2024-03-28 [Num. 976]


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Columnistas  - Halajot en la Actualidad

Rav Daniel Shmuels

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Por Rav Daniel Shmuels
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Rav Daniel Shmuels nació en Bogotá, Colombia. Psicólogo de la Universidad Nacional de Colombia, psicoanalista del Lacanian School of Psychoanalysis e hizo sus estudios rabínicos en el Rabbinical College of America. Fue First Assistant Rabbi para Ohev Shalom al igual que para el Chief Rabbinate of Florida. Fundador del Beit Din of South Florida, miembro de los Batei Din of America. Tradujo y editó el libro “Bienvenido al Judaísmo: Una Guía al Judaísmo Básico y la Conversión Judía Ortodoxa”. Actualmente es el Head Rabbi de la Keilá The Private Shul of South Florida.

Relaciones prohibidas

2016-05-05

Hombre mujer

La Parashá de Ajarei nos da un total de 28 Mitzvot nuevas; empero, nos recuerda minuciosamente la prohibición de consumir cualquier tipo de sangre explicándonos el motivo de esta de una manera detallada y precisa, en donde nadie perteneciente al pueblo de Israel, natural o no, puede transgredir esta prohibición y cuyo castigo es ser cortado del pueblo por Dios mismo. La Parashá inicia con el servicio de Yom Kipur; de hecho, esta es la porción que hoy en día se lee en el servicio de la tarde de Yom Kipur; entonces, prosigue a recordarnos la prohibición ya mencionada y enseguida nos entrega un listado de 24 Mitzvot negativas detallando exclusivamente las relaciones que se nos están prohibidas. Este listado de relaciones prohibidas sexuales es la piedra angular, a nivel Halájico, de nuestra sexualidad. Es tal el énfasis que la Torá hace frente a estos pecados que nuestros sabios decidieron poner la lectura de esta sección en el día más solemne del calendario judío.

Para iniciar, supondré que todos sabemos el listado de las relaciones prohibidas que nos enseña la Torá. Este listado puntual y objetivo para la gran mayoría de nosotros es obvio y no presenta ningún inconveniente real o práctico en nuestro diario vivir; entonces, a ojo cerrado, se ratifica como la base fundamental para nuestros matrimonios y nuestro proceder sexual; sin embargo, propone una serie de preguntas en relación con nuestra historia ancestral y a su vez se convierte en un punto extremadamente delicado y complicado en la sociedad actual y en nuestro judaísmo moderno. Serán estos dos aspectos los que estudiaremos a la luz de la Halajá.

Nuestra tradición oral nos enseña que todos nuestros patriarcas, como profetas de Israel que fueron, cumplían la Torá a cabalidad, aun cuando Dios no nos hubiera entregado la Torá con todas sus Mitzvot todavía. Se nos relata entonces que nuestros patriarcas fueron a la Yeshivah celestial y como príncipes majestuosos subieron al cielo en carruajes voladores para aprender la Torá completa y así regresar a este mundo para llevar a cabo sus Mitzvot. Muchas preguntas surgen a partir de este concepto; empero, para mantener el norte me restringiré a las preguntas que más me intrigan de esa idea que nuestra tradición oral plantea, la de las relaciones prohibidas. Si todos nuestros patriarcas cumplían la Torá por completo; entonces, ¿cómo es posible que Abraham Avinu le haya dicho a Eliezer que le buscara esposa a su hijo Isaac entre su familia cercana? ¿Cómo es posible que Yaakov Avinu se casara con dos hermanas que estaban vivas al mismo tiempo? ¿Cómo es posible que Amram se casara con su tía Yojeved, unión de la cual nació Moshe Rabeinu, Aaron HaCohen y Miriam? 

Es cierto que las Hagadot del Talmud y los Midrashim contienen explicaciones que van más allá de nuestro entendimiento; empero, la adición oral en este caso produce más preguntas que aclaraciones. Lo que podemos establecer acá es que solo es a partir de la entrega de nuestra sagrada Torá que estas prohibiciones existen y que los relatos orales antes mencionados son profundos Moshilim cuyo significado y aplicación no son pertinentes para esas preguntas que surgen de ellos. Aparte de eso, lo cierto es que a partir de la entrega de la Torá nuestro proceder sexual está estipulado de esa manera.

