2024-04-19 [Num. 979]


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Columnistas  - Halajot en la Actualidad

Rav Daniel Shmuels

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Por Rav Daniel Shmuels
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Rav Daniel Shmuels nació en Bogotá, Colombia. Psicólogo de la Universidad Nacional de Colombia, psicoanalista del Lacanian School of Psychoanalysis e hizo sus estudios rabínicos en el Rabbinical College of America. Fue First Assistant Rabbi para Ohev Shalom al igual que para el Chief Rabbinate of Florida. Fundador del Beit Din of South Florida, miembro de los Batei Din of America. Tradujo y editó el libro “Bienvenido al Judaísmo: Una Guía al Judaísmo Básico y la Conversión Judía Ortodoxa”. Actualmente es el Head Rabbi de la Keilá The Private Shul of South Florida.

¿Líderes religiosos LGBT?

2017-03-09

Rainbow flag gay

De Aveirá a Toeva a la Rabanut

Anteriormente se ha puntualizado sobre la posibilidad Halájica que una mujer judía ortodoxa pueda acceder a la posición de líder espiritual Halájico. Dentro del mundo ortodoxo este grupo de mujeres se presenta como una minoría y como tal, siguiendo los lineamientos de la Torá en pro de las minorías, deberíamos respetar y proteger de todo rechazo y abuso a esta minoría para que se puedan articular dentro del engranaje social y religioso de nuestro judaísmo. 

Ahora bien; hay otra minoría que está luchando por su inclusión dentro de la praxis profesional religiosa ortodoxa, se trata del grupo conocido como LGTB. Este grupo de judíos, a pesar de sus diferencias con la mayoría de la población ortodoxa y a pesar de las contradicciones Halájicas que encarnan con su propia existencia, aman y se identifican con el judaísmo ortodoxo y su veneración por HaShem y por Sus Mitzvot es exactamente igual a cualquier otro judío; entonces, a pesar de ser tan explícito el Mandamiento en Levítico 18:22, ¿debemos permitir que este grupo acceda a posiciones de liderazgo espiritual y Halájico? Es más, ¿no resulta contradictorio ser un líder espiritual Halájico y a la vez formar parte de, por lo menos, una prohibición de la Torá? Más aún, ¿debemos respetarlos, aceptarlos y protegerlos, en línea de consecución como lo propone nuestra sagrada Torá, por cuanto forman parte de una minoría que puede ser oprimida y abusada?

Iniciaré por recalcar el hecho que el infinito amor que puede tener un judío hacia HaShem, Su Torá, Sus Mitzvot, nuestra sagrada Halajá y en general todo nuestro judaísmo, va más allá de la elección de objeto amoroso y va más allá de la elección de identidad sexual. Ese es un amor infinito que no lo podemos suprimir de nadie y que deberíamos, de hecho, estar obligados a cultivar sin importar esos dos aspectos. El que alguien profese ese amor infinito implica inmediatamente que subyuga todo su ser, incluyendo sus deseos carnales, a los Mandamientos de la Torá y Sus regulaciones prevalecen. Aquí no hay una contradicción en los términos, aquí estamos frente a un judío que ama el judaísmo y que sigue al pie de la letra la Halajá. 

Para aclarar esta situación traeré a colación el término Aveira y el término Toeva. Aveira literalmente significa pecado e implica una transgresión contra Dios o contra el prójimo bajo los términos de la Torá. Dentro de los Aveirot hay una categoría particular que lleva por nombre Toeva; a saber, abominación.  Ahora bien; la prohibición de Levítico 18:22, la que nos prohíbe que un hombre yazca con otro hombre como con una mujer, cae en la categoría de Toeva, de abominación; empero, y he aquí lo interesante, el acto de comer camarones cae exactamente en esa misma categoría de abominación; es decir, ambos actos son prohibidos, ambos actos son pecados y ambos actos son una abominación para Dios cuando un judío los lleva a cabo. Esta prohibición con las características de Toeva aparece en la Torá 103 veces y aparte de los casos mencionados también aparece en relación con prácticas inapropiadas en el Templo, entre otras.

Es cierto que Ambos comportamientos son extremadamente diferentes uno del otro pero ambos caen en una misma categoría y ese es el punto central de este análisis; sencillamente, se prohíbe llevar a cabo esos actos. Regresemos a nuestra pregunta central; a saber, ¿pueden miembros de esta minoría acceder a una posición de liderazgo rabínico? Bien, aparte del punto ya hecho frente al Kabalat Ol que estos judíos tienen, así como esperamos que nuestros líderes rabínicos no coman camarones ni ninguna comida Treif, también esperamos que no comentan la prohibición de levítico 18:22 a pesar de su elección de objeto amoroso y/o de su identidad sexual. Esa es la idea que debe seguirse en estos casos. Sí, es algo muy complejo y difícil de establecer pero es la única vía Halájica que tenemos para la inclusión de esta minoría cuya existencia es innegable dentro de nuestro pueblo. La ortodoxia se encuentra con un número demográfico muy pequeño en relación con los demás movimientos para aún reducir más esos números por el solo hecho de mantener petrificada nuestra Halajá frente a cambios sociales inminentes que están haciendo presencia dentro del judaísmo. 

Es cierto que el ORC ha hecho pública la inclusión activa dentro de la ortodoxia de esta minoría; empero, ni ellos ni la Gadol Rabanut de Israel se ha pronunciado frente a la posible praxis profesional de ninguno de los miembros de esta minoría. He aquí un dato más interesante que el anterior, en Israel existe un rabino que públicamente ha declarado su orientación homosexual y que sigue los lineamientos ya mencionados. Este rabino no pertenece a la ortodoxia abierta ni a la ortodoxia moderna; de hecho, lidera una congregación ortodoxa tradicional en todo el sentido de la palabra, cumple funciones de Shliaj Tzibur, de Baal Kore, de juez, etcétera. Paradójicamente, la Rabanut no ha desacreditado su ordenación ni su posición de liderazgo. ¿Será posible que este sea un primer paso para la aceptación de estas nuevas minorías? De cualquier forma; me queda resonando en la cabeza, ¿por qué existe entonces tanta oposición frente al liderazgo comunitario de una mujer? Ahora bien, el silencio absoluto también puede ser una respuesta y frente a esta minoría no hay respuestas de ningún tipo frente a la preguntas hechas en principio; entonces, ¿puede ser este silencio la simple negación y por consiguiente exclusión de esta minoría?



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