En estos momentos del conflicto entre la Alianza Atlántica (EE.UU y países de Europa) y la Federación Rusa por el “tema Ucrania” varias personas de ese país y del mundo han elevado la oscura y lejana figura de Bogdan Jmielnitzki como un héroe nacional ucraniano. Es por ello que se hace necesario ubicar a este tenebroso personaje en su justo lugar histórico.
Bogdan Jmienitzki, como Hetman de Chiguirin (en Ucrania), encabezó en 1648 una rebelión contra el Rey Wladislavo IV de Polonia. En la zona de combates de Ucrania y de Polonia vivían desde los inicios del primer milenio, es decir desde más de 600 años atrás, cientos de miles de judíos que habían formado cientos de Comunidades aceptadas por el Rey de Polonia quien gobernaba dicha región.
Junto con los cosacos libres de Zaporoye y los tártaros de Crimea, los cosacos de Bogdan Jmielnitzki asesinaron a cerca de medio millón de civiles judíos en forma salvaje, acompañadas de bárbaras torturas, hayan sido varones, mujeres o niños: desollaban a los vivos, aserraban sus cuerpos, las asaban sobre brasas y los quemaban con agua hirviente.
No había compasión ni con los niños de pecho (Simón Dubnow). Cuando esta jauría de criminales atacaba alguna ciudad polaca prometían a los gobernantes que si se rendían y entregaban a los judíos serían perdonados. Engañados y burlados abrían los portones de la ciudad y permitían asesinar a los judíos para luego ser aniquilados ellos mismos, destrozando también las ciudades. A fin de poder llevar a cabo semejante guerra contra el Rey de Polonia y llevar adelante el simultáneo genocidio contra los judíos, los cosacos de Jmielnitzki negociaron con Rusia que los ayudaran militarmente a cambio de la entrega de los territorios conquistados, con lo que resultó que, después de 10 años de luchas sangrientas, la Rusia Zarista terminó apropiándose de partes de Polonia y de Ucrania.
Bogdan Jmienitzki no solo fue un vil genocida de judíos sino que terminó cediendo Ucrania a los zares de Rusia.
La gran desgracia fue que los judíos fueron condenados a una exterminación total, antecesora de la Shoá (Holocausto) producida por los criminales nazis durante el siglo pasado, en el cual fueron colaboracionistas y cómplices muchos ucranianos en el exterminio de 6 millones de judíos, de los cuales 1 millón y medio eran niños. Miles de colaboradores ucranianos se ofrecieron voluntariamente como abyectos policías en los guetos y brutales “capos” en los campos de concentración y en los campos de exterminio.
Es por ello que Bogdan Jmielnitzki es considerado por el Pueblo Judío como un genocida al que tampoco hay que olvidar ni perdonar.