Terminando el ayuno se empiezan a ver las enramadas de Sucot. Podría decirse que casi en cada esquina y en cada terraza de Israel hay una sucá.
Hay Sucot móviles montadas sobre carritos con ruedas, hay otras estacionarias, unas tienen luces para que iluminen en la noche y se asemejan a la iluminación de navidad. En muchos restaurantes y almacenes levantan una sucá, que simboliza la fiesta de los tabernáculos, cuando Moisés atravesó el desierto con el pueblo hebreo para llegar a la Tierra Prometida.
Hay edificios, donde todos los balcones tienen una sucá. Hasta un conductor de bus armó una sucá dentro del bus para recibir a los pasajeros. Hay una diversidad muy grande de estilos y colores, todas decoradas al mejor estilo y alguna con lucecitas, que le dan un toque navideño. En Jerusalem es casi imposible caminar en esta festividad. Todos los lugares están llenos. El Kotel, Mamila, el centro comercial y las calles llenas de peatones y carros tratando de llegar a alguna sucá.
En Modiin donde vivimos, hubo un festival en un bulevar donde hay restaurantes, heladerías y había varias tarimas con diversos artistas y entretenimiento para toda la familia.
Nosotros tuvimos el privilegio de ser invitados por nuestro gran amigo, el Rabino Igal Fridman, a la sucá de su casa. Estaba decorada muy linda con los patriarcas tradicionales invitados, uno por cada noche y adornos de frutas y guirnaldas colgadas del techo. Yo me sentí, saliendo de Mitzraim. Nos sirvió una comida deliciosa, preparada por él mismo. Pasamos una velada muy agradable con unos vecinos suyos, además de que fuimos bendecidos y cumplimos con la mitzvah de comer en la sucá.