Datos tomados de la Revista Menorah, siendo el director el Sr. Isaac Celnik Z”L, hasta 1960 y su sucesor como director el sr Eliécer Celnik Z”L, a partir de 1961
“Doña Rosita Borenstein corresponsal desde Cali, notificaba que doña Baby de Rabinovich ofreció un elegante té en su residencia, en honor de la señorita Cecilia Yaker para despedirla de su vida de soltera. Una animadísima concurrencia, elogió justamente a la gentil anfitriona por el exquisito buffet y Cecilia fue colmada de preciosos regalos”.
Hoy ya no se llama té, se llama Shower y ya no se acostumbra a hacer un “elegante” té en la residencia, lo lógico es ir a alguna sede social de alguna de nuestras comunidades o tal vez en el Carmel Club y realizarlo allí con una amplia invitación que cubre familia, amigas de la novia, de la suegra, de la madre y otras mujeres que no se pueden dejar fuera de lista. Hoy, uno se acerca a Benedicto –en el caso de Bogotá- o al metre del Carmel, para felicitarle su excelente preparación que resulta ser una comida completa.
Anteriormente la escenografía social era más a pulso, las cosas sabían a “yídishe mame”, y es que las hacían las yídishe mames. Recuerdo que los eventos del colegio eran manejados por el comité de damas quienes organizaban, hacían las invitaciones personalmente, cocinaban lo que se ofrecía, se ponían delantales y ellas mismas brindaban durante el evento. Eran damas elegantes con un simpático delantal, tal como hoy aún lo podemos ver en el café Kapulski durante los famosos bazares de Wizo.
La gente se reiría hoy si yo abriera una sección relatando quién hizo una despedida de soltero o quién cumplió años, o aniversario de bodas, quién viajó de vacaciones o a quién se le hizo una celebración especial por su grado universitario –a mi me encantaría-. Le llamarían la sección de chismes. Pero en aquella época eran momentos intensos para nuestras comunidades, a todos les importaba qué era de la vida de cada uno, sin importar la edad o condición y todos lo sabían. Era importante saber que alguien ofrecía un té, y quién asistía, quién viajaba fuera de Colombia y cuándo regresaba, eso era significativo en nuestras comunidades.
En 1962, este año hace 50 años, hacían Bar-mitzvah Moisés Pérsico, Jaime de la Zerda, Teodoro Gil Dobrzinsky, Azriel Bibliowicz, Meyer Bibliowicz, Roberto Rothstein, Israel Moisés Feldman, Pedro Worthalter, Paul Szpul, Charles May, Julio Alberto Jaimovich, David Zonszain, Israel Roterman, Moisés Acherman, Jorge Wierzbicky e Isail Wagemberg (los que salieron publicados), mientras que se publicaban también quinceañeras, otros cumpleaños, graduandos de Colegio o de universidad, aniversarios de casados, etc. y entre ellos el segundo cumpleaños del niño León Varty, con flamante foto y todo –nuestro actual presidente del Centro Israelita-.
Las notas de Bar Mitzvah iban con lujo de detalles, por ejemplo la del niño Jaime De La Zerda decía:
“El 25 de noviembre pasado, arribó a su mayoría de edad judaica, a su Bar-Mitzvah, el joven Jaime De La Zerda, hijo de don Rafael De La Zerda y su señora doña Selma Lerner de De La Zerda. Eficientemente preparado para la ocasión por el rabino Eliézer Roitblat, Jaime De La Zerda demostró haber asimilado las enseñanzas que le fueron prodigadas y al ser llamado ante el Rollo de la Ley, en la sinagoga del Centro Israelita, ratificó su adhesión y cariño hacia la fe y tradición judías. Con esta ocasión, los padres del cumpleañero, ofrecieron, el domingo 26 de noviembre, una elegante fiesta juvenil en su residencia, a la que concurrieron los numerosos amigos de la familia De La Zerda y de Jaime, para felicitarlo y obsequiarlo en esta oportunidad. Al dar cuenta de éste evento social hacemos llegar nuestras felicitaciones a Jaime De La Zerda, las que hacemos extensivas a sus padres, hermanos, tíos y familiares, pero en especial a sus abuelitos don José Lerner y su señora doña Fanny de Lerner residentes en San Andrés (Islas)”.
Los cumpleaños eran en las casas particulares, hoy se hacen en el salón comunal, el club, la sede social de la sinagoga, o lugares donde no haya que organizar después. En casa, mi mamá (como el resto de mamás) hacía la torta ella misma, entre mi tía Dora y mi mamá decoraban con bombas, serpentinas y otras decoraciones, la comida, las bebidas, las sorpresas, ellas hacían las rifas correspondientes (en las cuales de casualidad ganaban todos), mi hermano y yo preparábamos los juegos, etc. y al final… la limpiada del apartamento que quedaba como después de la primera guerra mundial.
Cada judío de nuestra comunidad (y me refiero también a la caleña, la barranquillera y la antioqueña) tenía un espacio especial, no digo que en la revista Menorah, sino en general, en el corazón de cualquier otro judío comunitario. Siento que había más esfuerzo y energía, más interés y entrega. Cada visitante que llegaba a nuestras ciudades era atendido como rey. Cada vez que un joven se graduaba de la universidad, era un evento que enorgullecía a cada comunitario. Todo era relevante, todo tenía un significado y es que había que rescatar cada uno de los valores que hacían sentir que no había soledad, todos eran parte fundamental de todos.
Hoy no somos numéricamente diferentes a aquella época y hoy también nos necesitamos. No critico que hoy la vida la hacemos más fácil, al contrario, es un alivio, si es que dedicamos nuestra energía también a nuestra gente y a nuestros hijos. Hoy hay más actividad comunitaria, y es importante participar de ella haciendo los esfuerzos que haya que hacer. Nuestros hijos se van más al exterior, y es importante tener la energía para estar lo máximo posible en contacto con ellos. Si, siento que antes había más interés en general, pero también siento que seguimos siendo una comunidad pendiente, al menos tenemos el potencial para ello.