- no se pierdan el video al final -
Caído en desgracia al declararse culpable de fraude, el exabogado del presidente Trump tuvo la curiosa oportunidad de escoger cárcel, así como quien pide un plato de la carta. Y como a menudo pasa, el comensal termina escogiendo el más popular de todos platos. En este caso, se trata de Otisville, la cárcel preferida por los criminales judíos de cuello blanco y con condenas inferiores a 10 años (Bernie Madoff no veranea allá pues fue condenado a 150 años).
Otisville, en el estado de Nueva York, es un resort de resorts dentro del sistema federal de correccionales en Estados Unidos. Los Cattskills, una región montañosa, llena de lagos y bosques a solo dos horas de la gran metrópoli, es símbolo de la judería americana aburguesada: Campamentos de verano, colonias de bungalows, ancianatos y comunidades para pensionados, pequeñas sinagogas, delicatessen kosher y yeshivot. A ese paisaje hay que incluirle también una cárcel.
Si bien no todo en la prisión de Otisville es de lujo (no cuanta con piscina y su gimnasio no es de envidiar), nuestros paisanos en pijama de rayas constituyen la mayoría de la población carcelaria. Abogados, médicos, contadores, comerciantes, gente educada y con diplomas, celebridades quienes algún momento mojaron prensa constituyen el perfil promedio del prisionero. Son cerca de 120 los encarcelados, la mayoría de ellos ortodoxos o hasídicos, personas que, en algunos casos, llevaban vidas supuestamente piadosas antes de ser juzgados y condenados. Sus “elegantísimos” crimenes incluyen fraudes fiscales e hipotecarios, fraudes a los sistemas de inmigración y salud, lavado de activos, y robo a instituciones caritativas. Ken Starr, Walter Forbes y Hassan Nemazee (socio de los Clinton) son algunos de los inquilinos en Otisville.
Un rabino lubavitch del famoso Aleph Institute oficia rezos tres veces al día y nunca tiene problema para conseguir minyan. Además, garantiza comida kosher ese mismo número de veces y dicta clases. Democráticamente eligen al gabai de turno. Los tsitsit son permitidos como parte del uniforme carcelario. Los turnos se definen respetando el shabat y las fiestas. En Sukot se puede comer dentro de una suka y antes de kipur se puede ir a una mikve. Shabat se celebra con elegancia, y los presos pueden consumir de los dispensadores de comida kosher o comprar en casino su provisión de matzot, rugalej, gefilte fish, matzo balls y kipot. Las condiciones parecieran tan cómodas, que a veces los reclusos se quejan de los horarios, requisas, la falta de privacidad y otros detallitos que debieran recordarles que están pagando condena y no están de paseo.
A pesar del ambiente familiar de Otisville, si Cohen termina siendo asignado a esa penitenciaría, es posible que no la pase muy bien. Al fin y al cabo, él es un soplón, y sus vecinos de celda, en la mayoría de los casos, están ahí por cuenta de otro soplón.
Resumiendo, en una manera chistosa y caricaturesca, les comparto este ameno video del gran Bill Maher, describiendo el yidishkeit de Otisville.
Bibliografía:
-Forward. Four Reasons Why Michael Cohen’s Pick Is The Most Jewish Prison, Alyssa Fisher
-Middletown Times Herald Record, Tom Bushev.