El 11 de Setiembre próximo se habrán de cumplir 20 años desde el nefasto ataque de Al Qaeda a las Torres Gemelas de Nueva York. Los think tank “neocons” de George W. Bush habían analizado y proyectado una nueva idea-fuerza geopolítica: Estados Unidos, tras la derrota estrepitosa del Imperio Soviético en 1991, era la única potencia hegemónica mundial, por lo que, no solo tendría que castigar a los terroristas de Ben Laden sino aprovechar el Nuevo Orden Internacional para desplazar a los talibanes del poder e implementar en Afganistán una Democracia Liberal que luego sería implementada en todo el Oriente Medio. Con los socios de Europa y la OTAN lograron desarticular la red de Al Qaeda, hicieron retroceder al Gobierno Talibán hacia el santuario de Pakistán, liberaron Kabul y millones de afganos pudieron gozar de crecientes libertades, especialmente las mujeres, los niños y niñas.
Pero parece que Occidente desconoce la Biblia donde enseña que para liberar a su pueblo Moisés necesitó 40 años, no 20, a fin de cambiar toda una generación que venía de la esclavitud y convertir a la nueva en verdaderos luchadores por la libertad. Mientras se dirigían a la Tierra Prometida aprendieron esas artes combatiendo contra los insaciables amalequitas, midianitas y edomitas que pretendían destruir a ese Pueblo Judío convertido en una Nación.
Occidente sabía que los políticos afganos sin objetivos claros y los 300.000 integrantes del joven Ejército no estaban suficientemente preparados para frenar a los fanáticos fundamentalistas talibanes que querían reimplantar el reino medieval del islamismo radical y decidieron abandonar a su suerte a los desdichados habitantes que pudieron disfrutar de la Democracia liberal solo durante 20 años.
El primer culpable de esta ignominiosa derrota es el Gobierno de Obama (2009-2017) quien en 2014 decide no solo el comienzo de la retirada de los 130.000 soldados internacionales destinados a la “Lucha contra el Terrorismo Internacional” de la “Doctrina Bush”, sino el abandono simultáneo de la “Doctrina Nation Building” que implicaba la necesidad de liquidar los criminales regímenes retrógrados de AlQaeda, ISIS, el Talibán y tantos otros. Acompañan a Obama en este funesto descalabro la indiferente, invadida y perdida Europa, llamada Eurabia por la inolvidable Oriana Fallaci, que juntos en la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) desasistieron a la ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad) y a las ONG´s multinacionales. El Presidente Biden resultó ser solo un Kerenski refugiado en Estados Unidos, un Pétain aislado en la Casa Blanca o un Carter recolectando la cosecha de maní.
Ya comenzaron a proliferar los delitos de lesa humanidad cometidos por los talibanes en las provincias del interior de Afganistán mientras su vocero Zabihullah Mujahid miente en Kabul ante los desesperados pobladores, traicionados por Occidente, diciendo que “no hay nada que temer”. La cacería de los talibanes ya ha comenzado, con amenazantes visitas casa por casa, levantando puestos de control y verificación individual, acechando a familiares de funcionarios del anterior Gobierno así como a colaboradores de la OTAN, de los Estados Unidos y Europa. Los afganos adultos no pueden olvidar que, en la toma del poder de 1996 por los talibanes, el cuerpo maltratado y ensangrentado del ex Presidente Najibullah había sido colgado de una horca para amedrentar a todos los transeúntes. Las deleznables violaciones a los Derechos Humanos a mujeres, niños y niñas ya se está implementado con esas monstruosas bolsas para las mujeres llamadas “Burkas” y el reclutamiento de niños y niñas para todo uso y utilización.