Era un viernes a la noche. Llovieron los balazos, sobre los desprevenidos asistentes al concierto de Rock, en su mayoría jóvenes, los que estaban cerca del estadio de futbol. Los paseantes. Mataron 129 personas, hirieron a centenares. Muchos están en estado crítico. No dieron chance a nadie de escapar. Los acribillaron, y detonaron bombas en medio del tradicional salón de conciertos. Como dijo el Presidente Obama, no fue un atentado contra Francia, sino contra todo el género humano. El ISIS una organización demoniaca, reivindico con orgullo el asesinato masivo de civiles indefensos. Todos los hombres y mujeres libres del mundo estamos de duelo, y debemos expresarnos.
Estuve en Paris una semana antes de la masacre, presentando unas de mis obras en francés. Todos judíos, y no judíos, me recomendaron, no llevar el solideo en la cabeza. En Paris me dijeron hoy eso puede ser peligroso. Los escuché con atención pero con incredulidad. Si es una de las capitales culturales de mundo. Si es la ciudad luz. Una joven judía me dijo, es verdad Profesor. Yo me saqué la estrella de David, porque no queda otro remedio.
Cuando salgo de mi oficina y llego a la plaza de la República; he visto en diversas oportunidades manifestaciones que quemaban banderas del Estado de Israel. ¿Quemar la bandera de un país a plena luz del día, en un lugar céntrico? En el tan sugerente Museo del Holocausto recientemente creado las medidas de seguridad son extremas. Francia tiene leyes de avanzada contra el antisemitismo, y la negación del Holocausto, pero no bastaron para impedir los ataques a sinagogas, personas, y hasta un supermercado kosher, que pusieron en vilo a la comunidad judía.
El Presidente Hollande ha advertido con frecuencia sobre el crecimiento del antisemitismo, y de los movimientos xenófobos. El Frente Nacional trata de ganar electores, como sea, exacerbando el odio hacia los inmigrantes de todos los colores; cuando estalló la epidemia de ébola en Africa, su fundador, Le Pen, afirmó que era muy positiva, porque iba a “eliminar futuros inmigrantes”. Es un negador consuetudinario del Holocausto y un admirador incondicional de Hitler. Tuvieron que expulsarlo, por ser ^políticamente incorrecto^ pero mantuvieron su mensaje xenófobo. En muchos lugares de Europa los partidos xenófobos y antisemitas han escalado en las elecciones azuzando el odio, como en Austria, Hungría, Rumania, y otros. En Hungría el Jobbik neonazi, comparte el gobierno. y pide listas de los judíos en cargos públicos. Sus propuestas fueron bien representadas por la infame fotógrafa de su diario, que salió en los medios sociales poniendo el pie a un padre inmigrante que huía de la policía con su pequeño hijo en brazos.
En pleno siglo XXI, en que se suceden los descubrimientos tecnológicos sorprendentes, están de vuelta instalados en la agenda los demonios que oscurecieron el siglo XX. Allí están el antisemitismo, la xenofobia, los racismos, y el terrorismo. Los tres primeros, borran la imagen humana del otro, el judío, el inmigrante, los de piel oscura, los gitanos, son los enemigos, los deshumaniza, y estigmatiza. El último, delira de odio, y adoctrina para el asesinato y el suicidio.
El Papa Francisco lo ha dicho con su acostumbrada claridad que no invoquen ninguna religión. No tienen nada que ver con ellas.
Cada uno debe compartir el duelo colectivo, repudiar, sumarse a las marchas de homenaje a los que perdieron la vida de un segundo a otro, ayudar a desterrar la educación para el odio y la muerte. Sembrar en todos lados, la educación para la paz, el amor, y la justicia.