Mientras la humanidad es informada por los Estados Unidos sobre la llegada del vehículo de exploración “Perseverance” a Marte para investigar la posibilidad de algún tipo de vida pasada, presente o futura; una misión de tecnología espacial de primera magnitud; la teocrática República Islámica de Irán prosigue con sus anticuados chantajes considerando “ insuficiente” la disposición de Joe Biden, Presidente de EE.UU, de volver al acuerdo nuclear impulsado por Obama (2015) desatendiendo las posiciones de Israel y los países árabes sunitas y suspendido más tarde por Trump, ambos presidentes anteriores.
¿Qué exigen los ayatolas? La inmediata entrega de los fondos congelados en Bancos occidentales; la puesta en marcha de los contratos e inversiones por la suma de 100 mil millones de euros proyectados por los industriales alemanes con el auspicio de la Canciller Ángela Merkel; ningún cambio en la relación con los Inspectores nucleares (con lo que podrán seguir ocultando sus nuevas instalaciones atómicas y de cabezas nucleares subterráneas) y la vocación psicopatológica de “borrar del mapa” al Estado Judío de Israel.
Mientras tanto Biden, a un mes de su ascensión como el Presidente que habrá de desplazar todo lo logrado por Trump en el campo de las Relaciones Internacionales, mantiene por fin una conversación con Benjamín Netanyahu, el 1er. Ministro de Israel, para informarle que está dispuesto a reiniciar las negociaciones con Teherán. Se supone que Netanyahu debe haberle expresado sus objeciones a esta decisión,
Sería conveniente analizar la última reunión, esta vez en forma virtual, del G7 (EE.UU, Alemania, Japón, Canadá, Francia, Gran Bretaña e Italia) para observar la conformación de un voluntarioso multilateralismo donde no están incluidos Rusia y China. Los miembros del G7 representan a los 7 países democráticos más avanzados ya que todos ellos superan largamente el 50 % de la economía mundial.
A pesar del “hemos vuelto” de Biden se ha notado un cierto alejamiento entre Europa y los EE.UU demostrando la vocación de los primeros de independizarse de los segundos.
Mientras Biden lanza al ruedo mundial el nuevo “eje del mal”, mencionando esta vez a la dictadura comunista-capitalista China, la eterna autocrática Rusia y la ya mencionada teocracia de Irán, la Unión Europea firma un apresurado acuerdo de inversiones con China que deja mal parados a los Estados Unidos que quiere limitar las apetencias de dominio universal de los chinos.
Por otra parte Emmanuel Macrón, Presidente de Francia, comienza a hablar en buenos términos sobre su colega Vladimir Putin, Presidente de Rusia, recordando que ese país forma parte de Europa y ambos se necesitan mutuamente. Europa cree no deberle nada a EE.UU, ya sea a la gestión anterior de Trump o a la actual de Biden, por lo que ha comenzado a tomar decisiones propias en relación a Rusia y China, los principales adversarios de EE.UU para la vuelta de este a ser el “gendarme del mundo”.
El discurso de Biden refleja que las políticas de Estado de su país siguen vigentes, a pesar del cambio de gobierno, declarando contra los “abusos económicos” de China, acusando a Pekín de “subvertir las bases del sistema económico mundial”.
A pesar de las desinteligencias globales que se vislumbran entre Estados Unidos y la Unión Europea, ambos socios atlánticos se muestran desinteresados en los revolucionarios y milagrosos sucesos desencadenados por la gestión anterior del Presidente Trump en el Medio Oriente, donde avanza firme la media luna geopolítica de “Los Acuerdos de Abraham” que abarca un amplio territorio desde el Golfo Pérsico hasta el Océano Atlántico, incluyendo al Estado de Israel, con aperturas diplomáticas, comerciales, culturales, turísticas y religiosas.