Esto nos trae otra pregunta que no aparece en el listado y que ha sido tema de controversia a través de los años, se trata de la edad permitida para contraer matrimonio y por ende de tener relaciones permitidas. Muchos opositores del judaísmo basan su opinión antagonista en tanto la Torá nos da un índice de la edad en que Rivka fue dada a Isaac; de cualquier forma, es el Talmud el que nos va a informar acerca de la edad mínima permitida para que una mujer se pueda casar. No entraré en la controversia de la edad mínima como tal por cuanto el Talmud mismo recomienda diferentes edades como las ideales para casarse y más aún cuando el Mejaber retomando al Talmud nos ordena que un padre no puede entregar a su hija en matrimonio hasta que ella crezca y pueda decir: "Quiero este" (Even Haezer 37:8). Sin embargo, como en el caso de Isaac, cabe anotar que muchos de estos matrimonios "tempranos" eran matrimonios en espera; es decir, se hacía el Kidushin pero la unión de hecho; es decir, Nisuin, se llevaba a cabo años después. Si miramos la historia de Europa con sus grandes monarcas, estos daban en matrimonio a sus hijos en el momento de nacer, ello no quiere decir que se casaban al nacer, el matrimonio como tal se llevaba a cabo años después. La gran diferencia entre esos matrimonios y los nuestros es que el Talmud en Kidushin 2a-b establece que una mujer solo puede ser casada con su consentimiento, de lo contrario no se puede casar y dicho matrimonio es invalido. Igualmente, el Talmud en Yebamot 44a prohíbe una brecha muy grande de edades entre marido y mujer; es más, en Sanhedrin 76a, el Talmud establece que un padre que casa a su hija con un hombre viejo es reprensible por cuanto es como si estuviera forzando a su hija a la prostitución. Con todo esto desbancamos la oposición que pueda surgir frente a nuestra tradición y verdadera Halajá.

Ahora bien, si vamos a hablar de la verdadera edad para casarse, nos tenemos que referir al Shuljan Aruj y a su estipulación basada en el Talmud, los Gaonim y los Rishoinim, lo cual indica que este ha sido nuestro proceder por más de mil quinientos años como mínimo. El Mejaber en Even Haezer nos dice que la edad para que una mujer y un hombre se puedan casar es cuando llegan a la mayoría de edad religiosa; es decir, 12 y 13 años respectivamente. Más aún, es de ahí que sale el moderno ritual de hacer una fiesta de Bar Mitzvá. Antiguamente, como regalo de boda, al llegar a su mayoría de edad religiosa y permisibilidad de casarse (dada la baja expectativa de vida) se le daban al hombre sus Tefilín y Talit con la respectiva Seudat Mitzvá; entonces, con el paso del tiempo ese momento matrimonial, siguiendo la recomendación del Talmud que los hombres se deben casar entre los 16 y 24 años de edad, solo dejó el rastro de los objetos religiosos y la celebración para transformarse en lo que hoy en día es la celebración del Bar Mitzvá. Ahora bien, aun cuando esas sean las edades mínimas permitidas para casarse, en la actualidad nuestra costumbre, tanto en Israel como en la diáspora, es que nos casemos después de la pubertad; es decir, entre los 18 y 21 años. De cualquier forma, hay movimientos ultra ortodoxos de extrema derecha que llevan a cabo sus matrimonios cuando llegan a la mayoría de edad religiosa.

Para finalizar, traeré a colación dos prohibiciones de este listado que hoy en día se presentan en nuestras sociedades modernas cada vez más; a saber, la homosexualidad masculina y femenina. Hace menos de un mes la Rabanut (HaMaOr) se pronunció en relación con esto y estableció una política inclusiva para aquellos judíos que se identifican con este comportamiento. La Halajá sigue igual, tal proceder está total y absolutamente prohibido; sin embargo, ello no implica que estos judíos no puedan pertenecer a una comunidad o a una congregación; de hecho, rechazarlos por ello está prohibido. La idea subyacente es que se debe aborrecer el acto pero no a la persona. Halájicamente hablando, en esta época tan oscura, pesa más el Mandamiento positivo de Ahavat Israel que cualquier sentimiento o acción negativa contra otro judío, al cual, por sobre todas las cosas, debemos amar como a nosotros mismos. Independiente si una persona se entrega o no a tal proceder, es nuestro deber comunitario acogerlos y apoyarlos en todos los demás aspectos que conforman su judaísmo. Sé que es un paso muy complicado para nuestro judaísmo y es factible que esta política inclusiva tenga ramificaciones que aún desconocemos; pero, ¿no somos todos judíos con la magnífica posibilidad de llevar a cabo las Mitzvot del Todopoderoso acá en la tierra?



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