap. 3). Es así como según estos pasajes de las fuentes, no era posible ofrecerle a la muchacha gentil la interrupción del embarazo.

El pago de expensas

Otra cuestión que era necesario analizar antes de tomar una decisión es si de acuerdo a la halajá es o no obligatorio el pago de expensas, ya que el niño a nacer no es definido como hijo de Alberto sino únicamente como hijo de su madre. En este tema existe un debate interesante entre los rabinos Uziel y Herzog, y cada uno tiene sus razones. El Rabino Uziel entiende que a pesar de que el niño no es hijo suyo, hay un principio halájico según el cual se exige al padre el pago de expensas al menos dentro del ámbito de las leyes de caridad (ver Responsa Mishpetei Uziel 4:19, 21:6).

Por su parte, el Rabino Herzog (Responsa Heijal Itzjak Even HaEzer 1:22) entiende que "…no tenemos autoridad para dictaminar que según la Torá el padre debe pagar expensas, ni siquiera tenemos derecho a ejercer sobre el padre presión moral pública, pues de ser así: ¿qué dejas para los rectos? Además, este tipo de presión puede llevar a las masas a pensar que los matrimonios mixtos tienen algún tipo de asidero según nuestra sagrada Torá y esto representa un gran peligro, especialmente en los países más avanzados, en los cuales los judíos están en estrecho contacto con la población gentil y son sumamente influenciados por estos, y el sabio tiene los ojos puestos en su cabeza".

Creemos que el Rabino Uziel entiende que es necesario cuidar del niño, aunque según la halajá no sea considerado como hijo del padre judío, puesto que a final de cuentas es su hijo biológico y por temor a qué habrán de decir los gentiles si el padre no mantiene a su hijo. Por su parte, el Rabino Herzog se preocupa por el futuro del pueblo judío y teme de la gran cantidad de contrariedades que podrían surgir en virtud de este tipo de compromiso económico.

Al día siguiente vino nuevamente Alberto para escuchar de mí un consejo que le permita continuar su vida tranquila y seguramente. Sentí que él aceptaría     cualquier consejo que pudiera darle, tanto se trate de la conversión de la muchacha, casarse con ella o no reconocer al bebé como hijo suyo.

En la práctica, temí que proponer una solución intermedia podría generar confusión en Alberto. Sabía que el feto no era su hijo según la halajá, que según algunas ideas halájicas él debía pagar las expensas del niño que habría de nacer y que según la ley del país sin duda que debía asumir un compromiso económico para con el niño. Asimismo, sabía que no tenía posibilidad alguna de proponer una interrupción del embarazo a una madre no judía ya que esto es mucho más grave que en el caso de una judía. Intenté combinar todos los criterios y cálculos, y cuando Alberto entró a mi oficina le hablé con suavidad y le dije:

"Alberto, estoy muy contento de que quieras erigir un hogar judío y que desees tener hijos judíos para educarlos conforme la tradición ancestral. El niño que está para nacer es tu hijo biológico, pero no será judío, no será judío como tú ni en su identidad ni en sus creencias. Te aconsejo cumplir con tu deber moral y legal para con el niño, pero no que mantengas un vínculo afectivo con él ni que te cases con la muchacha. Un vínculo afectivo con el niño puede llevarte a continuar el vínculo romántico y físico con su madre y ello implica un riesgo para el futuro de tu familia judía".

La familia de Alberto era pudiente, por lo que le propuse que pague todas las expensas de una sola vez y no mensualmente, para que cada mes no recuerde al niño y su madre. Le aconsejé que abonara las expensas en un único pago por los dieciocho años. Esta decisión encerraba también un dilema, pero sabía que el principio rector debía ser la preocupación por Alberto como judío y por el bebé gentil.

No estaba seguro si tomé o no la decisión correcta hasta que años después me encontré con Alberto, y hete aquí que estaba casado con una mujer judía, tienen un hijo y una hija estudiando en el kínder y en la primaria de un colegio judío y siguen su camino. Lamentablemente, no todos los casos de este tipo terminan así.        



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