Buenos Aires. 30 años han transcurrido desde aquel 18 de Julio de 1994 en el que a las 9:53 de la mañana un camión bomba conducido por un terrorista suicida explotó al interior del edifico central de la comunidad judía argentina –AMIA- asesinando a 85 personas y dejando más de trescientos heridos, en el mayor atentado terrorista en la historia del país y el primero contra una comunidad judía en América Latina. Dos años antes un atentado similar había destruido la embajada de Israel en Buenos Aires.
La justicia argentina en cabeza del asesinado fiscal Alberto Nisman había acusado a la República Islámica de Irán y a la organización shiita libanesa Hezbollah de responsabilidad en el atentado, Circulares rojas de Interpol fueron emitidas exigiendo la captura internacional de los perpetradores entre los que se encontraban los mas altos funcionarios del gobiernos iraní y operativos de Hezbollah. Imad Mugniyah, comandante militar de Hezbollah, autor intelectual de los ataques, encontró la “justicia divina” en febrero de 2008 cuando su carro explotó en átomos en la capital siria.
30 años sin un solo detenido por el crimen, una nación clamando por una justicia que no llega, dos presidentes, Menem y Cristina acusados de desviar y encubrir, un enredado proceso judicial digno de Kafka y un trágico epilogo con el asesinato en 2015 en el baño de su casa del fiscal Nisman, días antes de que denunciara el memorando que había firmado Cristina Kirchner con Irán para que la republica islámica ”colaborara en la investigación”.
Sin embargo, coincidiendo con la llegada de Javier Milei al poder en abril pasado, la cámara federal de casación penal argentina (apelaciones) dictaminó de manera definitiva que el gobierno de Irán ordenó el atentado a AMIA y Hezbollah lo llevó a cabo. El presidente argentino declaró a Irán “Estado Terrorista” y anunció la presentación de un proyecto de ley para posibilitar los juicios en ausencia en casos de terrorismo y afines.
En momentos que la diplomacia iraní se sigue abriendo camino en América Latina de la mano de la Venezuela Bolivariana y del gobierno lacayo de Bolivia, el revivir del caso AMIA es un revés significativo a los Ayatolas exportadores del terrorismo en el Medio Oriente, a lo que se suma el hecho que Buenos Aires declaró haces unos días a Hamás, apoyado por Teherán, organización terrorista.
La conmemoración de los 30 años del atentado a la AMIA congrega por estos días en Buenos Aires a Presidentes de naciones suramericanas, ministros de seguridad y defensa, altos funcionarios encargados de la lucha contra la discriminación y el antisemitismo, parlamentarios y políticos de todo el continente y lideres de las comunidades judías del mundo entero. Este año los actos se realizan a la sombra de la masacre cometida por Hamás el pasado 7 de octubre en Israel, los 120 secuestrados que aún permanecen en los túneles de Gaza, los ataques diarios de Hezbollah al norte del Estado Judío y el crecimiento exponencial del antisemitismo en el planeta.
El evento central se lleva a cabo frente a la reconstruida sede de AMIA con el toque de sirena a la 9:53. Es de esperar que con los últimos acontecimientos judiciales y la transformación políticas en la país, el sonido de la sirena sea heraldo de que a la impunidad de tres décadas se le esta torciendo o el pescuezo.