“La maldad bebe la mayor parte de su propio veneno”. Séneca.
Es difícil salir del asombro, del estupor, del espanto y del dolor para comprobar que el antisemitismo mas abyecto pueda haber resurgido después de 2.000 años de persecuciones, matanzas, gasificaciones e incineraciones que el Pueblo Judío tuviera que sufrir durante ese enorme lapso del tiempo histórico de la humanidad.
Parece no ser suficiente los pogroms de fines del siglo XIX y principios del XX. No alcanza para la nueva judeofobia el asesinato de 6 millones de judíos, de los cuales más de 1 millón eran niños, que fueron calcinados en los hornos de los campos de exterminio nazis. Hacía falta un nuevo Holocausto planificado por el Estado Terrorista de Irán y ejecutado por las bestias salvajes de los jihadistas del Hamas, la Jihad Islámica, del FLPL, del ISIS y de las decenas de organizaciones terroristas que han usurpado la Franja de Gaza. Asesinatos masivos, matanzas indiscriminadas de jóvenes, muy jóvenes, que se encontraban en un Festival de Música y bailes para la Paz, muertes a familias completas, personas quemadas en sus propias casas, violaciones a mujeres de todas las edades, secuestros de gente llevadas al cautiverio a Gaza y la aberración a la máxima potencia de los 40 bebés decapitados, encontrados más tarde, en el Kibutz Kfar Aza.
Este operativo degenerado, inhumano y bestial es imperdonable y amerita la destrucción total y definitiva del Hamas y su base territorial en Gaza tal como ya se ha hecho con Hitler y los nazis, con Al Qaeda de Bin Laden en Afganistán y con el Estado Islámico ISIS que se había instalado en los territorios de Irak y Siria. Se entiende que sus pervertidas y abominables ideologías no habrán de desaparecer como no han desaparecido el nazismo, Al Qaeda, el Daesh o ISIS y toda esa basura de ideologías abyectas, despreciables e infames, pero al menos se lo habrá expulsado al Hamas del territorio sangrientamente apropiado.
Una vez logrado el exterminio del Hamas deberá instrumentarse una logística educativa para niños y jóvenes palestinos que logre desinfectar sus neuronas enfermas que han sido inculcadas en las Escuelas y Universidades del Hamas. Las actuales enseñanzas adoctrinan a los niños al odio a los judíos, infieles y herejes; hacia la muerte propia y ajena y promueven el martirio del yahid que será recibido en el cielo con vírgenes y orgías. En los cursos de matemáticas emplean a los judíos como una variante de los cálculos aritméticos. El niño aprende a sumar y restar con la palabra “judío”: “Tenemos 1 judío más otro judío, ¿cuántos judíos tenemos?, 2 judíos. Matamos 1 judío y luego a otro, ¿cuántos judíos quedan?, 0 (cero) o sea ninguno”.
Este breve ejemplo lo deberían conocer todos aquellos países que colaboran con miles de millones de dólares donados a las Autoridades Gubernamentales y Educativas de Gaza, o sea el Hamas: la ONU, los Estados Unidos, la Unión Europea, Qatar y otros países de la Liga Árabe, quienes deben considerados, todos ellos, los principales culpables de la horrenda invasión del Hamas al Estado Judío de Israel por cerrar los ojos ante la barbarie jihadista, esconder los excrementos terroristas bajo la alfombra y seguir financiando a los asesinos del Hamas.
En el año 2005, el Primer Ministro de Israel, el General Ariel Sharón, en un gesto de grandeza pacifista, entregó el enclave de Gaza a Mahmud Abbas, Presidente de la Autoridad Palestina, para el ejercicio de su total Autonomía, pero en 2007 Hamas pergeñó y llevó a cabo un sangriento Golpe de Estado ejecutando a todos los miembros y partidarios de la AP de Abbas, arrastrando sus cadáveres por las calles de Gaza para aterrorizar a sus habitantes. Esta vez han repetido ese repugnante espectáculo con los rehenes judíos tal como lo hicieran en el pasado con sus propios “hermanos” de la OLP (Organización de la Liberación de Palestina).
Es por ello que Hamas y todas la organizaciones terroristas de Gaza deberían desaparecer de la faz de la tierra para que la población pacífica de Gaza y sus vecinos israelíes puedan finalmente vivir en paz, unos cerca de los otros.
