La foto del bombardeo de Irán a Israel con drones y misiles en respuesta al ataque al anexo del Consulado iraní en Damasco ha finalizado.
Aparentemente puede considerarse un empate: 1 a 1. Sin embargo, considero que ha sucedido un cambio geopolítico importante. La proactiva eficiencia militar israelí fue recuperada en relación con el lamentable relajamiento del 7/10. La Alianza Sunita-USA-EU (salvo el despreciable Sánchez de España) ha demostrado su unidad y coordinación en el total apoyo a Israel.
La población israelí, y ni que hablar la de la Diáspora, a pesar de las diferencias, se ha mantenido unida y calma.
La coalición ha podido detener al 99% de los disparos y el 1% solo ha provocado daños ínfimos. Irán ha quedado aislada en el Medio Oriente solo con el apoyo de los proxis terroristas de Hamas, Hezbollah y los Hutíes del Yemen. La Federación Rusa, aliada de Irán, no solo no ha intervenido en el evento, sino que ha permitido los vuelos israelíes en los cielos de Siria, su otra aliada. El único ítem pendiente para Israel, impuesto por EE.UU, es una respuesta directa dentro de Irán para no arriesgar una guerra regional que no le conviene a nadie, pero en especial al Presidente Biden para su campaña electoral; no podría abrir un frente de guerra en éstos momentos preelectorales.
Por lo tanto, considero que lo sucedido le dio a Israel una ventaja comparativa geoestratégica fundamental para sanar las heridas sufridas el 7/10.
Los “Acuerdos de Abraham” siguen vigentes y podrán ampliarse en poco tiempo con el ingreso de Indonesia (200 millones de musulmanes) y Arabia Saudita, Centro del Islam Sunita pro Occidental.