El Estado Judío, única democracia en el Medio Oriente, en su 75° aniversario, vive una etapa de logros meritorios junto a dilemas confusos y problemáticos que provocan sensaciones complejas de definir.
Los logros pueden sintetizarse en el campo económico, tecnológico y de la vida humana:
6,5 % fue el incremento del PBI durante 2022, mayor al de los Estados Unidos, al de los países de la Unión Europea (UE) e inclusive al de China. Las Reservas monetarias superan los u$s 200 mil millones más un Fondo especial de u$s100 mil millones y es importante destacar que Israel es el 9º país más feliz del mundo, según el World Happiness Report, además de ser el primero del Medio Oriente.
Los dilemas son más preocupantes y difíciles de describir:
La crisis interna entre el Gobierno de Benjamín Netanyahu y la oposición tienen como motivo central el “Proyecto de Reforma Judicial”.
En lo externo Israel debe estar atento y alerta al terrorismo nuclear de la teocracia islámica de Irán quienes ya han conseguido el 85% en el proceso de enriquecimiento del uranio con las centrifugadoras trabajando a full. Dicho país dispone de secuaces como Hezbollah, Hamas, Jihad y otros para vociferar abiertamente la destrucción del Estado de Israel.
En lo internacional Israel debe realizar un delicado equilibrio geopolítico con EE.UU, un aliado fundamental para controlar la histeria iraní, con Europa, un asociado inevitable y con Rusia, una relación forzosa e imprescindible para continuar con los vuelos defensivos en los cielos de Siria.
Es evidente que la sociedad israelí no ha priorizado todavía el abismo fundamental existente en el campo político y social que provoca un sistema electoral alarmante, integrado por agrupaciones corporativas étnicas, ultra religiosas, demagógicas y teocráticas que proceden a chantajear, en aras a sus propios intereses ideológicos, a los verdaderos partidos políticos nacionales tradicionales, conservadores, liberales y universales. Este es el verdadero rompecabezas que los rebeldes seculares de hoy deberían concientizar, encarar y lidiar con tenacidad a fin de salvaguardar la democracia israelí: la separación entre las corporaciones grupales dentro de su propio “erub” (demarcación) y el Estado Nacional que debe cumplir con las leyes aplicables a todos sus habitantes por igual.
En este contexto se habrá de analizar solo algunos pormenores de la grave grieta, surgida entre grupos de la oposición y el gobierno nacional, que se basa como ya se ha mencionado en la Reforma del Sistema Jurídico y Judicial del país.
El Estado Judío no posee una constitución por lo que el sistema recurre, como el heredado del Mandato Británico, a las leyes fundacionales y a las que se fueron aprobando desde la creación del Estado (1948).
La Corte Suprema se compone de 15 Jueces de los cuales 2 son conservadores, 1 árabe y 12 de extracción liberal o de izquierda.
A partir de la “Doctrina Barack”, que en los años 80 fuera presidente de la Corte, se estableció la Doctrina del “Activismo Judicial” lo que significa que todo es judicializable.
Asimismo, se introdujo el “Principio de Razonabilidad”, denominado por otros como el “Espíritu de la Ley”, que explica una condena solo por las interpretaciones de los Jueces cuando no hay pruebas concluyentes o leyes que la avalen. Este desacierto que condujo a 22 condenas inapropiadas es uno de los ítems que el ministro de Justicia, Yariv Levin ha proyectado reformar.
Con la fiscalía general sucede otra anomalía. En el mundo civilizado la procuración presenta las causas, las cargas, las pruebas y las acusaciones a la Corte Suprema con lo que finaliza su función. En Israel la fiscalía prosigue adicionalmente promoviendo y difundiendo tareas que ya se encuentran en la Corte, por lo cual el proyecto elaborado tiende a su limitación.
Un área realmente distorsiva es el del “Asesor del Estado” y el de los asesores ministeriales. Israel es el único país del mundo en el cual los asesores nombrados por el Estado, en lugar de asesorar al gobierno, son mentores de la Corte y del Fiscal contra los que los eligieron para aconsejarlos.
El proyecto también dedica una sección completa a la forma de elección de los Jueces de la Corte Suprema y la de los Jueces inferiores (ver en Google), la que no se habrá de desarrollar, ya que la idea-fuerza de esta nota sería solo para demostrar que la Reforma Judicial es necesaria para equilibrar justamente a los tres poderes del Estado.
La oposición la tilda de antidemocrática y que ésta conduce al país a una dictadura. Sin embargo, el ministro Levin ha procedido con total regularidad a la presentación del expediente siguiendo el curso democrático correspondiente, quizás con alguna celeridad acorde con su naturaleza personal proactiva:
a) Elaboración del proyecto
b) Presentación en la Comisión de la Knesset (Parlamento)
c) Primera lectura en el recinto parlamentario (se aprobó por 63 a 47)
d) Vuelta a la comisión para presentar modificaciones por parte de todos sus integrantes, opositores incluidos
e) Y todavía quedan 2 instancias más para discutir y cambiar algún artículo del texto.
La oposición rechaza todos estos procedimientos y exige el retiro absoluto del proyecto con manifestaciones inicialmente pacíficas para transformarlas más adelante en inauditos disturbios callejeros, cortes de calles y rutas, escraches a una diputada en su residencia particular, invasión con pancartas en el recinto de la Cámara, creación de caos financiero, etc.
El presidente Isaac Herzog ha tenido que intervenir a fin de “abrir una ventana de oportunidad” para contener el caos desatado solicitando que el gobierno se reúna con la oposición y otros referentes reconocidos a fin de lograr un consenso en la elaboración final de la reforma.
Reconoce la necesidad de cambios en la Justicia, pero propone un proceso más lento con la participación de todos los estratos del país.
Aparentemente el primer ministro Netanyahu ha tomado el guante lanzado por el presidente Herzog convocando a las fuerzas opositoras a un diálogo sin condiciones, pero el jefe de la oposición Yair Lapid ha exigido para ello que se retire el proyecto, exigencia que si se mantiene será de imposible realización, con lo cual el panorama político y social de Israel se encamina a una dolorosa e inexplicable división del país.