Esta semana leemos dos Parashot; a saber, Behar y Bejukotai. Es la segunda Parashá la que nos va a entregar un concepto Halájico que instaurará dentro de nosotros como judíos una responsabilidad legal hacia todos nuestros correligionarios en relación con el cumplimiento apropiado de las Mitzvot y Halajot. Se trata del concepto de Arvut.
Esta semana la Torá nos enseña: “Cada hombre tropezará sobre su hermano” (Lev 26:37). Nuestros sabios del Talmud, en la Masejta de Sanhedrin 27b, nos explican que esto quiere decir: “Cada hombre tropezará sobre el pecado de su hermano”. A su vez, Rashi en su comentario sobre este mismo pasaje en el Talmud nos aclara que esto hace referencia a que todo judío es responsable por las acciones de su prójimo judío. Esta responsabilidad en el marco Halájico se conoce como Arvut; es decir, todos y cada uno de nosotros somos responsables del cumplimiento de los Mandamientos de Dios por parte de Klal Israel.
El aspecto más práctico de esta responsabilidad en la actualidad hace referencia al cumplimiento de recitar las Brajot adecuadas en los momentos pertinentes. De cualquier forma, para entender la aplicación de Arvut es necesario introducir otro concepto Halájico conocido como Shomeah Koneh; esto quiere decir, el que escucha es como aquel que recita. En otras palabras, si dos o más judíos están equitativamente obligados a llevar a cabo una Mitzvá, uno de ellos puede recitar la Brajá respectiva frente a lo cual los demás pueden decir “Amén” y ello es considerado como si cada uno de los demás la hubiera recitado.
Más aún, debido a que se tiene esta responsabilidad y en orden de asegurarse que otro judío también ha cumplido con su obligación personal, está permitido que un judío diga una bendición aun cuando él directamente no está obligado a decirla ni obtendrá beneficio alguno de ella, todo con tal de que el otro se beneficie de ella. Debido a que decir el nombre de Dios en vano está prohibido, la Halajá establece que no se puede recitar una Brajá a menos que sea requerido; sin embargo, debido a Arvut, la responsabilidad de otro judío es de hecho la responsabilidad de uno mismo.
Son varios los ejemplos que en nuestro diario vivir se aplican a esta responsabilidad. El concepto de Arvut le permite a alguien que no esté obligado a decir una Brajá sobre una Mitzvá, por cuanto ya la recitó, decirla nuevamente para beneficiar a la persona que no la sabe decir; por ejemplo, en el caso de ponerse el Talit o los Tefilin.
De cualquier forma, Arvut también tiene sus excepciones, como es el caso de recitar Brajot sobre las comidas que otra persona ingiere. Es decir, no se puede recitar una Brajá sobre una comida para el beneficio de otro si el que recita la Brajá no está comiendo sobre lo que se está bendiciendo. El motivo yace en que el deseo de comer de otra persona no es responsabilidad propia sino individual de quien desea comer. Sin embargo, esta prohibición nos lleva a la excepción que hace la regla; a saber, cuando comer o beber es una Mitzvá como es el caso del Kidush en general. En tales circunstancias, un judío puede recitar la Brajá por alguien que sea incapaz de hacerlo, aun cuando aquel que va a recitar la bendición ya haya cumplido con la Mitzvá.
El concepto de Arvut también se aplica para casos en los cuales no se haya llevado a cabo una Mitzvá todavía y se desea hacer la bendición en nombre de alguien más pero no para sí mismo. Un caso sería decir Kidush en nombre de alguien que no lo puede hacer por motivos de salud. En este caso, aquel que recita el Kidush debe tener la Kavaná, intención, que él no desea cumplir con su obligación de Kidush para así poder hacerlo en su hogar; aparte, porque una vez se haya recitado el Kidush, como sería el caso en la víspera de Shabat, ya no se puede llevar a cabo ninguna Melajá.
Todas las responsabilidades anteriores son aplicables tanto para hombres como para mujeres en las áreas donde ambos tienen la misma obligación sin importar quién es el que escucha y quién es el que recita. De cualquier forma las mujeres están eximidas de toda responsabilidad para con aquellas Mitzvot que sólo le conciernen a los hombres; es decir, una mujer no puede recitar una Brajá que ella no está obligada a decir con tal de beneficiar a un hombre judío, aún cuando el hombre no sea capaz de recitar la bendición.
Debido a Jinuj está permitido que un adulto recite bendiciones, cualquier tipo de bendición, incluyendo bendiciones sobre comidas de las cuales no comerá, para que un niño aprenda sus bendiciones así como su proceder y deber como judío. El adulto puede decir la Brajá para que el niño entonces diga “Amén” y enseguida prosiga a comer. En este punto está permitido que el padre también le enseñe a decir “Amén” cuando el pequeño aún no puede hablar apropiadamente, por más que el niño no tenga ninguna obligación en ese momento pues todo cae bajo el espectro de Jinuj; el cual, a su vez, asegura el cumplimiento de Arvut.
Por último, Arvut también implica el deber de todo judío de reprimir a su prójimo si este está pecando. Esto quiere decir que si un judío sabe que otro judío está pecando, es su responsabilidad “intentar persuadirlo” de no llevar a cabo ese pecado. Este concepto de reprimir se debe entender en la actualidad como un abanico de posibilidades positivas donde el infractor pueda lograr superar su dificultad mas no reprender verbalmente, mucho menos físicamente, para alejar y avergonzar a otro judío por su falta. Es nuestro deber como judíos intentar que todos aquellos que se alejan de la fe logren acercarse positivamente gracias a nuestra labor y empeño. Entonces, ¿estamos dispuestos a abrir nuestra mente y nuestros corazones para que Arvut sea un propósito diario para con Klal Israel?