Después de 9 años como profesora en el Colegio Colombo Hebreo de Bogotá, me quedó una inquietud enorme: ¿Debe un niño, que pasa alrededor de 8 horas en el Colegio, estudiando y bajo reglas estrictas, llegar por fin a casa y seguir trabajando durante horas? –sin contar el tiempo de la ruta de bus, que en muchos casos es bastante larga, como en el caso de Bogotá, y no quiero hablar de las tremendas congestiones de tráfico-... ¿A qué horas se dedicará a ser niño?, después de las tareas escolares debe bañarse, cenar y acostarse a dormir para poder madrugar entre 5 y 6 de la mañana para empezar labores diarias.
En el 2016, la ONU, propuso eliminar las tareas escolares basándose en 7 premisas: 1: Las tareas no hacen a los niños mejores estudiantes 2: Los alumnos comprenden mejor las explicaciones en el salón de clase que haciendo tareas en casa. 3: Las tareas a las que dedican más de una hora, no son provechosas y quitan tiempo que los niños pueden utilizar en otras actividades. 4: A partir de 1989, se han realizado estudios científicos que demuestran la poca eficacia de las tareas en casa. 5: Más de 1 hora haciendo tareas afecta el carácter de los estudiantes y su amor por los estudios 6: Las tareas generan conflictos con los padres 7: El niño ve la tarea como un castigo.
La OSM (Organización Mundial de Salud), dedicó tiempo a estudiar el tema y llegó a la conclusión que en los grados de primaria (elemental), los alumnos no deberían tener tareas para hacer en casa. El psicólogo y neurocientífico Harris Cooper, de la Universidad de Duke, quien ha dedicado su estudio al tema desde 1989, en una entrevista a la importante revista Time de Estados Unidos, concluyó que las tareas no mejoran significativamente el desempeño académico de los niños en primaria, incluso, define Cooper, que demasiadas tareas resultan contraproducentes.
Hace unos días, tuve la visita de una amiga que tiene a su hijito en transición (6 años) en un colegio cercano a su residencia. Ella debe trabajar para poder pagar su arriendo y sus gastos en general, sin embargo debe dedicar horas de trabajo gracias a las “tareas” que le mandan a su hijito a casa. Además me contó que algunas veces le ponen tareas de matemáticas que ella no maneja y no sabe cómo ayudarle a solucionar aquello que el chico no entendió. El resultado es que su hijo llega con la tarea a medias y recibe una calificación regular, lo que hace que su hijo no le tenga muchas ganas al colegio… ¡y está en transición!. Ella solo disfruta cuando debe hacerle complicados disfraces para diversas materias, porque le encanta el arte… yo me pregunto, si a todas las mamás les encanta el arte y dedican horas de su vida a hacerles los disfraces a sus hijos.
Recuerdo cuando mi hija estaba en 5° grado de elemental, a los estudiantes les obligaron a aprenderse de memoria los 44 pueblitos que rodean Cundinamarca. Recuerdo que mi hija y su compañero Jeffrey demoraron toda una tarde para aprender esta tarea. Cuando Jeffrey Fefer, uno de los alumnos más brillantes que ha cruzado por el colegio, llegó al último año de bachillerato, le pregunté si recordaba de alguna de las poblaciones y no recordaba, pero le pregunté si le había servido para algo éste aprendizaje y con una sonrisa me dijo que no le había servido para nada y que si hubiese necesitado saber sobre éstas localidades sencillamente habría buscado en un mapa (en aquél entonces no existía waze, ni ningún GPS).- Tal vez hubiese sido más práctico utilizar ése tiempo, en aquél entonces, para entender un mapa.
Pienso que ésa tarde me hubiera gustado llevarlos al cine, a comer pizza o a cualquier otra actividad divertida, incluso si ellos se hubieran sentado simplemente a jugar algún juego de mesa, sé que hubiera significado momentos felices de compartir amistad. Y no es que tenga nada en contra de memorizar, me parece un buen entrenamiento, pero memorizar con objetivos útiles. Nada mejor para la memoria que hacer sudokus (no sé si hoy en los colegios en los programas de enseñanza de matemáticas, les hacen realizar sudokus. Este será otro tema para un artículo), rompecabezas, crucigramas, leer libros agradables según cada estudiante y otros que en serio entrenan a la concentración y parece que retarda la desmemorización típica de la mayoría de edad en mucha gente. –invito a los lectores a echar un vistazo a éste lugar haciendo click aquí.
El mejor educador del mundo, Ken Robinson, en una de sus concepciones educativas, explica que los errores no deben ser penalizados, pues a partir del error se saca las mejores enseñanzas. Cuando a un estudiante se le envían las tareas a casa, si los padres no le ayudan, probablemente se expone a cometer errores, los cuales les significará una mala calificación. Cuando un profesor tuvo el acierto de haber explicado perfectamente a sus estudiantes el tema a enseñar, el alumno seguramente no cometerá errores y no necesitará más que lo que trabajó en clase. En clase, el profesor debe revisar los trabajos de los estudiantes para hacer los correctivos necesarios y aclarar cómo es la manera correcta. El enviar la tarea a casa expone a una sensación de “yo no puedo”, o “yo no sé”, peor aún: “solo puedo si mi papá o mamá me ayudan”. Yo estoy de acuerdo con la teoría que cuando hay muchos estudiantes que “se rajan”, o sacan malas calificaciones, la ineptitud es del profesor, es necesario saber enseñar, al igual que saber la materia que se enseña, y eso debe hacerse en vivo y en directo, en clase.
Según Robinson, algunos puntos al respecto de las tareas escolares, incluso para bachillerato recomienda:
- No hay que dedicar toda la tarde a estudiar. Mejor si juega con los amigos en algún parque, o se programa plan con amigos; mejora la concentración al llegar a casa.
- Los padres no deben corregir las tareas hechas en casa. El objetivo no es llevarlos perfectos, sino probar hacerlos para ser conscientes de la dificultad. El profesor corrige mejor que el padre.
- Recordad que no es posible mantener la atención ininterrumpidamente más de 40 minutos.
- Es recomendable estudiar en un lugar de la casa que no sea de uso común, con el móvil apagado.
- Hay que comprobar que ha corregido en clase los deberes y en qué ha fallado.
El expresidente de Francia François Hollande, propuso una ley educativa para que las tareas se hagan en el colegio y no en la casa. Su motivación se derivaba de la igualdad y no dependería de si un padre sabe más que otro y según su grado de conocimiento la ayuda sería más eficaz para el estudiante que la recibe. Pero además, pienso que el trabajo sería útil, bajo una supervisión del maestro profesional y sin calificar, observaría el error que comete cada estudiante y corregiría en el momento, esto, sin la presión de una calificación o de un concepto de capacidad o incapacidad.
Tareas de materias que se ven en el colegio, no deberían ir definitivamente a la casa, sin embargo, otro tipo de trabajos como investigación, de acuerdo a la característica y talentos de cada estudiante, aportarían en varios sentidos, tanto en el desarrollo personal de cada individuo estudiante, como su aporte a sus compañeros. Además ayudarían a que cada estudiante utilice y desarrolle su imaginación y sus inclinaciones con el propósito de hacer de él una persona creativa, útil a la sociedad y adaptada socialmente.
Invito a los lectores a leer el artículo “No dejar tarea, la fórmula del éxito de la educación en Finlandia”, acompañado de un interesante video. Publicado en El Espectador el 2 de agosto de 2016.